Dentro de la cancha no hubo dudas. “Si, el gol fue mío”, indicó María Agustina Bringas. En el estadio de Avenida Benjamín Aráoz al 700 había mucho ruido, humo de colores, distracción por todas partes porque el partido se jugaba con una fiesta del público en las tribunas. Ese gol con el que Natación y Gimnasia venció a San Martín llegó en un momento complicado del día. Ese en que los ojos se están calibrando con algunas dudas porque la luz natural se apaga, pero no del todo, y la oscuridad de la noche empieza.
Para ayudar, las luces de la mejor cancha de hockey que tiene la provincia ya estaban encendidas. Pese a la buena iluminación, desde las tribunas y los costados -incluso en la planilla el gol fue adjudicado a otra jugadora- hubo dudas de quién había sido la goleadora. “Fue un barrido, de ‘Agus’ Barreiro (ella figura como la autora), y yo por suerte la desvié”, explicó Bringas. Natación y Gimnasia ganó la Superfinal con su gol y se quedó con la corona absoluta de la temporada.
Por su posición de delantera, Bringas está acostumbrada a marcar goles. Los hizo en varias categorías, pero el que marcó ante las "Gladiadoras" no tiene comparación. “Es el más importante hasta aquí, sí”, reconoció. Aunque ya había anotado en partidos definitorios para que su equipo se consagre, este gol es superior porque es la primera copa absoluta del equipo de Primera de damas que se guardará en las vitrinas de la institución.
El partido
El único tanto llegó desde un córner corto. En el segundo cuarto, Natación y Gimnasia pudo plasmar la superioridad que venía ejerciendo. “Fue un gol trabajado. Durante dos semanas preparamos esta jugada, y por suerte se dio”, afirmó Bringas, responsable de un festejo frenético en las tribunas. Todavía faltaba mucho para sellar el año histórico.
Las jugadas con la bocha quieta muchas veces resuelven partidos y así lo entendió Santiago Vargas, DT campeón, en la semana previa a la Superfinal. Si bien su estrategia se centró durante toda la temporada en darle prioridad al juego al ras del sintético, no descuidó la jugada fija. Así aprovechó la superficie de césped sintético de agua, donde la bocha corre más rápido que en la de arena y anuló el poderío físico característico de las rivales dirigidas por Francisco Ruiz Hidalgo. “Desde que llegué a Natación, siempre quise que el equipo juegue, que la bocha esté dinámica y en movimiento. Este año logramos sostener esa filosofía hasta la final y es algo muy valioso”, aseguró Vargas.
Antes de la conquista, Natación y Gimnasia ya había dado muestra de que potenció el desarrollo de los córners cortos. Porque hubo una jugada fija que Anna Ortiz, arquera de las “Gladiadoras” tapó, con una de sus piernas.
Ortiz tuvo otras intervenciones. Y eso se sintió. “Me hubiera gustado que haya otro gol, para sentenciar un poquito más el partido y no llegar hasta el final tan apretados, pero así son las finales”, analizó Vargas.
Fue un partido de ida y vuelta en el que Natación y Gimnasia prevaleció en la posesión de la bocha y supo recuperarla mucho más que su rival.
En el tercero y en el último cuarto, San Martín tuvo más presencia en la cancha. Si bien mejoró en las conexiones, entre las mediocampistas y las atacantes, no logró tener claridad para cerrar los embates. A esa altura, las “Gladiadoras” empezaron a apelar a un juego mucho más friccionado y de choque, al mismo tiempo peligroso, porque esa opción las ponía al límite de las amonestaciones.
En ese sentido, Malena Fernández fue desequilibrante, por las bandas. “Es lo que más me piden, que corra, que ataque. Lo pude hacer”, sostuvo la número ocho de Natación y Gimnasia. Fernández reconoció que estuvieron ocupadas y no preocupadas porque San Martín venía con ritmo de alta competencia (el lugar en la Superfinal lo lograron el fin de semana pasado) y ellas no jugaban oficialmente desde hacía dos semanas. “Nos lo habíamos planteado, por una cuestión mental de que no nos juegue en contra, pero no era una preocupación”, explicó. “Creo que hemos podido desplegar durante todo el año nuestro juego siempre. Y eso se vio en la Superfinal”, destacó Fernández ya en calma después de festejar y recuperar el aliento.
Si bien su rendimiento fue clave en el partido, la que hizo de todo fue Carla Moyano. Jugó como si fuera su último partido porque precisamente lo fue. Del mediocampo hacia adelante, fue siempre a buscar el gol. Apenas por centímetros se replegó para asistir y volver inmediatamente a ponerse en “modo ataque final”.
El gol no llegó, pero sí demostró porqué un grupo de pequeñas jugadoras vestían la camiseta número cinco, la que ella vistió y que quedará como referencia en la historia de Natación y Gimnasia. Al igual que la versión 2024 del equipo de Primera femenino que por primera vez puso a las “Blancas” en lo más alto del hockey tucumano.