Entre insultos y amenazas de todo tipo, Trump y Milei: dos potencias se saludan

Por Hugo E. Grimaldi.

ARCHIVO ARCHIVO
25 Enero 2025

Por más que las redes sociales argentas no dejan de batir el parche, hay una cuestión de poderío y nadie debería confundir el actual protagonismo mundial, hasta estelar si se quiere, de Javier Milei, comparado con el aura más que disruptiva que de verdad tiene Donald Trump. Más allá de la potencia que comanda, la currícula personal del presidente de los Estados Unidos incluye rasgos narcisistas, falta de humildad, tendencia a la manipulación, intolerancia, explosiones de agresividad y fanatismos varios que, igualmente, lo han puesto al frente de la Casa Blanca otra vez.

A lo sumo, el presidente argentino lo imita modestamente en algunos de esos rasgos desde los confines del barrio y reconoce seguramente que su ubicación global está varias filas por detrás del estadounidense, tal como le pasó en el Capitolio donde quedó arrumbado contra una pared en la ceremonia de asunción y lejos de las cámaras de la TV. No son para nada pares, pero Milei y Trump sí son simultáneos y eso invita a un cierto cotejo, sobre todo desde aspectos prácticos, pero también desde costados bien intrincados de sus personalidades.

Ahora que está de moda la Antigüedad clásica, vale recordar al autor de “Vidas paralelas”, el griego Plutarco, quien fue un ensayista que vivió entre los siglos I y II después de Cristo. El escritor le puso mucho de entretenimiento a su obra, aunque su principal propósito literario fue comparar las vidas de griegos y romanos ilustres, buscando mostrar tanto sus similitudes como sus diferencias. Al contraponer las biografías, Plutarco pretendía extraer lecciones morales y filosóficas y transmitir las virtudes y los vicios de los personajes, sirviendo como modelos a seguir o a evitar.

El autor no se limitó a cotejar a sus personajes basándose en una única característica, sino que tejió una rica trama de símiles entre pares u oponentes, ya sea pensadores, guerreros o gobernantes, que abarcaban diversos aspectos de la vida humana: virtudes y vicios; fortalezas y debilidades; éxitos y fracasos, pero por sobre todo los caracteres de los personajes elegidos a quienes exploró a fondo en motivaciones, emociones y personalidades.

Por ejemplo, retrató a Teseo y a Rómulo, ambos fundadores legendarios de ciudades-estado, Atenas y Roma respectivamente y los pesó por su papel en la creación de instituciones políticas y sociales, así como por sus hazañas legendarias. El objetivo no era simplemente establecer quién era mejor o peor, sino más bien comprender la complejidad de la naturaleza humana y las circunstancias históricas que moldeaban a los individuos.

Finalmente, a través de sus compulsas vis a vis, Plutarco buscaba extraer lecciones universales sobre la vida y la condición humana.

En la actualidad, cosas del marketing y aprovechando la irrupción simultánea de los dos, los fieles mileístas tratan de hacer algo parecido para igualar al presidente argentino con Trump inflando su imagen. Así, arremeten contra todos los que osan decir lo obvio: que en la comparación entre ambos hay un mundo de distancia. Milei lo sabe de seguro, pero finalmente se presta al juego.

Por más que él piensa, tal como lo dice desde hace tiempo, sobre muchos de los tópicos que abordó en su discurso en Davos, el de la cultura woke en primer lugar, lo que parece cierto es, que esta vez, se colgó pícaramente de la sotana del norteamericano con temas casi calcados. Una periodista argentina fue crucificada por Milei porque refirió que en la cita suiza no gustó tanto su discurso como el que desarrolló el año anterior. Eso quizás sucedió porque esta vez copió en demasía.

Más allá de los redoblantes del aparato construido en las redes por la Casa Rosada, está claro que no hay compulsa posible debido a la distancia que mete el poderío y porque es evidente que la Argentina está casi fuera de cualquier mesa de decisión. Igualmente, Milei aprovechó para meter sus fichas ideológicas ahora que hay un acentuado corrimiento hacia posiciones de derecha en muchos lugares del mundo. Y lo hizo a su estilo, con el atropello alocado del elefante que ingresa en el bazar y que rompe todo lo que se pone por delante, sin omitir insultos ni descalificaciones.

El Presidente celebró a través de las redes sociales que “el mundo cambió” y dijo que “ahora también recuperamos la tierra de la libertad” en alusión a los EEUU y “a nuestro querido Donald Trump”. Y compadreó: “no sólo no les tenemos miedo, sino que los vamos a ir a buscar hasta el último rincón del planeta en defensa de la libertad. Zurdos, h... de p... tiemblen”, se despachó peligrosamente. Tal como se posiciona Trump, el marketing del presidente argentino es similar: hacerse notar y no comulgar con los tibios porque sabe que eso le da rating e imagen. Así, al menos se lo transmiten quienes lo llevan comunicacionalmente a Milei por la vida política.

Ambos son populistas, pero la mayor diferencia entre los dos presidentes es que el de los Estados Unidos no es libertario y tiene una visión más conservadora del Estado, ya que debe convivir con apoyos internos de diversa índole, algo de lo que Milei carece por ahora, más allá de la notable luna de miel que mantiene con el electorado debido a las cuestiones derivadas del manejo económico, por el lado de la estabilidad sobre todo y a la permanente partida de ajedrez que juega con la oposición hasta que lleguen las elecciones..

De allí, que el caballito de batalla de Trump sea el comercio entendido como bastión proteccionista, medicina que podría tener que tomar la Argentina vía aranceles en temas críticos, tal como son el acero o los limones. Tampoco el presidente argentino debería rasgarse demasiado las vestiduras, porque son muchos los peldaños de la economía que funcionan aquí a partir del dedo o de las reglamentaciones oficiales, el tipo de cambio sin ir más lejos.

Con dichos aprietes comerciales, el presidente Trump busca poner en la horma a México y a Canadá y ahora a Dinamarca, país que no quiere saber nada de venderle Groenlandia a los EEUU. Por eso, más allá de cualquier apoyo del Departamento del Tesoro para conseguir fondos del FMI que permitan recomponer las Reservas negativas que dejó el gobierno anterior y salir del cepo, está la pretensión del argentino para suscribir un Tratado de Libre Comercio que aligere las trabas comerciales, algo que claramente se da de patadas con el Mercosur y disparará más munición gruesa con Brasil.

En las últimas horas, apareció también entre ambos presidentes una impensada grieta en relación de Elon Musk. Milei elogió al magnate especialmente en Davos, a partir de la compra de la red social X, “uno de sus grandes aportes a la humanidad”. Según el presidente argentino, la plataforma “estaba programada para cancelar cualquier discurso que no fuera el discurso woke hegemónico. Por eso, toda la progresía internacional se monta sobre un inocente gesto (su brazo derecho levantado) que lo único que significa es su entusiasmo y gratitud con la gente, para tildarlo de nazi”, señaló.

Ocurre que Musk es además un outsider frente a Trump y a si bien a él le responde como responsable del nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental, con su también complicada forma de ser lo acaba de correr al nuevo presidente generando una disputa vía Internet con el director ejecutivo de OpenAI sobre el proyecto de infraestructura de inteligencia artificial Stargate que  promocionara Trump a principios de la semana.

Pues bien, Musk cuestionó fuerte la inversión horas después desde la red social X, su plataforma y dividió aguas que no se sabe si se van a aquietar. Tarea para Plutarco en esa comparación más atinada de potencias. Es en todo este malévolo juego de pinzas donde el presidente argentino no logra acomodar aún su humanidad, ya que los gestos de Musk que puedan balancear el manual woke que él tanto critica lo estarían poniendo lejos también de otro de sus aliados intelectuales: Israel. De allí que, con la cabeza más fría, los próximos pasos de Milei deberán ser ponerse a trabajar puertas para adentro sin mirar tanto a los eventuales aliados de derecha, casi todos de diferente pelaje en un mundo que sigue siendo hoy más práctico que ideológico. Trump es un fiel exponente de ese pragmatismo y al lado de él, Milei es apenas un aprendiz de brujo.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios