Cartas de lectores: La universidad gratuita

Hace 22 Hs

Miles y miles de estudiantes  adultos, i.e.: aquellos que superaron la etapa del secundario y van por más, se alzaron en pie de guerra ante la  alarmante  noticia  falsa (“fake news”) de que el Presidente  ha decidido  arancelar  el nivel superior. No es verdad, pero el sólo rumor bastó para que se comience a  batir  “tambores de guerra” para  luchar contra  la “insólita” idea. Recordemos que los estudios superiores nacieron arancelados, como en todos los países del mundo, democráticos o no. Estos eran un privilegio reservado sólo para las familias pudientes, pues los profesores debían ser debidamente retribuidos. Además, el Estado ya consideraba cumplida su misión de brindar gratuitamente la educación básica necesaria. La universidad quedaba reservada para las pocas familias pudientes, al igual que en cualquier otro lugar del mundo. Se pagaba  una tarifa mensual llamada “arancel”, inaccesible al vulgo, que, por la edad, ya tenía que comenzar a trabajar. El propio Alberdi, que sentó las bases para la Constitución, pudo acceder a esos claustros superiores gracias a una beca obtenida por contactos especiales. Fue un militar, el Gral. Perón, quien se preocupó por ampliar y abaratar los costos de tal nivel para llegar a la gratuidad, a diferencia de todos los otros países. Esto lo pudo hacer porque había mucho, mucho dinero en las arcas del Estado. Y este era bien controlado. ¡Con mano militar! Así es como nació la universidad gratuita, no arancelada como los demás países, especialmente los vecinos, que se sirven de ella frontal y descaradamente. Nosotros somos afortunados, pues con voluntad ahora cualquiera puede llegar a ser un profesional de estudios universitarios. ¡Bien ahí! Pero los tiempos han cambiado. También los políticos, y la plata comienza a escasear. ¡No hay plata!,  vocifera Milei . Y... ¿por culpa de quién? ¡No se sabe! Y además... ¿Para qué saber?

Darío Albornoz                                 

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