En vísperas de Año Nuevo, ¿qué piden los tucumanos para 2026?
El 31 de diciembre amanece distinto en Tucumán. El calor aprieta temprano, el mate corre de mano en mano y la plaza Urquiza se convierte en una escena donde el año que termina empieza a despedirse sin estridencias. No hay todavía brindis, pero sí algo más íntimo. Personas que, casi sin darse cuenta, ponen en palabras qué esperan -o qué ya no esperan- del 2026.
Entre runners y rutinas clásicas de gimnasio al aire libre, una imagen rompe con lo habitual. Un bastón se mueve en el aire como si fuera una espada y los gestos son lentos, precisos, casi ceremoniales. María Rosa, 71 años, practica taichí desde hace ocho. Saluda, hace una reverencia y explica que todo es energía en movimiento. “Esto no cansa, ordena”, dice, mientras habla de respiración, equilibrio y memoria. En vísperas de Año Nuevo, su deseo no pasa por lo material: pide calma, conexión y salud. “Te activa la mente y te abraza el cuerpo”, resume. Para ella, empezar un año nuevo es, ante todo, aprender a bajar un cambio.
Unos metros más allá, sentado con la naturalidad de quien no tiene apuro, Andrés, 20 años, aguarda a dos amigas. No espera mucho del 2026, aclara rápido. “No espero nada”, dice sin dramatismo. Tiene trabajo, terminó el colegio, hizo terapia y dejó el alcohol. La incertidumbre no lo angustia; la acepta. .
La plaza sigue latiendo. Hay grupos que se formaron casi sin planearlo. Madres, niñeras y chicos que se encuentran todos los días, perros que se reconocen antes que sus dueños, mates que no se niegan. Lourdes cuenta que son más de veinte y que la amistad se armó “de a poquito”. Para ellas, el deseo es simple y poderoso: seguir viéndose, que el año que viene las encuentre juntas, a la misma hora, en el mismo lugar.
Lo que piden muchos tucumanos para 2026 no cabe en una lista de objetivos grandilocuentes. Algunos quieren equilibrio, otros continuidad; algunos no piden nada y otros apenas que las cosas sigan su curso.




















