La central nuclear de Chernóbil, Ucrania, es uno de los lugares más radiactivos del mundo. Su historia es conocida mundialmente por la gran escala de fatalidades que allí tuvieron lugar. El 26 de abril de 1986. La explosión del reactor 4, durante una prueba de seguridad, liberó una gran cantidad de material radiactivo a la atmósfera, causando una contaminación extensa en Europa y más allá.
En respuesta, la zona, actualmente es usada para investigación y estudio de la naturaleza. Por otro lado, llamó la atención de los científicos que la población de perros vagabundos de la zona había aumentado hasta unos 750.
¿Cómo es que hay tantos perros en la zona radioactiva?
Se suponía que los perros eran descendientes de los abandonados tras las devastadoras explosiones e incendio del 26 de abril. En 36 horas, las autoridades soviéticas evacuaron a 350 000 residentes de Prípiat, a solo tres kilómetros de distancia, algunos solo con la ropa que llevaban puesta.
La gente se vio obligada a dejar atrás a sus queridas mascotas y muchos nunca regresaron a la zona de exclusión de Chernóbil, de 2600 kilómetros cuadrados. Mousseau, biólogo evolutivo de la Universidad de Carolina del Sur, colaboraba con la organización sin fines de lucro Clean Futures Fund (CFF). La cual, viajó a Ucrania para establecer un programa de esterilización y vacunación para controlar la población.
Objetivos de la investigación de la radiación en los perros
Recogieron muestras de sangre y tejidos para análisis de ADN. Los resultados de esta expedición, junto con otras previas, realizadas en años anteriores, pretenden estudiar cómo la exposición crónica a la radiación ha afectado a la genética de los perros. Estos perros de Chernóbil son valiosos para la ciencia porque han vivido y evolucionado aislados durante 15 generaciones desde la catástrofe. Mueren jóvenes, a los tres o cuatro años; de 10 a 12 es lo normal en perros de 34 kilos.
Elaine Ostrander, que dirige el Proyecto Genoma Canino en el Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano, plantea la hipótesis de que “lo que ocurrió en el genoma que permitió a estos perros sobrevivir en este entorno tan hostil son probablemente (mutaciones de) genes bastante grandes e importantes que desempeñan funciones muy importantes".
Resultados prometedores de la investigación
“En última instancia, queremos saber qué ocurrió con el ADN genómico que permitió (a los perros) vivir, reproducirse y sobrevivir en un entorno radiactivo”, comenta Ostrander. Ella identificó dos poblaciones caninas distintas, con una genética sorprendentemente individual y escaso flujo genético entre ellas.
Una mitad vive en la zona de la central altamente radiactiva, junto con tres familias (tambien investigaron las familias para rastrear la contaminación y los efectos). El otro grupo merodea por la ciudad de Chernóbil, menos contaminada, a 14 kilómetros de distancia, donde viven los trabajadores.
El equipo espera responder a muchas preguntas. ¿Qué debe ocurrir para que las crías nazcan vivas y puedan crecer? ¿Coinciden los genes que han cambiado con lo que sabemos sobre los efectos de la radiación ¿Existen cambios en los genes implicados en la reparación del ADN, el metabolismo, el envejecimiento o respuestas novedosas que hayan permitido sobrevivir a los perros? ¿A partir de qué niveles se produce un daño significativo?
























