"El Cairo", el bar de la bohemia rosarina que inmortalizó Roberto Fontanarrosa

Del cafetín de los años 40 al imán turístico, que reemplazó las charlas sobre fútbol y política por un público más cosmopolita.

EN EL MICROCENTRO. El bar El Cairo está ubicado en la esquina de las calles Sarmiento y Santa Fe. EN EL MICROCENTRO. El bar "El Cairo" está ubicado en la esquina de las calles Sarmiento y Santa Fe. FOTO DE BRUNO FARANO

Eternizado por Roberto Fontanarrosa en su libro “La mesa de los galanes”, bar “El Cairo” es uno de los espacios más reconocidos de Rosario, rodeado de un halo de misticismo que se convirtió en un imán para los visitantes de la ciudad.

Concebido como un bar de café, abrió sus puertas en 1943 y, en esa época, contaba con billares y era un punto de encuentro en el corazón de la ciudad, más precisamente en la esquina de las calles Sarmiento y Santa Fe, rebautizadas por estos días como Fontanarrosa y (Joan Manuel) Serrat. Aunque no quedan registros, durante años una de las columnas lució una foto que testificaba el encuentro del “Negro” y el cantautor catalán. La desaparición de ese recuerdo, cuentan los empleados del lugar, sigue siendo un misterio.  

Un lugar de paso habitual para los rosarinos que circulaban por el microcentro, “El Cairo” fue, además de construir su clientela, fue metiéndose en la literatura del “Negro”, uno de los rosarinos y “canallas” más reconocidos, que se inspiró en ese ecosistema urbano para confeccionar algunos de sus personajes.

HISTÓRICO. El bar HISTÓRICO. El bar FOTO TOMADA DE LUCATDIS.COM.AR

Un incendio que casi termina con "El Cairo"

Durante décadas fue cambiando poco a poco su fisonomía, hasta que cerró sus puertas en los comienzos del nuevo milenio, aunque lo que casi puso en jaque su continuidad fue un incendio ocurrido en 2004. Pero con nuevos administradores y sin rastros de aquel viejo café y billares por donde transitó la bohemia rosarina, “El Cairo” reabrió y desde hace más de dos décadas en sus mesas ya no se habla tanto de fútbol, política y desamores.

La reconversión trajo de la mano a un aluvión de turistas, que lo eligen por las míticas historias que se cuenta que transcurrieron en sus mesas, por la estampa de Fontanarrosa hecho estatua, apoyado sobre un viejo buzón de correos, y por el simbolismo que representa para todos los rosarinos.

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