Una infección al nacer le dejó secuelas permanentes, sin embargo se enamoró de la natación y compite en aguas abiertas

Viviana Luna no conoce de límites: se recibió de veterinaria, aprendió a manejar, disfruta su pasión y se pone objetivos bien altos.

SUPERACIÓN. Luna se operó en múltiples ocasiones debido a una infección ósea; en 2017, comenzó a practicar natación de manera regular y este año completó los 21 kilómetros del Río Uruguay. SUPERACIÓN. Luna se operó en múltiples ocasiones debido a una infección ósea; en 2017, comenzó a practicar natación de manera regular y este año completó los 21 kilómetros del Río Uruguay. OSVALDO RIPOLL/LA GACETA

Los límites siempre fueron cuestionados por la nadadora  Viviana Mónica Luna. El destino la puso a prueba desde que nació: cuando apenas tenía unos días de nacida, contrajo una infección intrahospitalaria causada por la bacteria Staphylococcus aureus (a través del broche que se les coloca en el ombligo de los bebés). El microbio suele causar infecciones cutáneas, pero en su caso invadió los huesos de la cadera. “Me comió toda la cabeza del fémur de la pierna izquierda y me provocó una diferencia de altura entre la derecha y la izquierda”, describió.

La afección hizo que Luna se realizara muchísimas operaciones hasta los 16 años, aunque nunca fue un impedimento para concretar sus metas. Se mudó a Santa Fe para estudiar veterinaria, se recibió, aprendió a manejar y, sobre todo, se convirtió en nadadora de aguas abiertas; una pasión que la llevó a nadar 21 kilómetros en el Río Uruguay en un tiempo de cinco horas.

La condición de Luna la puso a prueba desde niña: utilizó muletas y sillas de rueda de manera recurrente para asistir a la Escuela Sarmiento, y realizó muchísimos viajes a Buenos Aires para hacerse chequeos u operaciones. Pese a todas esas situaciones, nunca sacó el carnet de discapacidad. “Cuando me iba a hacer la prótesis de cadera, los médicos me dieron dos opciones: si sentía que era una cuestión social o por padecer discriminación, me iban a hacer la cirugía; pero también me aclararon que no era una urgencia médica”, dijo.

Las diferentes experiencias formaron su carácter y, sobre todo, la convirtieron en una persona emprendedora. “Aunque tenía esos problemas era muy inquieta y siempre me gustaba hacer cosas. Fui encargada de curso, coordinadora de campamento y participé de manera muy activa en el centro de estudiantes”, enumeró. Ese fue el espíritu que la motivó a marcharse a estudiar veterinaria a Esperanza, Santa Fe, a 744 kilómetros de San Miguel de Tucumán. Esa fue la cualidad que la inspiró a iniciarse dentro de la natación, y a posteriori comenzar su idilio con las aguas abiertas.

“Después de recibirme, tenía dos objetivos: aprender a manejar y a nadar”, señaló. El primero no tardó en cumplirlo, e incluso resultó más fácil de lo que imaginaba. El segundo, sin embargo, iba a dar inicio a una pasión que continúa vigente y en la que los progresos son pequeños, muy pequeños. En sus inicios, Luna nadaba los 100 metros en un tiempo promedio de dos minutos con 30 segundos. Hoy redujo esa marca a un minuto con 58 segundos, un progreso que le costó alrededor de ocho años de muchísimas horas entrenamiento y sacrificios.

Una infección al nacer le dejó secuelas permanentes, sin embargo se enamoró de la natación y compite en aguas abiertas OSVALDO RIPOLL/LA GACETA.

Aguas abiertas

La entrenadora Silvia López fue la que lo inspiró a nadar en aguas abiertas. La primera prueba, como en la mayoría de los casos de los tucumanos, fue en El Cadillal para participar del Circuito del NOA en 2017. “Una vez un entrenador me dijo que podía hacerme el carnet y participar como atleta paralímpico, pero nunca lo gestioné ni lo pensé”, contó. La evolución de distancias fue progresivo: primero probó dos kilómetros, después seis y lo máximo fue 10 kilómetros en el dique tucumano. Tiempo después comenzó a realizar diferentes travesías a lo largo del país. La última fue a Concordia, Entre Ríos, en la que nadó 21 kilómetros en el Río Uruguay. “La experiencia es muy diferente porque había que hidratarse de manera más constante. Cada 20 minutos tomaba agua y nos daban comida de manera repetitiva. Además, todo el tiempo iba acompañada por mi entrenadora, que iba arriba de una lancha. Además, el chico que iba navegando me guiaba porque estaba muy bajo en esos días. Sobre todo, era complicado enganchar la corriente del río”, relató sobre el recorrido que completó en un tiempo aproximado de cinco horas.

Una infección al nacer le dejó secuelas permanentes, sin embargo se enamoró de la natación y compite en aguas abiertas OSVALDO RIPOLL/LA GACETA

El próximo desafío en su agenda es nadar 10 kilómetros en el Lago Puelo de Chubut en 2026. “Serán aproximadamente ocho horas en el agua, algo muy complicado”, señaló. Luna, no obstante, aspira a realizar el cruce completo del Río de La Plata; es decir, nadar los 42 kilómetros que separan Colonia del Sacramento, Uruguay, de Punta Lara. “Todavía no estoy preparada para ese desafío porque son muchas horas en el agua. Lo máximo que estuve hasta el momento son cinco horas. Todavía tengo que progresar en ese aspecto”, dijo.

Luna, de ese modo, tiene muchos objetivos por delante. ¿Qué desafíos afrontará de ahora en más? La lista puede ser interminable. Ella, sin embargo, respira, agradece todo lo vivido y espera que el cuento de su vida se siga extendiendo con muchas más experiencias por contar.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios