Cómo impacta en la memoria dormir mal después de los 50 años, según la ciencia

La mala calidad de sueño no solo afecta el estado de ánimo y la energía cotidiana, sino que también tiene un impacto directo en el funcionamiento de la memoria.

Dormir mal altera la memoria después de los 50 años Dormir mal altera la memoria después de los 50 años La Nación
04 Noviembre 2024

A partir de los 50 años, muchos adultos comienzan a notar cambios en su memoria, una preocupación que, en algunos casos, se convierte en alarma. Sin embargo, más allá del paso del tiempo, uno de los factores que puede estar contribuyendo de forma silenciosa a estos problemas de memoria es la calidad del sueño. 

Dormir mal no solo afecta el estado de ánimo y la energía cotidiana, sino que, según estudios recientes, también tiene un impacto directo en el funcionamiento de la memoria. La falta de sueño reparador o el insomnio prolongado pueden acelerar el deterioro cognitivo, afectando la capacidad de recordar detalles, tomar decisiones y hasta realizar tareas diarias con precisión. Pero ¿por qué el sueño es tan crucial para la memoria en esta etapa de la vida?

¿Cómo impacta en la memoria dormir mal después de los 50 años?

Las personas de mediana edad que sufren de problemas para conciliar el sueño, muestran más signos de deterioro cerebral en etapas avanzadas de la vida, según un estudio publicado en Neurology, la revista médica de la Academia Estadounidense de Neurología, realizado por la Universidad de California en San Francisco.

Según un artículo de Infosalus, este estudio evidencia una asociación entre una mala calidad del sueño y los signos de deterioro cerebral. Esta investigación, que utilizó escáneres cerebrales para determinar la edad cerebral de los participantes, sugiere que la falta de sueño podría estar vinculada a casi tres años adicionales de envejecimiento cerebral en la mediana edad.

El estudio incluyó a 589 personas con una edad promedio de 40 años al inicio. Los participantes llenaron cuestionarios sobre el sueño al inicio del estudio y cinco años después, y se realizaron exploraciones cerebrales 15 años después de comenzar la investigación.

Los investigadores revisaron las respuestas a preguntas sobre problemas de sueño, como las dificultades para conciliar el sueño, despertarse varias veces durante la noche o levantarse demasiado temprano. Evaluaron seis características de sueño deficiente para cada participante:

Corta duración de sueño

Mala calidad de sueño

Dificultad para conciliar el sueño

Dificultad para permanecer dormido

Despertar temprano

Somnolencia diurna.

Los participantes se dividieron en tres grupos: bajo nivel (una característica de sueño deficiente), medio (dos a tres) y alto (más de tres). Al inicio, alrededor del 70% estaban en el grupo bajo, el 22% en el medio y el 8% en el alto.

Se analizaron las imágenes cerebrales, correlacionando el encogimiento cerebral con la edad. Se utilizó aprendizaje automático para determinar la edad cerebral de cada participante.

La mala calidad del sueño, las dificultades para conciliar el sueño y el despertar temprano se asociaron con una mayor edad cerebral, especialmente cuando estas características se presentaron de forma constante durante cinco años.

"Nuestros hallazgos resaltan la importancia de abordar los problemas de sueño a una edad más temprana para preservar la salud cerebral, lo que incluye mantener un horario de sueño constante, hacer ejercicio, evitar la cafeína y el alcohol antes de acostarse y utilizar técnicas de relajación", confirma la autora Kristine Yaffe, de la Universidad de California en San Francisco y miembro de la Academia Estadounidense de Neurología.

Estrategias para dormir mejor

Para cuidar la salud cerebral y prevenir problemas de memoria, es fundamental adoptar hábitos que favorezcan un buen descanso:

- Mantener un horario regular: intentá acostarte y levantarte a la misma hora todos los días, incluso los fines de semana.

-Crear un ambiente propicio: asegurate de que tu dormitorio sea oscuro, tranquilo y a una temperatura agradable.

- Limitar la cafeína y el alcohol: evitá el consumo de estas sustancias, especialmente en las horas previas a dormir.

- Incorporar actividad física: realizá ejercicio de forma regular, pero evitá hacer actividades intensas justo antes de dormir.

- Establecer una rutina de relajación: practicá técnicas como la meditación o la lectura para calmar la mente antes de acostarte.

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