“No tengo tiempo”; “si de desayuno llego tarde al trabajo”; “no tengo hambre por las mañanas”; “prefiero no desayunar así bajo de peso más rápido”, son algunas de las explicaciones de por qué algunas personas prefieren saltar la primera comida del día. Aunque se puede tratar de una simple preferencia personal, lo cierto es que no desayunar tiene una serie de consecuencias para nuestro organismo, por ello ¿qué sucede en nuestro cuerpo cuando nos saltamos el desayuno sistemáticamente?
Una gran cantidad de personas no consume el desayuno de las mañanas, ya sea por preferencia, elección o simplemente porque considera que no queda más remedio cuando las primeras horas del día se pasan tan rápido. Sin embargo, el desayuno podría definirse como el estimulador diario del metabolismo, por lo que quienes no lo consumen pueden encontrar las consecuencias en el resto de su día.
Las consecuencias en nuestro organismo de saltarnos el desayuno todos los días
Estudios elaborados en los Estados Unidos revelan que un cuarto de la población de aquel país regularmente se saltea el desayuno. Estas estadísticas admiten preocupaciones por parte de los especialistas debido a las repercusiones diarias que tiene el no desayunar. Entre aquellas consecuencias, la falta de una primer comida en el día aumenta el riesgo de padecer obesidad.
Aumentan las probabilidades de padecer obesidad
Estudios han revelado que quienes desayunan tienden a presentar una salud más optima, con menores probabilidades de padecer sobrepeso u obesidad, así como un bajo riesgo de enfermedades crónicas. Según la nutricionista Isabel Errandonea, “hay evidencia cada vez más contundente en relación a la importancia de tomar desayuno. En general, la gente (ya sea niños o adultos) que no icorporan el desayuno, presentan más factores de riesgo para su salud como peores hábitos alimenticios, más picoteos, sobrepeso u obesidad, sedentarismo, colesterol elevado, cambios en los niveles de azúcar en la sangre e incluso alteraciones de la regulación del apetito”.
Según la evidencia, aquellos pacientes con sobrepeso tienden a consumir menos calorías al empezar el día que aquellos que presentan un peso normal o saludable. “La estrategia es redistribuir el aporte energético de forma que se aumente el aporte de energía en el desayuno y se reduzca durante el día. Esto, en algunos casos puede, incluso, ayudar a bajar de peso”, señala la especialista.
Los niveles de azúcar bajan considerablemente
El desayuno significa literalmente "romper el ayuno" del tiempo que hemos pasado durmiendo durante la noche. Comer por la mañana ayuda a restaurar el glucógeno y estabilizar los niveles de insulina. Si ignoramos y no reponemos nuestros niveles de glucosa por la mañana, terminaremos sintiéndonos demasiado hambrientos, irritables y fatigados. Estos síntomas son lo primero que experimentaremos por la mañana, especialmente si nos saltamos el desayuno.
Los niveles de estrés aumentan
Desayunar puede tener un efecto positivo en el cortisol, la principal "hormona del estrés" que producen las glándulas suprarrenales. Los niveles de cortisol alcanzan su nivel máximo alrededor de las siete de la mañana, por lo que es importante comer algo para poder reducir los niveles de la hormona. Cuando los niveles de cortisol son demasiado altos, lo más probable es que nos sintamos ansiosos o nerviosos.