“Tengo 47 años, soy trasplantado de riñón y páncreas hace cinco años”, dice "Caco" con tranquilidad, aunque su historia está llena de giros intensos. En plena pandemia, cuando vivía en España, su salud se deterioró gravemente debido a la diabetes. Entró en prediálisis y luego en diálisis. “Por suerte apareció un donante y gracias a eso estoy aquí”, cuenta.
La vida le dio una segunda oportunidad y él decidió aprovecharla al máximo. “Hacía deportes desde antes, pero no con la intensidad a partir del trasplante. Me cambió la vida ese trasplante”, dice con entusiasmo. Antes, correr apenas 5K podía ser peligroso: “Me daba hipoglucemia, tenía un descontrol espantoso. Cuando salís a correr y no te pasa nada, es increíble”.
Pero para "Caco", correr es más que un desafío físico. Es una causa. Desde el año pasado lo hace llevando la bandera de la Asociación Argentina de Deportistas Trasplantados. “Yo corro solamente para dejar un mensaje: tienen que donar los órganos”, afirma. Su participación en los 21K de Yerba Buena fue otra oportunidad para visibilizar esta necesidad urgente. “Más allá de la vida, no hay creencias: el mejor legado que podés dejar es darle vida a alguien”.
El gesto de agradecimiento hacia su donante va más allá de las palabras. “Mi donante vivía a 100 kilómetros de mi casa y yo me iba en bicicleta hasta donde él vivía y volvía, en agradecimiento”. Su donante tenía apenas 17 años. “Yo tenía 42, me extendió mi vida por un montón de tiempo y eso es impagable”, reflexiona. Hoy corre por él y por los más de 7.000 argentinos que esperan un trasplante.
"Caco" no quiere aplausos ni le importan las estadísticas, él quiere acción. Corre para despertar conciencia, para que la gente vea lo que puede pasar cuando alguien dice “sí” a la donación. “Yo ya tuve suerte. Tengo que hacer algo para que los 7.000 que están esperando un órgano, tengan la misma suerte y pasen por lo mismo que estoy pasando yo”, finalizó con un mensaje simple, pero muy profundo.























