

Entrar dormido empieza a ser una costumbre para este Atlético Tucumán de Lucas Pusineri, que por segundo partido consecutivo empezó perdiendo en su casa casi desde el vestuario. Ni cinco minutos habían pasado y el “Decano” ya caía por 1-0, como hace ocho días frente a Gimnasia.
Otra vez debió remar contra la corriente. Otra vez jugó coqueteando con el segundo del rival. Y Newell’s estuvo apunto de encontrar ese gol, que probablemente hubiera sido el golpe de nocaut por el momento anímico, porque el rival venía en crisis y porque Atlético demostró tener la mandíbula floja.
Se salvó sólo porque el que puso la cara fue Tomás Durso, que se hizo gigante ante Juan Manuel García, para taparle el penal y mantener a su equipo con vida. “Vamos a tratar de armar ese rompecabezas”, habían deslizado desde el cuerpo técnico el domingo por la noche y el lunes la situación empeoró. Un cuadro gripal sacó a Juan Infante de la lista de concentrados y Pusineri se quedó con una pieza menos.
Y para colmo, su reemplazante cometió un penal evitable que casi sentencia la noche cuando recién iban 12 minutos del primer tiempo. Sin embargo, la atajada de Durso dio inicio a un nuevo partido. Y ese partido tuvo un actor principal de renombre: Ever Banega. El volante fue expeditivo en cada intervención y Atlético lo sufrió. El ex jugador de la Selección juega a su ritmo pero con 100% de efectividad. “Hace una más así y lo aplaudo”, renegó un plateísta cuando promediaba el primer tiempo y Éver jugaba al trote, casi sin despeinarse.
Mateo Silvetti fue la apuesta de Cristian Fabbiani y metió un pleno digno de una noche de casino en Las Vegas. Tocó dos pelotas y fueron dos goles. El primero con una definición exquisita al primer palo; en el segundo gol apareció en soledad para desviar un buen centro y dejar sin chances a Durso.
En el medio, el “Decano” había empatado con un gol del tozudo Nicolás Laméndola, que aprovechó un error rival para definir entre las piernas de Keylor Navas.
¿Qué decir del ‘Tico’? El ex Real Madrid convivió entre el amor y el odio de los hinchas en la previa, y en la cancha se lució dos veces ante Ramiro Ruiz Rodríguez, que anoche habrá soñado con el multicampeón internacional. Tres buenas atajadas, dos ante “RRR” y una ante un buen remate de Melo fue toda la participación del arquero, que después se encargó de manejar el partido con su experiencia.
El 2-1 del primer tiempo, con penal errado incluido, fue bastante entretenido para el neutral que siguió las acciones; pero fue una tortura para el hincha “Decano”, que (vale la aclaración) parece haber llegado predispuesto a pasarla mal.
Los silbidos a De los Santos o los insultos a Ruiz Rodríguez con el partido “vivo” fueron una constante. “Pusineri, juguemos con 10. Por favor sacalo al ‘orejudo’ (Ruiz Rodríguez)”, fue el gritó desaforado un plateísta ubicado en el sector 2, tras un centro del monterizo que terminó en córner.
En el segundo tiempo Newell’s planchó el partido, dejó de lado el golpe por golpe y jugó con el cronómetro en la mano. Atlético, por su parte se mostró incómodo, sin ideas y con piernas cansadas. La salida de “PR7” y Laméndola directamente significaron el final del partido. Pese al entusiasmo que pusieron Nicola y Godoy, el “Ogro” bajó las persianas, reforzó esa línea de “5” que había implementado desde el inicio y se llevó los tres puntos a Rosario.
Sobre el final, el enojo de los hinchas se hizo sentir: “ooh que se vayan todos, que no quede ni uno solo”, entonaron los hinchas desde tres sectores de las tribunas (la barra no entonó el grito de guerra). Los jugadores se retiraron cabizbajos, aceptando la crítica y sabiendo que tienen mucho trabajo por hacer.
El domingo se viene River en Núñez, sabiendo que perdió dos partidos consecutivos de local, puntos que lo podrían haber acomodado muy bien en la tabla al “Decano”. Sin solidez defensiva y sin efectividad, al equipo se le hará muy cuesta arriba conseguir buenos resultados.