
La historia se escribe con sacrificio, con entrega, con fe y con goles. Y Graneros está a un paso de inscribir su nombre en los primeros planos del fútbol del interior, algo impensado tiempo atrás.
Desde las 18.15, en el estadio de Sportivo Belgrano de San Francisco, enfrentará a Gimnasia y Esgrima de Chivilcoy en una final a todo o nada. El premio es inmenso: el ascenso al Federal A.
En el pueblo tucumano no se habla de otra cosa. Las calles están teñidas de verde y blanco, los vecinos sueñan con el gran día, y cientos de hinchas se comprometieron a estar en Córdoba para alentar al equipo. Porque Graneros no juega solo: juega con su gente, con su historia y con la ilusión de toda una comunidad.
Los goles que llevaron a Graneros a esta instancia tienen dos nombres: Facundo Cruz y Matías López. Ambos tienen 26 años, y entre los dos suman 11 gritos en el Regional Federal. Además, los dos tienen la misma obsesión: lograr el ascenso a la tercera categoría del fútbol criollo.
Cruz, el hombre de la fe y el sacrificio, viene atravesando un gran momento. Sus goles en el torneo han despertado el interés de equipos del Federal A y de la Primera Nacional, pero su cabeza no se sale de órbita: “Estoy viviendo un gran sueño y espero que el torneo termine como esperamos todos. Este momento hay que aprovecharlo al máximo”, dice con la convicción de alguien que ya conoce lo que es jugar una final.
Hace un año llegó a Graneros y encontró más que un equipo: encontró una nueva vida. La suya no fue una historia fácil. “El año pasado la estaba pasando mal. Me lesioné, me separé después de 11 años y tuve problemas en casa… Todo mal. Pero empecé a rezar, a pedirle a Dios, y las cosas fueron mejorando. Por eso a cada gol lo celebro levantando mi camiseta y mostrando la remera que dice ‘La Gloria de Dios’. Todo lo que me está pasando se lo debo a Él”, confiesa con emoción.
Pero Cruz no solo vive del gol, también defiende. “Un delantero se alimenta de tantos, pero también hay que pelear en cada pelota parada. Tengo una elasticidad que me ayuda mucho en el juego aéreo; de chico jugaba de líbero en Social Monteros y eso me ayudó a saltar bien”, agrega.
Cruz la tiene clarísima. Sabe a la perfección lo que se juega Graneros. “A las finales se las juegan con los dientes apretados. No podemos entrar dormidos como contra San Miguel o Pocitos porque no hay margen de error. Gimnasia juega mucho a la segunda pelota, pero confiamos en nuestro grupo. Estamos unidos con un solo objetivo: ascender”.
Desde Misiones a Graneros, López encontró en este club su hogar. “Estamos muy bien, con muchas ganas de jugar ya. La ilusión de la gente se siente en cada rincón del pueblo; nos alientan siempre y seguro muchos viajarán a San Francisco”, cuenta con orgullo, dejando en claro que el equipo está listo para dar el salto. “Venimos con una base de jugadores que lleva dos temporadas juntos; con una idea clara y un cuerpo técnico que nos aporta experiencia. Nos sentimos sólidos, comprometidos y sabemos que podemos quedar en la historia del club”.
Como todo delantero, sueña con hacer un gol en la final, pero sabe que lo más importante es el resultado final. “Estos partidos se definen por detalles. Hay que estar concentrados, ser inteligentes para jugar y no cometer errores. Más allá de quién haga el gol, lo que importa es que logremos el ascenso”.
No hay revancha. No hay margen de error. Son 90 minutos que pueden cambiar la historia de Graneros. Cruz y López son los nombres que ilusionan a todo el pueblo, pero detrás de ellos hay un equipo, un cuerpo técnico y una hinchada que está lista para dar la vida por el ascenso.
El sueño está ahí, al alcance de la mano. Graneros está listo para hacer historia. (Producción periodística: Carlos Oardi)