El análisis de Jorge Asís: Fotografías con la corbata carmesí de Trump

El libertarismo huele a transitoriedad, a tramo efímero, a prematuras calas.

El análisis de Jorge Asís: Fotografías con la corbata carmesí de Trump
Hace 2 Hs

Por Oberdán Rocamora


Frontera del primer muerto

Los escándalos se administran con la gestación de escándalos cada vez más elevados. Comparativamente superiores.

Pero la sucesión de escándalos agota, al volverse rutina, parte del paisaje cultural.

La realidad se sumerge en la ceguera del descontrol. Entre la cotidianeidad institucional de las rivalidades del Parlamento, o entre las perversidades de la Corte Suprema. En la complejidad financiera o específicamente en la calle, por la magnitud impiadosa de la represión.

Las variables, como los rencores, se dispararon. El país se encuentra en la frontera del primer muerto.

El libertarismo huele de nuevo a transitoriedad, a predominio perentorio, al tramo efímero que convoca a la incertidumbre e invoca el aroma prematuro de las calas.

Cierto aventurero de Lanús

Los infatigables esfuerzos del consultor Barry Bennet produjeron el estratégico acercamiento ideológico del libertario Javier Milei, el Panelista de Intratables, con el duro proteccionista Donald Trump, The Fire Dog.

Consta que Milei llega al corazón de Bennet a través del sagaz empresario argentino Leonardo Scatturice, que se encuentra vinculado espiritualmente a Bennet como a Matt Schlapp, el presidente de FCAP, internacional de extremísima derecha que sostiene los imaginativos proyectos de Trump que seducen, en efecto, a Milei.

Scatturice es un aventurero de Lanús que capitalizado por iniciativas múltiples se consagró rápidamente como empresario.

Construyó una apreciable fortuna, pero después de atravesar peripecias literarias, como espía y consultor.

Merced al triunfo de los entrañables amigos conservadores probablemente pronto pueda ser ciudadano estadounidense.


Quienes lo toman menos en serio confirman que el “busca” formado en los suburbios de la Provincia del Pecado supo formalizar un matrimonio redituable para facilitar los trámites de radicación.

Tampoco vacilan otros admiradores en plantar el malicioso chascarrillo de la historieta alternativamente apasionada del exitoso aventurero con la señora María Belén Arrieta.

Es la azafata de la Royal que tuvo suerte en la vida y reapareció en Aeroparque como exclusiva pasajera del Bombardier negro, en vuelo privado. Uno de los tantos Bombardier que dispone Scatturice para enlazar las empresas norteamericanas con extensiones en París.


La turrada

Teóricos del desconocimiento suponen que cualquier distraído puede salir de un aeropuerto de Estados Unidos con 200 millones de dólares entre el equipaje.

“O con 200 palos en fentanilo, la falopa de moda”.

Teóricos que, en efecto, le estropearon el horizonte a Arrieta.

“Una turrada, la hicieron mierda, pobre mina…”.


La azafata con suerte se encarga de manejar los asuntos corporativos de las innumerables empresas de Scatturice. Un propietario feliz que tiene para pasear varios aviones como el Bombardier negro que estuvo siete días en tránsito, aparcado en el hangar de la Royal Class, aerolínea privada que supo ser de Franco, el Macri que valía.

Consta también que Scatturice jamás alardea de la amistad con Matt, ni tampoco de la proximidad espiritual con Bennet, consultor influyente y estratega principal del amigo Trump.

Bennet es el poderoso traficante del evangelio que predica, y es el “Influencer” que tiene el Panelista para arrimarse a Trump, a los efectos de seducir con los atributos del país, y para enternecer por ósmosis a los burócratas implacables del Fondo Monetario Internacional.

Sin embargo a la atractiva joven Arrieta la trataron aquí como si fuera la versión femenina de Guido Antonini Wilson, aquel viajero celestial que apareció por Aeroparque con la valija colmada de dólares para la campaña relativamente electoral del kirchnerismo.


La quinta dimensión de Comodoro Py


Insuficientes las fotografías con Trump y su corbata carmesí que representan el atributo más importante de Milei.

Enriquecimiento político que, por la dinámica del temperamento, lo acota. Le marca al Panelista un límite.

Inclusive con los generosos elogios Trump lo distrae, lo confunde.

Hasta hacerlo sentir casi incómodo, desubicado en la plenitud de la cadena de equivocaciones y chambonadas que lo desprestigian.

El eslabón de infortunados papelones arrancó con la pifiada fría de Davos.

Cuando directamente el Panelista no tuvo siquiera en cuenta que es presidente del país más endeudado con el Fondo.

Que carece de sistema financiero para legitimar su incuestionable capacidad para brindar al universo lecciones gratuitas sobre la batalla cultural.


El Panelista produjo en la “Montaña mágica” de Davos una de las disertaciones menos satisfactorias del mandato.

No le correspondía plantear, en el sitio tan pifiado, las categóricas impresiones influenciadas por la filosofía ante diluviana que lo condujo a la ociosa confrontación con las feministas y los homosexuales.

Causas identitarias que le produjeron una jornada de protesta grave como la marcha de los universitarios que defendieron la educación pública.


Después de la literatura desopilante de Davos transcurrieron los desastrosos papelones seriales.

Ninguno fue tan aceptablemente grave como la cripto superchería desatada a partir del posteo fatídico que derivó en el máximo escándalo.

Motivó el cuestionamiento hacia el Triángulo fundido de Hierro (cliquear) que anuncia a los vértices el destino más terrible.

La quinta dimensión de Comodoro Py.


Perfidia de la crueldad

Pese al optimismo explícito de las encuestas, al Fenómeno Milei se le aproxima, en efecto, la noche.

Por lo menos asoma la invariable oscuridad.


La señora Patricia, la Montonera del Bien, exhibe con arrojo la perfidia desfachatada de la crueldad.

El Panelista está tan acongojado por los escándalos que no tiene otra alternativa que apuntalarla.


La insensibilidad social con los jubilados se transformó en la previsible tragedia que creyeron tener sigilosamente calculada.

Por pensar, acaso, que el miserable 44 por ciento que no los votó iba pacientemente a aguardar la oportunidad electoral.

O probablemente creyeron que de verdad iban a hacer el ajuste más grande en la historia de la humanidad solo contra el hallazgo semántico de la casta. Pero rebanaron comprensiblemente a los ancianos que, para mantener la simulación de sobrevivencia, son subvencionados por los hijos. O los nietos.


Lamentablemente ya no basta, para persistir, con las fotografías de la corbata carmesí de Trump, junto a Milei.

Resulta también insuficiente la postal de la señora Kristalina que se cuelga del cuello del Panelista. Con la certeza de sospechar que para continuar en Washington debe mantener la relación cordial con el Fenómeno del sur, aunque se encuentre provisoriamente agrietado, acosado tristemente en el laberinto opaco de la ingratitud.

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