Tyson Fury, grandeza y decadencia de un campeón fuera de lo común

Su último combate fue el 21 de diciembre en Arabia Saudita. El británico perdió ante el ucraniano Oleksander Usyk, sin poder recuperar los títulos de peso pesado que cedió también contra el mismo púgil en mayo del año pasado.

COMBATIVO. Fury peleó en el ring, al igual que en su vida misma. COMBATIVO. Fury peleó en el ring, al igual que en su vida misma.
13 Enero 2025

"Showman", algo "bocón" pero corazón de león sobre el cuadrilátero, Tyson Fury superó episodios depresivos ante una vida difícil, así como suspensiones y el sobrepeso para hacerse con el reinado en pesados, antes de un declive que le ha llevado a su enésima retirada.

Caer y levantarse. Ese podría ser el epitafio de la carrera del británico, en caso de que este sea su adiós definitivo después de que ya hubiese anunciado en varias ocasiones que colgaba los guantes.

Las dos derrotas sufridas en 2024 -las únicas en 37 peleas (34 victorias, 1 empate)- contra Oleksandr Usyk, podrían haberle hecho dudar de su capacidad de volver a ser el número uno a sus 36 años.

A menos que el puente de oro que le ofrecen desde hace años los promotores para un enfrentamiento contra su compatriota Anthony Joshua no le haga cambiar de opinión, Fury se dispone a enfrentarse a otro tipo de adversario: él mismo.

Gypsy King

Mucho antes de convertirse en una fuerza de la naturaleza de 2,06 metros y 127 kilos, el púgil de Wythenshawe, cerca de Mánchester, tuvo que luchar desde su más tierna edad. Bebé prematuro, los médicos eran pesimistas sobre sus opciones de sobrevivir.

Procedente de una familia de gitanos irlandeses, el joven Tyson lleva el combate en los genes. Su tío Peter entrenó brevemente a Mike Tyson, y su padre, que lo llamó así en homenaje al antiguo campeón estadounidense, peleó durante mucho tiempo con las manos desnudas sin licencia, antes de pasar a profesional y ser condenado a 11 años de cárcel por reventar el ojo a otro hombre en una pelea de bar.

También se le otorga un lejano vínculo de parentesco con Bartley Gorman, el "Rey de los Gitanos", campeón de Gran Bretaña y de Irlanda de peleas clandestinas sin guantes en antros entre 1972 y 1992.

Pero para la posteridad del boxeo, el "Gypsy King" (Rey Gitano) será Fury, para el que "pertenecer a esta comunidad, es permanente... es mi vida, es lo que soy, y así sea millonario, siempre viviré en una caravana".

Tras pasar a profesional en 2008, alcanzó en una primera ocasión la cumbre siete años después, destronando sorpresivamente a Wladimir Klitschko para hacerse con los títulos AMB-OMB-FIB.

Había nacido una estrella, capaz de disfrazarse antes de los combates de Batman, centurión romano o rey coronado, o de cantar sobre el ring, sobre todo 'Sweet Caroline' de Neil Diamond.

"Siempre seré gordo"

Pero Fury no tardó en conocer un descenso a los infiernos. Tras dar positivo por cocaína, despojado de sus títulos y diagnosticado como bipolar, cayó presa de una profunda depresión. "Espero que venga alguien a matarme antes de que me suicide", confesaba en 2016.

Recuperó su carrera en 2018. Y con ella una barriga inusual en deportistas de élite. "No cambiaré nunca. Siempre seré gordo y blanco", dijo. Ante el estadounidense Deontay Wilder se fue al suelo pero se levantó dos veces en su primer combate, para un nulo que sorprendió al mundo del boxeo.

Los dos enfrentamientos siguientes, ganados por el británico, dejaron para la posteridad una trilogía épica.

Comienzan entonces a ser pocos los rivales a su altura. La gran pelea contra Joshua no llega a concretarse, y Fury se cansa de esperar. Hasta el surgimiento de Oleksandr Usyk, poseedor de los títulos AMB, FIB y OMB.

Fury pierde el primer combate por puntos, en ausencia de su esposa París, que pierde a su octavo hijo en un aborto espontáneo.

Fury promete cuidarse para la revancha. Lo hace, pero el ucraniano se muestra más fuerte. El "Gypsy King" no cae en 24 asaltos, pero pierde su aura. Y ello le lleva a colgar los guantes, quizá definitivamente.

Comentarios