

En caída libre. Atlético Tucumán se acostumbró a perder y cinco derrotas en fila son muchas. El 2-1 sufrido ante Platense en Vicente López profundiza la crisis del “Decano”, que podría terminar la fecha en el último puesto de la tabla anual.
En esta actualidad aciaga, pareciera que Lucas Pusineri “pone un circo y le crecen los enanos”. Porque Ronaldo Martínez rompió su sequía goleadora de 2025 con una media tijera y en la misma jugada se lesionó Juan Infante. Y porque el remate de Vicente Taborda que definió el pleito se desvió en Guillermo Acosta para dejar inerte a Tomás Durso.
Todo eso es cierto. Tanto como que ante el “Calamar” Atlético prácticamente no tuvo juego asociado. Y cuando el trámite del partido le sonrió, con el golazo de Franco Nicola para el transitorio 1-1, le faltó sed para ir a buscar los tres puntos.
En lugar de ello, en el complemento se paró todavía más atrás, con el “Bebe” parado entre los dos centrales y apostando únicamente a la contra. Para colmo, cuando tuvo chances, sus jugadores fallaron.
Ese que a las palabras de la semana, se la llevó la brisa del mejor fútbol y la mayor ambición de Platense en la noche del viernes.
“Defenderemos el cero y los goles llegarán solos”, había declarado Adrián Sánchez. Pero bastaron ocho minutos para que Durso tuviera que buscar la pelota dentro de su arco.
“Ellos están mejor que nosotros, pero vamos en busca de la remontada”, había diagnosticado Pusineri. Globalmente, el trámite respondió a la primera parte de la consigna, no a la segunda: la visita fue apenas un equipo de momentos y no hizo mérito suficiente para llevarse algo de regreso a Tucumán.
Hubo dos de golazos extranjeros en la noche del estadio Ciudad de Vicente López. Uno por bando, en correspondencia a los vaivenes del primer tiempo. La especie de media tijera del paraguayo Martínez y el zurdazo exquisito de media distancia del uruguayo Nicola.
Durante la primera media hora, Platense había sido superior en el juego ante un Atlético tibio e inconexo, que por entonces parecía apostar solo a pelotazos para intentar acercarse al arco del anfitrión. Y lo hizo con muy poca frecuencia.
Pusineri se desgañitaba pidiendo lo que sus dirigidos no lograban plasmar. En resumen, el “Deca” no le encontraba la vuelta al partido. El local pudo duplicar la ventaja, sobre todo con aquel centro de Martínez al arco que Durso neutralizó in extremis, pero entonces aconteció esa jugada con lúcida participación de Acosta y Coronel en la que Nicola vino al rescate, engañando rivales y gatillando en el momento preciso.
Con ese destello del uruguayo, Atlético encontró oro debajo de las piedras, mientras el fastidio en los rostros de la dupla técnica de su rival lo decía todo.
Platense sufrió de “trastorno post- traumático en lo que restó del primer tiempo. Tanto que, en aquella postrera jugada de pelota preparada, el equipo tucumano podría haber metido un pleno para irse en ventaja al vestuario. Los hinchas respiraron entre incrédulos y aliviados.
El “Calamar”, de pronto, había perdido su “tinta”, intensidad y conectividad. ¿La recuperaría en el complemento”?
De entrada, el “Decano” lució mejor plantado, pero entregado exclusivamente a la apuesta del contraataque. Platense lo fue a buscar y Martínez volvió a festejar pronto. Cuando Pablo Dóvalo se convenció de la mano previa, a Pusineri, literalmente, el alma le volvió al cuerpo.
Quedaba media hora. Y el partido podía ser para cualquiera. Los jugadores de Atlético desperdiciaron cada chance a campo abierto y los del “Marrón” mostraron sus limitaciones, hasta que el talento de Taborda desequilibró y liquidó las aspiraciones de la visita.
El conjunto de Pusineri salió a jugar al costado de la General Paz sabiendo que de no puntuar corría el riesgo inminente de caer al sótano de la tabla anual. Y también de quedar aún más lejos de la zona de playoffs del Apertura. Y la noche terminó con cabezas gachas, brazos en jarra y una preocupación galopante.