La marcha inexorable del tiempo, es inversamente proporcional a las necesidades financieras de un Presidente obsesionado en la búsqueda de recursos para levantar el cepo, y afrontar los vencimientos internacionales, que ya se perfilan amenazantes en el horizonte financiero mundial. La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca es una bocanada de aire fresco para un Milei asfixiado por la falta de reservas netas que le den un alivio temporal, frente a la presión ya incontenible de los mercados, que buscan zafar del cepo. Desde el inicio de la disputa electoral entre Trump y Harris, enmarcada por la paridad de las encuestas, Milei se vistió de rojo y de azul, según lo indicaban las mediciones. La llegada del magnate a la Casa Blanca desbordó a un Milei que dominado por una euforia ajena, y con las esperanzas puesta en Elon Musk, puso a disposición del nuevo inquilino quizás a modo de “garantía”, el patrimonio nacional, buscando zafar de las encerronas comerciales, financieras y cambiarias. En el ámbito del comercio internacional, el aumento de los aranceles a las importaciones, que influirán en el precio final, de los productos que ingresan al País del Norte, les restarán competividad a las exportaciones locales, por los principios “proteccionistas” de Trump, en contraposición con los principios “aperturistas” de Milei, que al eliminar aranceles, facilitó el ingreso de productos importados en detrimento de la industria nacional. En el ámbito financiero y cambiario, las necesidades de Milei girarán en torno a la falta de dólares, para levantar el cepo, afrontar los vencimientos de 2025, o en última instancia diferirlos. EL éxito de la gestión, dependerá de la presión de Trump ante el FMI, que podría ser eclipsada , por los miembros del BRICS, con los antecedente del préstamo a Macri, como argumento. En resumen, a pesar de la euforia de Milei, las tensiones de la política internacional, por lo menos retrasarán las soluciones a la crisis del Gobierno Nacional.
José Emilio Gómez