Chicago: lujo de Broadway, en Tucumán

“Chicago”, el musical de Fosse y Ebb, tiene su versión local con dirección de Sebastián Fernández

EN ACCIÓN. Una de las escenas de “Chicago”, durante el preestreno en el teatro San Martín. EN ACCIÓN. Una de las escenas de “Chicago”, durante el preestreno en el teatro San Martín. La Gaceta / foto de José Nuno

Antes de que el cine popularice -como si fuese una garantía- el sello de “basado en hechos reales”, el teatro ya había aportado lo suyo reescribiendo historias nacidas de la vida cotidiana. Con mayor o menor éxito, la realidad siempre entrega intrigas que, hábilmente reconstruidas en lo artístico, generan un atractivo especial. Y si lo que entra en juego es el dueto argumental sexo-sangre, con ciertos añadidos como adulterio y poder, todo se vuelve más interesante. Así por lo menos lo entendió la periodista Maurine Dallas Watkins, cuando teatralizó las notas que ella misma había escrito para el diario Chicago Tribune sobre los asesinatos cometidos por Beulah Annan y Belva Gaertner (transmutadas en Roxie Hart y Velma Kelly para la ficción). El resultado fue “Chicago”, cuya versión tucumana se estrenó anoche y se replicará hoy en el teatro San Martín (avenida Sarmiento 601), a las 21.

Sin embargo, el derrotero hasta las tierras locales fue largo. Publicada en 1926, en Estados Unidos llegó al escenario con repercusión en 1975 de la mano de Bob Fosse, coautor del guión junto a Fred Ebb. Y se consagró en 1996 cuando se instaló definitivamente en Broadway para convertirse en el segundo musical con más permanencia de la historia, sin contar con el resultado de la recordada película de Rob Marshall, con elenco coral estelar (Catherine Zeta-Jones, Renée Zellweger, Richard Gere, John C. Reilly y Queen Latifah en los papeles principales, aunque hubo versiones cinematográficas previas) y de las múltiples puestas montadas en todo el mundo.

Enmarcado en la estética de un musical brillante, la obra habla de la manipulación mediática y amarillista de los hechos policiales, el aprovechamiento de los acusados para lograr forjar una imagen de víctimas y de la corrupción del sistema judicial, empezando por los abogados y terminando en los jueces. La impunidad atraviesa la historia de punta a punta, con la liviandad buscada especialmente de presentar a los crímenes y sus enjuciamientos como una expresión más del mundo del espectáculo, una diversión pasatista en sí misma, antes que la posibilidad de reencauzar la necesidad de una sociedad de recomponer su equilibrio roto con el asesinato. Si bien las escenas están ambientadas en los alegres años 20, con el espíritu del cabaret burlesque y a ritmo de jazz, bien vale cuestionarse su vigencia en la actualidad con otros modos y sutilezas. Histrionismo y parodia forman parte de la creación.

Uno de los grandes desafíos que encaró la puesta tucumana eficientemente dirigida por Sebastián Fernández (responsable del relanzamiento del género en la provincia en los últimos años) fue trabajar con dos elencos simultáneos en los ensayos, que se distribuirán las seis funciones programadas (anoche fue la primera), alternándose entre ellas.

En la avant premiere para los invitados especiales y la prensa realizada el jueves, el primer acto correspondió a un equipo y el segundo estuvo a cargo del restante. Que ambos alcancen el mismo nivel en escena era complejo por las individualidades presentes y los talentos personales, que se despliegan en los espacios de confort de cada artista: el baile, el canto o la actuación son fortalezas que surgen naturalmente en unos u otros. En este caso, más allá de los gustos y las preferencias, el público no notará diferencias sustanciales en las actuaciones, lo cual habla de una instancia de riesgo superada y de la dedicación de todos los miembros del proyecto para lograr el objetivo buscado, independientemente de que se note cuál es la expertice de cada uno.

Esta duplicidad también es posible porque la mayoría de los integrantes es parte de los grupos estables del Ente Cultural de Tucumán, coproductor de la obra junto a la Fundación para el Desarrollo de las Artes Escénicas (Fundae) en acuerdo con Concord Theatricals Ldt, la dueña de los derechos internacionales. Actores, actrices, coreutas y bailarines que trabajan para la Provincia en el Teatro Estable, el Ballet Estable, el Ballet Contemporáneo y la Banda Sinfónica, se intercalan con otros elegidos del universo privado, sin que ninguno desentone, a los que se suma el equipo técnico. Así, medio centenar de personas intervienen en el proyecto, número inédito para el teatro tucumano.

Habilidades vocales

No todos los personajes están desdoblados. Por ejemplo, Melina Imhoff es la única Mami Morton y le viene perfecto el rol para desplegar sus habilidades vocales (ideales para la obra) y aprovechar su profundo conocimiento y experiencia en el jazz donde se mueve cómodamente. La música tiene, obviamente, una preponderancia fundamental y la interpretación de la banda en escena cumple con lo requerido, con un sonido contundente y acorde al show que redondea el planteo diseñado por Álvaro García Bernasconi desde la partitura escrita por John Kander. Por momentos, la presencia de los bronces amplificados taparon algunas canciones (sobre todo en el comienzo) y las letras no se entendieron del todo; y en algunas ocasiones hubo micrófonos que se apagaron o demoraron en prenderse. Pero estos son aspectos técnicos que no conspiran con la calidad del show en su integridad.

La escenografía es despojada: apenas unas sillas que entran y salen de escena, con un gran espacio libre para el despliegue de las escenas de baile (con dirección coreográfica de María Eugenia Rufino), la orquesta ubicada en altura y unas escaleras que vinculan los espacios que son usadas como un lugar más para la acción. El diseño de luces realizado por Ricardo Rojas prescinde de los planos generales y se centra en cenitales, lo que desafía a los artistas a buscar la luz y ponerse debajo del foco, un aspecto a tener en cuenta en los ajustes.

“Dos horas y media de Broadway en Tucumán” fue la síntesis que se escuchó tras los entusiastas aplausos de pie y las vivas del preestreno.

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