“Hay algo que no podemos dejar de hacer, algo que necesitamos con desesperación”, dice María Neira, responsable de Medio Ambiente en la Organización Mundial de la Salud (OMS) durante una charla TEDx. Su afirmación da lugar a múltiples respuestas, aunque nadie menciona la evidente: “respirar”, lanza. Ese proceso automatizado por el cual todos nos mantenemos vivos hoy significa un peligro en algunas partes del mundo.
La experta detalla durante su exposición los riesgos que suponen los altísimos niveles de contaminación ambiental que afectan, en especial, al sur global del planeta. “En India, los cirujanos están operando a chicos de 17 años que tienen pulmones similares a los de un anciano de 80 que ha fumado toda su vida adulta”, ejemplifica. Tucumán está dentro de esa parte del planisferio y los datos recientemente obtenidos por investigadores locales son alarmantes.
Rodrigo Gibilisco es un científico tucumano que trabaja hace muchos años en el tema y ha logrado demostrar que en la provincia la situación es grave, en especial entre mayo y septiembre, meses que coinciden con la zafra, la cosecha del limón y la sequía habitual de la época. Su nombre hace ruido, no solo en la comunidad científica sino entre productores, políticos y ONG que han empezado a mirar el asunto con preocupación. ¡Y en buena hora!
Gibilisco se graduó en la Facultad de Química, Bioquímica y Farmacia de la UNT y viajó a Córdoba para especializarse en atmósfera. Más tarde, una beca de la Fundación Humboldt le permitió continuar sus estudios en Alemania. “Fue un antes y un después en mi vida -cuenta-. Esa experiencia significó un cambio de perspectiva para mí. Entendí que no es normal ver un campo quemado, que lluevan cenizas o que en determinada época del año nos ardan los ojos”.
Cuando regresó en 2021 a Tucumán decidió investigar y por medio de un proyecto financiado por esa Fundación comenzó a monitorear el aire y a determinar el nivel de contaminación de nuestra atmósfera, así como los orígenes de esa polución.
“Por primera vez en la historia de Tucumán tenemos datos reales, avalados por un método científico, sobre la calidad del aire que respiramos”, dice entusiasmado. La información conseguida por el experto y su equipo le ha permitido además calcular cuánta vida le roba el aire contaminado a quienes viven en los lugares más perjudicados. Si nada cambia los tucumanos viviremos, en promedio, dos años menos que el resto de los habitantes de nuestro país.
Gibilisco descubrió que las concentraciones de material particulado fino (PM2,5) en el aire durante la zafra superan los 30 microgramos por metro cúbico, lo que coloca a la población en una situación de vulnerabilidad. Esto quiere decir que los niveles de polución del aire en el “Jardín de la República” son seis veces mayores de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud.
Las mediciones realizadas por expertos locales fueron tan reveladoras que el instituto de Política Energética de la Universidad de Chicago (EPIC) envió fondos para implementar en las provincias vecinas una red de monitoreo similar a la que existe en Tucumán.
Mediante un modelo informático, expertos tucumanos -en conjunto con investigadores de la Sociedad Iberoamericana de Salud Ambiental- descubrieron que la quema de biomasa podría ser la causante de 900 muertes al año en la provincia. Los datos fueron expuestos en un congreso virtual del que participaron referentes de todo el mundo.
Se trata de un problema evidente en la salud pública. En Tucumán cada año se registran más de 8.000 fallecimientos por causas no accidentales, es decir, enfermedades que tienen otros orígenes. Varios de ellos podrían relacionarse con efectos de la contaminación. Mediante un software de la OMS se pudo calcular que, de esas muertes, casi 900 podrían atribuirse a la mala calidad del aire, cuya fuente puede ser la quema agrícola, el tránsito automotor -y sus gases- o la combustión de biomasa.
En los últimos años, Gibilisco obtuvo el respaldo de instituciones clave, como la Facultad de Medicina de la UNT, donde impulsó la creación del programa “Aire Saludable”. Allí se promueven investigaciones innovadoras sobre contaminación ambiental. Su estudio no solo ha ganado reconocimiento, siendo premiado en el Congreso Nacional de Enfermedades Respiratorias; también ha movilizado a la Secretaría de Medio Ambiente de la Provincia y a la Municipalidad capitalina, que han implementado diversas acciones.
No obstante, Gibilisco sostiene que el mejor recurso para reducir la contaminación no pasa únicamente por los avances tecnológicos, ya que es necesaria una voluntad política y social sostenida para impulsar, financiar y hacer cumplir iniciativas de aire limpio en Tucumán.
El ejemplo de China se abre como un camino esperanzador, por las medidas que han llevado a ese país a reducir sus niveles de contaminación del aire en un 40% entre 2013 y 2020, según el informe presentado por el EPIC y realizado a partir de mediciones satelitales.
Para ello, China prohibió la construcción de nuevas plantas de carbón en las ciudades y regiones más contaminadas; se redujo la producción de hierro y acero en la industria; y en ciudades como Pekín, Shanghai y Guangzhou se restringió la cantidad de automóviles en circulación disponiendo cuotas diarias y se limitó el número de matrículas nuevas cada año.
“No se trata de encontrar culpables, sino de avanzar con objetivos claros hacia una solución conjunta”, dice Gibilisco. El experto sugiere plantear como meta la “Descontaminación de Tucumán para 2040”.
¿Cómo?
- Avanzar hacia una política estricta de control de incendios, sobre todo en las zonas más perjudicadas, como el sur de la provincia.
- Controlar las emisiones de los autos y vehículos que circulan en la ciudad. Aunque es una norma que deberían auditar mediante la Verificación Técnica Vehicular (VTV), procedimiento obligatorio en nuestro país, no es determinante a la hora de aprobar el control.
- Trabajar en conjunto con el sector privado.
- Concientizar sobre los efectos en la salud de la población.
“Cuando por ignorancia u omisión alguien decide no decir la verdad es peligroso -subraya Gibilisco-. Debemos animarnos a reconocer el problema, porque existe y tenemos los datos”.