

El campo educativo y su vínculo con la familia se transformaron en uno de los principales ejes de discusión durante la pandemia. Entre 2020 y 2021 el consenso en la sociedad parecía darse en un solo aspecto: la virtualidad se instalaría como metodología permanente. Aunque el coronavirus funcionó como una bisagra en el aspecto académico, tanto familias como docentes se sorprendieron: los cambios que se instalaron a partir de 2022 no coincidieron con los previstos o al menos no con las implementaciones tecnológicas que fueron protagonistas durante dos años.
El bienio 2020-2021 obligó a la población a encontrar nuevos paradigmas, formas de ser, hacer, conectarse y comportarse. Argentina tuvo uno de los bloqueos más estrictos a nivel mundial y, aunque se esperaba el fin del aislamiento obligatorio, abandonar los hábitos marcados por la crianza meramente hogareña y retomar la presencialidad escolar conllevó algunos desafíos y otros reconocimientos.
Familia, salud y crianza
A cada familia le correspondió una forma particular de enfrentar la pandemia. La incertidumbre despertó la creatividad para afrontar la crianza. En relación a ello, no parece haber demasiado consenso sobre las consecuencias que dejó el aislamiento. Las madres que transitaron embarazos se dividieron en dos grupos: por un lado, las que lo vivieron con temor; por otro, las que aprovecharon los beneficios de la pandemia -menor tiempo de espera en consultorios, el respeto y distanciamiento por la condición del embarazo y la posibilidad de mantenerse alejadas de la sobreestimulación-. Lo mismo sucedió en relación con la atención pediátrica: de un lado se ubicaron quienes sintieron miedo y reconocieron insuficiencias en la telemedicina; del otro, quienes tuvieron experiencias reconfortantes y de contención con los profesionales que atendieron a sus hijos.
En este sentido, el pediatra Lorenzo Marcos destaca que los hábitos que se mantuvieron desde 2022 fueron los de higiene. Una preocupación en común que se originó con el coronavirus empezó a girar en torno a la urgencia por evitar los contagios de enfermedades respiratorias. Tal vez por eso, el uso del barbijo para la consulta médica y el alcohol para limpiar las manos empezaron a verse de forma permanente. También se incrementó la modalidad de atención por turnos para evitar aglomeraciones en las salas de espera, según contó el especialista, y los padres se muestran conformes con ello. Pero aclaró que estos comportamientos no aparecieron en el 100% de los casos.
Escuela post-covid
Si el vuelco a la virtualidad constituyó una dificultad, el regreso a la presencialidad también lo hizo; y a la incertidumbre por el desconocimiento de un patógeno mundial se sumó el miedo de los padres. Quienes criaron hijos en nivel primario y secundario coinciden en algo: la necesidad de la escuela y la imposibilidad de desempeñarse por sí mismos en el 100% de las tareas de crianza. Es que el núcleo educativo es fundamental no solo por la formación académica, sino también por ser un espacio de socialización. Eso también se reconoció desde 2022: la vuelta a clases presenciales expuso a los niños a contagios, pero también les permitió volver a formar vínculos y desarrollar habilidades blandas.
En su informe “Escuela y post-pandemia: malestares y síntomas en equipos de educación secundaria”, la psicóloga Luciana Sánchez Soria analizó la situación y dio cuenta de algunas de las consecuencias que se detectaron a partir del fin del aislamiento. En él destacó la pérdida del hábito de estudio y el sentido de responsabilidad y el uso perjuicioso de los celulares y la digitalidad.
Los padres también reconocieron una ambivalencia en la virtualidad después del covid. Si bien a partir de las escuelas los niños y adolescentes incorporaron nuevas herramientas y modos de resolver tareas en todos los ámbitos, también se notó un uso desmedido de los dispositivos tecnológicos. De la mano de este hábito, Sánchez Soria reconoció la agudización de nuevas modalidades de violencia digital y hábitos de estudio atravesados negativamente por los celulares.
En los últimos cinco años, las instituciones fueron llamadas a responder a una “demanda excesiva y no estrictamente escolar”, y esto no hizo más que degradar la función de la escuela: “la articulación del saber”. A su vez, los equipos educativos se sintieron deslegitimados por parte de las familias que iniciaron un cuestionamiento sostenido y una pretensión de guiar a los docentes en el dictado de clases; una práctica que avanzó con la difusión de los límites entre lo público y lo privado y su consecuente fusión de tiempos personales y de trabajo.
Menor rendimiento
En el ámbito de estudios superiores, los cambios también se hicieron notorios. De esto es partidaria la profesora universitaria y licenciada en Ciencias de la Educación, Sofía Diez. La capacidad de concentración en las clases presenciales demoró en aparecer en los encuentros que se dieron a partir de 2022. También hubo un retroceso en la escritura: “cuando se piden trabajos escritos, es muy difícil que logren buenas producciones. Hubo mucho acostumbramiento a la inmediatez”.
“Hay un gran temor a participar y eso es parte de los efectos psicológicos de la pandemia”, sentenció la pedagoga Marilú Ragonesi. A su vez, explicó que la construcción de una opinión propia está estrechamente ligada a algo que el aislamiento obligatorio nos quitó: el diálogo. “Más que nunca la pandemia y la virtualidad privilegiaron la voz del docente (...), eso desfavoreció el desarrollo de las habilidades comunicativas”, señaló y aseguró que esa desmejora se mantiene hasta hoy.
Ante la necesidad de sanar el vínculo entre familia y educación en todos sus niveles, Unesco propuso “La educación en un mundo tras la Covid: nueve ideas para la acción pública”, artículo en el que las familias son el eje de una de las propuestas. Esta apunta a revalorar la profesión de los docentes -quienes, según el organismo, aportaron respuestas innovadoras ante la crisis-, así como su trabajo. Unesco sostiene que los equipos maestros fueron la prueba de que los sistemas educativos se mostraron más fuertes y robustecidos en cuanto mayor apoyo y participación tuvieron por parte de las familias.