El ascenso se le escapó a Deportivo Graneros: jugó con un hombre menos, tuvo un dudoso penal en contra, a cinco del final descontó, pero cayó 2-1

En San Francisco, Córdoba, el equipo de Hugo Corbalán se quedó sin poder ascender a la tercera categoría del fútbol argentino.

FOTO DE GONZALO CABRERA TERRAZAS. FOTO DE GONZALO CABRERA TERRAZAS.

El sueño del ascenso al Federal A se desvaneció en una tarde-noche llena de bronca e impotencia para Deportivo Graneros. El enojo generalizado del cuerpo técnico, los jugadores y, sobre todo, los hinchas parece haber dejado en segundo plano lo futbolístico. Sin embargo, para entender esa furia, es necesario repasar lo sucedido en el campo de juego.

Martín Gallo recibió la pelota en la mitad de la cancha cuando Matías López se lanzó a trabar con ambas piernas desde abajo. Sin titubear, el árbitro Marcos Ignacio Liuzzi metió la mano en su bolsillo y mostró la tarjeta roja.

A partir de ahí, el partido cambió por completo. Con un hombre menos, Graneros perdió el control del juego. Hasta ese momento, el equipo dirigido por Hugo Corbalán había mostrado un mejor rendimiento que Gimnasia y Esgrima de Chivilcoy. De hecho, el “Cocodrilo” se había visto más veloz en cada transición con la pelota, pero la expulsión del extremo marcó un antes y un después.

En desventaja

Con la inferioridad numérica, Graneros no logró afirmarse en la cancha y sufrió el cambio de esquema. Germán Sosa y Marcos Salvaggio se volvieron incontenibles para los centrales Martín Pedraza y Nicolás Verón, quienes debieron recurrir a la ayuda extra de los laterales Jonathan Sandoval y Néstor Campos.

Mientras tanto, el banco del “Cocodrilo” era una olla a presión. Corbalán y su ayudante de campo, Mario Suárez, miraban cabizbajos y le reclamaban cada dividida al juez de línea y, sobre todo, al árbitro, que tuvo un partido para el olvido.

En medio de ese clima de tensión, Tobías Macies envió un centro exquisito a la cabeza de Sosa, quien abrió el marcador. Los primeros 45 minutos se cerraron con una lluvia de insultos desde la parcialidad de Graneros hacia la terna arbitral, un enojo que se acrecentaría con un supuesto penal de Corbalán.

A pesar de jugar con un hombre menos, Pablo Lencina protagonizó una tapada espectacular para salvar su arco, pero el árbitro interpretó que, en la jugada siguiente, el lateral bajó la pelota con la mano y sancionó penal. Salvaggio no falló y amplió la ventaja.

Los hinchas de Graneros se acercaron al alambrado para expresar su descontento. Como si fuera poco, la voz del estadio se dirigió al público: “Le vamos a pedir a la gente de Graneros, que ha tenido un comportamiento intachable, que esto termine de la mejor manera. Muchas gracias a la gente de Tucumán.”

El gol de Pedraza encendió una luz de esperanza, pero no fue suficiente. Corbalán, frustrado, pateó el suelo al comprender que el esfuerzo de todo el año se había esfumado. Lágrimas, abrazos y dolor se apoderaron del “Cocodrilo”. El tiempo de análisis vendrá después, pero por ahora, el cuerpo técnico y los jugadores solo tenían una dirección: el árbitro, para hacerle saber toda su indignación. El desafío ahora, será levantar cabeza y seguir adelante, pero por lo pronto, habrá que superar el dolor de haberse quedado a las puertas del ascenso.

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