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

Continúa sumando momentos imborrables con la camiseta de San Martín de Tucumán. La historia de Darío Sand con el club está llena de sacrificio, liderazgo y actuaciones determinantes que lo convirtieron en un símbolo para los hinchas. Desde que llegó en 2022, el arquero vivió todo tipo de emociones: desde la ilusión de un ascenso que se escapó en el último paso, de manera inesperada, hasta el reconocimiento como uno de los mejores en su puesto en el fútbol argentino. Sin embargo, más allá de los resultados y de las estadísticas, lo que lo hace especial es su vínculo con el hincha. En cada partido en La Ciudadela, la ovación para con él se volvió un ritual inquebrantable.
Contra Ferro, Sand vivió una de esas noches que quedarán guardadas en la memoria. Antes del inicio del partido, el club le entregó una camiseta conmemorativa por haber alcanzado, en el duelo contra Colón en Rafaela, los 100 partidos defendiendo la “Rojiblanca”. Fue un gesto cargado de significado, que encontró su respuesta en las tribunas: una ovación bajó desde los cuatro costados del estadio.
“¡Vamos Darío!”, “el único que siempre nos salva”, “es el mejor del equipo, sin ninguna duda”, “demuestra partido a partido que está comprometido con el equipo y con el club”, fueron algunas las opiniones que los plateístas tuvieron para con él. Los aplausos fueron un reconocimiento a su entrega y a su fidelidad con el club.
Más allá del homenaje, el partido finalmente no representó un gran desafío para el arquero. Ferro casi no generó situaciones de peligro, el “1” tuvo una noche tranquila bajo los tres palos y elevó a 60 el número de veces que terminó con su arco, en cero desde que llegó a Bolívar y Pellegrini.
“Es un orgullo enorme haber llegado a los 100 partidos con esta camiseta. Me siento parte de este club, como si hubiera estado toda la vida aquí. Jugar tantos partidos con esta camiseta es una satisfacción inmensa”, aseguró el guardián del arco “santo”.
A lo largo de estos 101 partidos con la camiseta del “Santo”, Sand no sólo se consolidó en un arquero clave, sino también como un líder dentro del vestuario. En los momentos más duros, cuando el equipo necesitó una voz fuerte, él estuvo ahí. Lo hizo después de la final perdida contra Aldosivi, cuando fue uno de los primeros en dar la cara y en hablar de la necesidad de seguir adelante. Lo volvió a hacer tras la eliminación en el Reducido, demostrando que el liderazgo no se mide solo en atajadas, sino también en gestos.
El cariño que el correntino recibe cada vez que juega en La Ciudadela es un reflejo de lo que construyó desde su llegada. En la temporada pasada, dejó una marca imborrable en la historia del fútbol argentino y ese nivel superlativo lo puso en la órbita de varios clubes, del país y del exterior. Sin embargo, su decisión fue inamovible.
Darío Sand y su motivación para seguir vistiendo la camiseta de San Martín de Tucumán
Apostó por San Martín, por el proyecto, por el sueño de volver a intentar llevar al equipo a la máxima categoría del fútbol argentino. Ese sueño que se hizo añicos durante la última temporada y por el que él derramó algunas lágrimas durante la despedida a Diego Flores.
“Darío está convencido de que esta es la mejor opción, no sólo desde lo futbolístico sino también desde el orden que tiene el club en estos momentos. San Martín le da la estabilidad que necesita para seguir creciendo, y eso le otorga más confianza para tomar decisiones”, había explicado León Kristal, vicepresidente segundo de la institución, luego de que el arquero extendiera el vínculo con la institución hasta diciembre de 2027.
Así, todavía con las pulsaciones a mil por el partido y por gol agónico que le permitió a San Martín lograr el primer éxito de la nueva temporada, Sand fue contundente. “Me parece que la respuesta es simple, ¿no? Estoy en el lugar en el que quiero estar. Estoy feliz. Me hacen sentir uno más y me siento pleno con mis compañeros, la gente y con todo lo que genera San Martín. Me parecía que era el momento de quedarme porque habíamos quedado todos un poco patas para arriba; y bueno, era el momento de volver a apostar y aportar mi ‘granito’ de arena para que esto pueda llegar a salir bien, como todos queremos”, expresó, con la misma sinceridad que lo caracteriza dentro y fuera de la cancha, ante la consulta sobre por qué había decidido quedarse una temporada más, pese a que tuvo ofertas para dejar el club.
Buenos números
La temporada pasada, Sand protagonizó una racha que lo convirtió en una de las grandes figuras de la categoría y de la historia del fútbol argentino. Desde la novena fecha contra Chaco For Ever hasta el empate sin goles contra Güemes de Santiago del Estero, el arquero defendió un “fuerte” inexpugnable. Durante esas 11 fechas no recibió goles.
El “Lobo” jujeño consiguió quebrarlo, pero Sand dejó atrás los 1.077 minutos de Marcos Croce y los 1.075’ de Carlos Barisio, quien ostentaba la mayor marca de historia de Primera División del fútbol argentino desde la llegada del profesionalismo.
Eso sí, la caída en la “Tacita de Plata” fue un antes y un después. En el desarrollo del partido en el “23 de Agosto”, Sand había alcanzado 1.114 minutos sin recibir goles y quedó a un minuto de superar la marca de Alejandro Otamendi, quien estuvo 1.115’ sin ser vencido en un mismo torneo (la Primera C de 1994).
Y aunque el récord le quedó a un paso, la racha dejó en claro su jerarquía.
El “1” aportó buenas atajadas para que San Martín se volviera con un punto de su excursión por “José Ingenieros”. También fue clave en el pase a 16avos. de final de la Copa Argentina contra Colón (tapó un penal en la serie definitoria) y transmitió calma y seguridad cuando el “Santo” se quedó con 10 jugadores en un momento clave del duelo contra Ferro. “Habíamos puesto un jugador ofensivo en el segundo tiempo, pero todo cambió con la expulsión. Esto nos tiene que servir, porque en esta categoría los partidos se definen por detalles. Defendimos muy bien”, explicó el arquero, que también elogió el trabajo de Martín Pino, autor del gol para el triunfo. “Tenemos un ‘9’ que la luchó todas las pelotas y mereció el gol”, agregó con una sonrisa.
El arquero sabe que su historia con San Martín todavía tiene capítulos por escribir. Cada ovación, cada atajada y cada reconocimiento refuerzan la idea de que su lugar está en La Ciudadela, custodiando el arco y soñando con ese ascenso que todavía es una cuenta pendiente y que espera saldar para que el final de su historia con el “Santo” sea el de una zaga cinematográfica.