El 3 de diciembre se celebran el Día del Médico, en honor al Dr. Carlos Finlay, y el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, Disposición de Naciones Unidas de 1992, y que sean en la misma fecha es una curiosa y fortuita coincidencia. Pues bien, buceando en la que fue la extraordinaria biblioteca de mi padre, médico, también en curiosa coincidencia, hallé el libro autobiográfico de una discapacitada severa. Obra esta que forma parte hoy del programa de literatura de muchas escuelas de los EEUU. Su autora, en 1999, obtuvo el quinto puesto en una encuesta de la Gallup sobre las personas mas admiradas del siglo XX. Ella se llamaba Helen Adams Keller y llegó a este mundo un 27 de junio de 1880 en el poblado de Tuscumbia, estado de Alabama en los EEUU. Siendo una bebita sana, a los tan solo 19 meses de vida, cursó con una enfermedad infecciosa que todavía resulta un misterio, se cree que pudo tratarse de una escarlatina o meningitis, que la dejó completamente ciega y sorda. Decía Emma Colmenares de Riou: “destino cruel el que aprisionó a esta niñita de 19 meses dentro de una cárcel de silencio y oscuridad cuando apenas comenzaba a vivir”. El gran paso lo dio Helen Keller recién cuando con tan solo 7 años de edad sus padres recurrieron a Alejandro Graham Bell quien los conecto con escuelas y profesores para carentes de vista y oídos. El afamado inventor del teléfono, Bell, los derivó al Instituto Perkins de Boston, que todavía funciona, donde conoció a Anne Sullivan, la que sería después su maestra y que le cambiaría su vida para siempre. Anne padecía una ceguera parcial, pero con perseverancia y amor se bastó con sus manos, las vibraciones de su garganta y el olfato para hacerle conocer a Helen todo lo que las rodeaba. Helen había perdido el oído y la vista, pero desarrollado muy bien las facultades de su mente: el juicio, la comprensión y el razonamiento. Con ello salió adelante. De la mano de Anne Sullivan, por mas de 40 años, su maestra dedicada y dispuesta a enseñarle todo con el contacto y las manos, esas manos que llegaron a ser los ojos de Helen Keller quien realizó una fecunda labor en favor de los discapacitados: libros, conferencias y testimonios de valor y esperanza donde quiera que ella fue. Helen fue un ejemplo de superación y coraje en su lucha por los discapacitados. Una película de 1962: “Ana de los Milagros” la hizo aun mas popular mundialmente. El 3 de diciembre, Dia del Médico, saludaré a mis colegas, a mi querido hijo médico y en un silencio intimo a mi padre. Pero ese día también rendiré mi humilde tributo, en el Dia de la Discapacidad, a esa mujer hoy casi en el olvido que fue Helen Keller que aprendió a vivir sin ver y sin oír. Y un homenaje, a través de ella, para todas las personas que portan algún tipo de minusvalía y que tienen su cuota de lucha diaria de superación. Tenemos que situarnos en la primera mitad del siglo XX y pensar que en esa época poco se consideraban a las discapacidades y hasta se las llegaban a ocultar por vergüenza. Hoy tienen leyes que los defienden y hasta existen exitosamente los Juegos Deportivos Paralímpicos. Poco antes de dejarnos ella exclamó: “en estos oscuros y silenciosos años Dios ha estado utilizando mi vida para un propósito que no conozco, pero un día lo entenderé y entonces estaré satisfecha”. Falleció el 1 de junio de 1967 a los 87 años. Sin dudas fue una persona excepcional, una mente privilegiada y un ejemplo de tesón, de fe y de autosuperación para nosotros y para la humanidad toda.
Juan L. Marcotullio