Así está hoy la casa en la que nació el Papa Francisco en Buenos Aires
Ubicada en el corazón del barrio porteño de Flores, la casa donde nació el papa Francisco se convirtió en un sitio de culto para los miles de argentinos y turistas que, día a día, se acercan a observarla, sacar fotos, o incluso dejar una estampita como muestra de respeto y admiración. Tras su fallecimiento en abril de 2025, una propuesta cobró fuerza: declarar la propiedad como patrimonio arquitectónico de la ciudad de Buenos Aires.
La casa, que fue construida en 1932, albergó a la familia Bergoglio en el momento del nacimiento del futuro papa Francisco, el 17 de diciembre de 1936. En la actualidad, la propiedad ya no pertenece a la familia Bergoglio, pero sigue siendo un lugar con gran significado histórico y cultural. A pesar de contar con una placa instalada en 2014 por la Legislatura porteña en conmemoración del Papa argentino, el inmueble no cuenta con protección patrimonial legal que lo resguarde ante posibles modificaciones o demoliciones.
La historia de la casa y su importancia
A lo largo de los años, se había creído que el papa Francisco había nacido en la casa ubicada en Membrillar 531, otro domicilio en el mismo barrio. Sin embargo, una investigación realizada por el historiador Daniel Vargas reveló que Jorge Mario Bergoglio, el mayor de los cinco hijos de la familia, nació en la casa de Varela 268. La familia vivió allí hasta que se mudaron a otra propiedad en Membrillar cuando Jorge tenía solo cinco años.
En 1980, la propiedad fue adquirida por otra familia que desconocía su historia. Maximiliano Mauro, quien compró la casa en 2000, relató que fue años más tarde, cuando el Papa Francisco ya había sido elegido Sumo Pontífice, que descubrió que allí había nacido Jorge Bergoglio. La noticia fue un motivo de gran emoción para él y su familia, quienes aún conservan recuerdos entrañables de esa época.
¿Cómo es la casa?
La vivienda es un pequeño PH de 87 metros cuadrados, que se mantiene en buen estado gracias a las refacciones realizadas a principios de la década de 1980. La estructura original fue preservada, incluyendo elementos como los pisos de madera, las puertas de hierro, una bañera y una escalera de mármol que conecta el entrepiso con la terraza. La casa conserva, además, un aire nostálgico de tiempos pasados, reflejo de la historia de la familia Bergoglio en el barrio de Flores.
El 17 de diciembre de 2014, coincidiendo con el cumpleaños 78 de Francisco, la Legislatura porteña colocó una placa conmemorativa en la casa. Sin embargo, aún no se ha tomado una decisión formal sobre su protección como patrimonio arquitectónico.
La vida de los Bergoglio en Flores
La familia Bergoglio emigró desde Italia en busca de mejores oportunidades en Argentina, escapando del fascismo. Mario José Francisco, el padre de Jorge, trabajó en una empresa de pavimentos en Paraná, Entre Ríos, antes de mudarse a Buenos Aires. En Flores, adquirieron un almacén y establecieron su hogar en la casa de Varela, donde nació Jorge.
Los recuerdos de esa época incluyen momentos sencillos pero significativos, como las reuniones familiares en el comedor o las comidas caseras preparadas por la madre y la abuela de Jorge. Su comida favorita eran las pastas con estofado, un platillo que solía disfrutar en compañía de su familia, junto al mate y el asado, rituales tradicionales que marcaban la cotidianidad del pequeño Jorge.
A lo largo de su vida, Jorge Bergoglio nunca olvidó sus raíces. En conversaciones posteriores, reconoció la importancia de su infancia en el barrio de Flores, un lugar que siempre guardó en su corazón, aunque sus primeros recuerdos en esa casa fueron breves, pues la familia se mudó cuando él tenía apenas cinco años.
Un patrimonio que no debe perderse
Proteger este inmueble no solo sería un acto de preservación histórica, sino también un homenaje al legado de un hombre que, desde el corazón de Buenos Aires, se convirtió en un símbolo de fe, paz y fraternidad a nivel mundial.
La solicitud de declarar la casa patrimonio arquitectónico es una oportunidad para garantizar que este pedazo de historia no se pierda en el tiempo, y que futuras generaciones puedan conocer el lugar que vio nacer al primer Papa argentino y latinoamericano, quien cambió el rumbo de la Iglesia Católica y del mundo entero.





















