Furia en el primer tiempo, frustración en el segundo: ¿qué falló San Martín en el empate contra All Boys?

El equipo de Ariel Martos mostró una buena cara en la primera mitad, pero luego perdió intensidad y dejó escapar dos puntos cruciales.

BUEN TRABAJO. Durante el primer tiempo, Esquivel intentó ser siempre vertical. Metió un remate en el palo y estuvo cerca de marcar con otro disparo de afuera. BUEN TRABAJO. Durante el primer tiempo, Esquivel intentó ser siempre vertical. Metió un remate en el palo y estuvo cerca de marcar con otro disparo de afuera. LA GACETA / Diego Aráoz

Hay partidos que se explican en dos actos, como si fueran obras teatrales. El primero vibrante, lleno de tensión y emoción; el segundo que se apaga entre susurros, como si los protagonistas hubieran olvidado el guion. El 1-1 entre San Martín y All Boys tuvo justamente ese tono: un inicio arrollador, un final que dejó gusto a ceniza.

En los primeros 45’, el “Santo” se pareció a un vendaval, luego del penal y 0-1 del inicio. Atacó con todo abriendo el campo con los laterales Federico Murillo y Hernán Zuliani. Con ellos, el equipo ganó profundidad, ritmo y sorpresa. Y en ese contexto emergió la figura de Juan Cruz Esquivel para desequilibrar en el mano a mano.

Movedizo y eléctrico se filtró entre las líneas de All Boys con la astucia de quien conoce cada rincón de la cancha. Fue él quien encendió las luces del espectáculo, quien ofreció diagonales punzantes y remates que arañaron el grito de gol (uno dio en el palo y a otro lo sacaron de la línea).

San Martín se llevó por delante al “Albo”, lo empujó contra las sogas como un boxeador que huele la sangre, pero le faltó el golpe final. El empate rápido tras la desventaja fue un premio pero no alcanzó para traducir en el marcador todo lo que insinuaba en el juego. Porque cuando se acumulan las chances y se desperdician, los fantasmas de lo no resuelto empiezan a rondar.

Y así como el primer tiempo fue un himno a la intensidad, el complemento fue su contracara. San Martín se fue diluyendo ante un All Boys que ya no quería jugar.

Fue una lenta disolución de lo construido. Los cambios, que buscaban renovar energía, terminaron deshilachando la armonía. San Martín mantuvo la posesión (la pelota fue suya como un talismán) pero perdió claridad. Fue un monólogo sin drama, un relato sin giros.

All Boys, que había sobrevivido a la tormenta, se asentó; y el empate, que parecía improbable, se volvió lógico. Porque el local cayó en la trampa del centro sistemático, del pelotazo a la olla, del pase horizontal que no lastima. Intentó abrir el candado con fuerza, cuando lo que se necesitaba era paciencia y filo. Cada centro despejado era un suspiro perdido y cada avance estéril una página en blanco.

El empuje emocional de los hinchas se volvió frustración contenida. No fue un mal partido, pero tampoco fue el que San Martín necesitaba. Porque en las tribunas muchos hinchas se cuestionaron por qué el modelo 2025 muestra un andar arrollador de visitante, pero le cuesta demasiado cuando sale a jugar ante su gente.

FESTEJO. Verón empujó la pelota casi sobre la línea de sentencia. San Martín encontró el empate bien rápido. FESTEJO. Verón empujó la pelota casi sobre la línea de sentencia. San Martín encontró el empate bien rápido. LA GACETA / Diego Aráoz

El objetivo que debe trazarse San Martín de cara a los próximos duelos

Ariel Martos tendrá mucho para repasar. Su equipo tiene una idea, un plan, y eso no es poco. Pero debe aprender a sostener la intensidad, a no extraviarse cuando el rival se cierra a atrás y a encontrar otras llaves cuando las puertas se traban. El buen juego no siempre se traduce en victoria, porque si no hay gol nada parece alcanzar.

El empate fue un espejo de lo que fue el partido: mostró un San Martín arrollador y otro difuso. Un equipo que tiene con qué, pero que aún no logra sostenerlo. Como un corredor de fondo que empieza la carrera con una zancada firme y elegante, pero que tropieza al final.

Hay tiempo para corregir y esa debe ser la misión. Porque para lograr el objetivo hace falta más: un juego sostenido y, sobre todo, goles.

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