“Que el dolor del otro te duela”. “No importa quién se beneficia de la cosecha, lo importante es sembrar”. Perfecta descripción de la empatía. Lo que le está faltando a este mundo, donde sólo importan los intereses personales, casi nunca se piensa en colectivo. Eso es lo que nos está llevando a no tener líderes, si no personas que se imponen. Los líderes enseñan, guían, acompañan, sienten los triunfos del otro, como propios y sufren sus fracasos. Porque los líderes son maestros, que enseñan y abren las mentes, para que los demás crezcan y prosperen. No tienen temor de la capacidad del otro, al contrario, cuando tienen personas fuertes y capaces, se sienten contenidos. Porque saben compartir y delegar. Entienden que la vida no es una competencia, que no gana el que llega primero, sino él que pudo conservar lazos emocionales, sociales o laborales fuertes. Porque saben que llegar a la cima, a cualquier precio, significa la soledad absoluta. Y que todo lo que se hace de forma egoísta, se derrumba como un castillo de naipes. Los que se imponen usan su poder, ven en él que crece, un futuro rival, no permiten que nadie sobresalga, porque son individualistas, narcisistas e inseguros. Necesitan que en todo momento se les esté halagando y alimentando su ego. No son capaces de sembrar, porque piensan, que ellos no se beneficiarán de los frutos. Por lo tanto, no tiene sentido hacerlo. Por eso todo lo que emprenden está destinado al fracaso. Porque tarde o temprano lo que los llevaba a conducir el grupo, desaparece y con él los seguidores. Porque es como un árbol sin raíces profundas, ni frutos. Que al primer viento fuerte se desprende y derrumba. En cambio, el líder sigue trabajando sin importar sí su trabajo es valorado o no. Lo que importa es que alguien se beneficiará con él. Son sembradores, el que esparce las semillas. Sin importar quién recogerá los frutos. Lo que le importa es que alguien los cosechará, no importa si los puentes que construyeron no los usen, importa que quién los necesite pasara por ellos. Eso falta en nuestra sociedad, líderes en todos los ámbitos. Que luchen por lo justo, lo correcto, por el colectivo y no por el individualismo, mezquino y estéril, con el que hoy nos enfrentamos. Líderes con corazón de niño y alma vieja. Que valoren más soñar en todo lo que se puede construir, que en ser el centro de los reflectores.
Elisa Angélica Pombo