Es tucumano, no vidente, corrió una carrera con un guía al que no conocía y consiguió subirse al podio

Secilio Villalba, corredor radicado en Tucumán, tuvo una destacada actuación en la Carrera de Puerto Norte.

Es tucumano, no vidente, corrió una carrera con un guía al que no conocía y consiguió subirse al podio
17 Abril 2025

A los 47 años, Secilio Villalba no corre detrás de récords ni de trofeos. Corre detrás de su pasión. Y está bien que así sea. Para él, los cronómetros y los reconocimientos no son importantes. Su único objetivo es llegar a la línea de meta. Corre porque ama el atletismo y el fútbol: los dos motores que lo mantienen firme, pese a todas las adversidades que le impone la vida.

No hay obstáculos que lo frenen. No hay falta de apoyo que lo desanime. No hay barreras físicas que le impidan soñar. Porque Secilio es ciego, sí. Pero también es un deportista incansable, un ejemplo de superación, de coraje y de amor por el deporte.

Oriundo de Santiago del Estero, pero radicado desde hace más de una década en Burruyacú, se convirtió en uno de los pocos atletas no videntes que representan a Tucumán en competencias nacionales. Ya había participado en la Carrera de LA GACETA, y semanas atrás volvió a decir presente en la Carrera de Puerto Norte, una de las pocas del país que incluye una categoría para personas ciegas. Allí logró subirse al podio: obtuvo el tercer puesto y se llevó la medalla de bronce. Pero su alegría no fue sólo por el resultado, sino por la experiencia compartida. “Fue muy linda, muy significativa para nosotros los ciegos. Es una carrera única en el país”, le cuenta a LA GACETA con entusiasmo.

Esta vez no pudo viajar con su guía habitual; simplemente porque el dinero no le alcanzó. “Los costos son altos y no tengo apoyo de ningún tipo, ni privado ni estatal”, se lamenta. Aun así, no se rindió. Consiguió un guía en Rosario que, aunque debutaba en la tarea, logró acompañarlo de forma efectiva durante toda la carrera. Fue la primera vez que corrieron juntos, pero la conexión y la confianza se construyeron rápidamente. “Estoy muy conforme con el rendimiento que tuvimos. Salió todo bien”, valora el santiagueño, feliz con su podio.

Aunque celebra lo conseguido, ya piensa en su próximo objetivo: la Maratón Internacional de Mendoza, el 4 de mayo, que este año celebrará su 25° aniversario. Le encantaría estar allí, representar una vez más al atletismo adaptado y vivir otra experiencia enriquecedora. Sin embargo, el mayor desafío no está en la competencia, sino en llegar a la largada.
“El pasaje, el alojamiento, la comida... todo es gasto. Y además tengo que ir con un acompañante”, explica. Y agrega con tristeza: “No conseguí colaboración en ningún lado. Golpeé puertas, pero no me respondieron”.

Es tucumano, no vidente, corrió una carrera con un guía al que no conocía y consiguió subirse al podio

A pesar de todo, su voluntad no se quiebra. Aunque enfrenta dificultades económicas, sigue entrenándose con constancia y compromiso. Todos los sábados viaja a la capital tucumana para entrenar fútbol en la Facultad de Educación Física. Desde 2013 forma parte del equipo de la Universidad Nacional de Tucumán; fue el fútbol su primer amor deportivo, el que abrazó desde chico y que todavía lo mantiene en pie. “Sigo esperando que arranque la liga de este año”, dice con expectativa.

En su trayectoria como futbolista también supo saborear logros importantes. En 2014, su equipo alcanzó el tercer puesto de la Liga Nacional. En 2016, se consagraron subcampeones. “Fueron momentos inolvidables”, recuerda. Aunque el calendario aún no está definido, él s entrena igual. Porque para Secilio el deporte no es sólo competencia: es vida, es lucha, es compañía, es esperanza.
“No corro para mejorar los tiempos. Corro porque me gusta y porque me hace bien”, repite.

Esa filosofía también la aplica al atletismo, disciplina que conoció en 2017 y que desde entonces no dejó de practicar. Corrió en varias provincias del país, siempre con el mismo entusiasmo y sin importar la posición final.
“Participo en las carreras que puedo, pero muchas veces no me dan los números”, reconoce. Y ahí vuelve a evidenciarse la injusticia de un sistema que no termina de acompañar a quienes más lo necesitan. Secilio es el único atleta ciego de Tucumán que compite activamente en el calendario nacional. Y lo hace con el corazón.

En cada paso que da deja una enseñanza. Su historia habla de esfuerzo, de persistencia, de no rendirse ante las dificultades. De seguir, aun cuando todo parece indicar lo contrario. Él no se queda esperando. Va, intenta, golpea puertas, pregunta, pide ayuda. Lo hace sin vergüenza, con dignidad; porque no quiere que le regalen nada: sólo busca una oportunidad. Que alguien apueste por él, que confíe, que lo acompañe.

Mientras tanto, seguirá entrenándose. Seguirá viajando los sábados a Tucumán. Seguirá soñando con Mendoza. Y cuando le toque estar en la línea de largada, volverá a hacer lo que más le gusta: correr. Sin ver, pero sabiendo muy bien lo que quiere. Porque lo que mueve a Secilio Villalba no es la vista. Es el alma.

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