El papa Francisco frente a las fotos con celulares. EFE
El papa Francisco entendió, como pocos, el poder de la comunicación en los nuevos tiempos. Desde el primer momento buscó a los jóvenes y les dijo que fueran protagonistas de una época de cambios impensados, en un mundo que creía haberlo visto todo. No fue un líder de transición, como muchos especulaban: fue protagonista y agitador de una era convulsionada por la tecnología, la incertidumbre y también por la guerra.
Ni bien se conoció la noticia de su muerte, las pantallas de todos los dispositivos se inundaron con su figura. No habían pasado 24 horas desde su aparición pública en la misa de Pascua —cuyas imágenes ya se habían vuelto virales por su presencia en la tradicional celebración cristiana— cuando su cuerpo dijo basta. Pasó a la eternidad y generó otro momento de conmoción global. Inmediatamente se convirtió en tendencia de búsquedas en Google. En Argentina, especialmente, se consultó por “muerte Papa”, “papa negro”, “duelo nacional”, “el papa en la quiniela”, “cónclave”, “asueto”, entre otras frases. En X también marcó tendencia: “Nostradamus”, “papa argentino”, “adiós Francisco”, fueron algunas de las expresiones que se viralizaron en cuestión de minutos.
Entre los videos que circularon esta mañana, hubo uno en especial que lo mostró en su faceta más humana y cautivadora. A poco más de 100 días de haber asumido como líder católico, inmortalizó una frase que hoy también es símbolo de rebeldía y compromiso: “Hagan lío”, dijo ante más de dos millones de jóvenes durante su recordado discurso en la Catedral Metropolitana de San Sebastián, en Río de Janeiro, en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud. El video circuló en todos los idiomas, como una invitación a que los jóvenes se sumaran al cambio que proponía para una Iglesia más abierta y cercana a la calle.
El Papa podía cautivar tanto a una multitud como a un pequeño grupo de jóvenes que lo enfrentaba con temas delicados para la Iglesia. Un fragmento de Amén: Francisco responde también volvió a popularizarse por el tabú que el Pontífice se animó a tomar por las astas. En el documental de Disney+, donde chicos de diferentes partes del mundo le hicieron preguntas, Celia, una persona no binaria y cristiana, le comentó lo difícil que era “llevar las dos cosas en la vida” y le preguntó si veía un lugar en la Iglesia para personas trans, no binarias o del colectivo. Francisco, sentado junto a los jóvenes, respondió: “Toda persona es hijo de Dios, toda. Dios no rechaza a nadie, Dios es padre. Yo no tengo derecho a echar a nadie de la Iglesia; es un deber recibir siempre. La Iglesia no le puede cerrar la puerta a nadie”.
No fue el Papa de transición, pero sí el que supo surfear un momento de cambios que él mismo ayudó a impulsar. Sus gestos más trascendentales quedaron inmortalizados en las redes sociales, con la espontaneidad que lo caracterizaba y su buen estado de ánimo. Era un visionario y sabía a quién debía llegar. Tal vez por eso aceptó el encuentro con el famoso streamer e influencer argentino Luquita Rodríguez, quien le preguntó qué rol cumplía el arte en la búsqueda de sentido. Francisco, sereno, le respondió: “El arte tira adelante, libera y permite comprender muchas cosas”. Como si fuera poco, y con un guiño transgeneracional, citó a Borges y agregó: “Sólo una cosa no hay. Es el olvido. Dios, que salva el metal, salva la escoria...”.
El Papa también fue crítico con la tecnología y llegó a calificar al teléfono celular como “una droga”. Admitió el poder de comunicación que tenían los nuevos dispositivos pero también advirtió que la tecnología a veces nos impedía encontrarnos con la gente. Francisco convocó a los más jóvenes a volver a los afectos de un abrazo o un beso y agitó: "Id sin miedo a contracorriente: tomad la vida entre las manos, poneos en juego, apagad la televisión y abrid el Evangelio, esto es demasiado ¿eh?. Dejad el celular y encontrad a la gente".
Fue también el Papa de la era de la desinformación y las noticias falsas. Él mismo fue víctima de campañas de desprestigio, e incluso inventaron su muerte, cuando a comienzos de este año su estado de salud se volvió más crítico. En febrero, durante su hospitalización, circularon publicaciones engañosas sobre su supuesto fallecimiento, todas desmentidas por la oficina de prensa del Vaticano. También se compartieron imágenes falsas, generadas con inteligencia artificial, que lo mostraban sobre una camilla con respirador artificial. No faltaron tampoco las citas apócrifas que le atribuyeron en su momento más delicado. En redes sociales circularon publicaciones donde supuestamente había dicho: “Esta vida se va a ir rápido. No pelees con la gente, no critiques tanto tu cuerpo, no te quejes tanto, no pierdas el sueño por las cuentas”. Sin embargo, nunca pronunció esas palabras.
Cuando recién comenzábamos a entender de qué se trataba esta nueva oleada de inteligencia artificial generativa, el Papa también fue sujeto de imágenes alteradas y virales en todas las plataformas. Nadie olvidará las fotos de un Francisco canchero, con anteojos negros, una campera inflable blanca y zapatillas. Las imágenes eran tan perfectas que todos dudaban de su veracidad, no solo por la calidad del engaño, sino porque quizás creían que ese líder mundial podía mostrarse de esa manera.
Pero el Papa no se quedó con lo anecdótico. Se comprometió a entender el fenómeno y llegó a advertir sobre el impacto de esa tecnología disruptiva. En agosto de 2023, cuando todavía estábamos fascinados con ChatGPT, el Sumo Pontífice emitió un comunicado pidiendo un diálogo abierto sobre el significado de la inteligencia artificial. La definió como una tecnología con “posibilidades disruptivas y efectos ambivalentes”. También advirtió que la sociedad debía estar atenta para que "no se introduzca una lógica de violencia y discriminación en la producción y uso de tales dispositivos, a expensas de los más frágiles y excluidos". Comprometido y preocupado, llamó a la comunidad internacional a evitar nuevos "conflictos y antagonismos" vinculados a esta tecnología, y promovió su uso ético en ámbitos como la educación y el derecho.
“El papa Francisco ha partido a la Casa del Padre”, tituló hoy el Vaticano en su canal de YouTube. Se ha ido Francisco, un líder que supo afrontar tiempos de crisis, siempre atento a las sutiles señales de cambio. Se fue el hombre que tomaba mate y viajaba en colectivo, como cualquiera de nosotros. Se fue el hombre analógico que le habló a los jóvenes digitales. A ellos les dejó un legado de valentía y de picardía, seguramente imborrable por el resto de sus vidas.























