Martos sonríe: las piezas que encendieron a San Martín de Tucumán en la generación de juego

La sociedad entre la jerarquía de Cuevas y la chispa de Soraire le dio al "Santo" fluidez y gol. De esta manera, el DT comienza a ordenar su rompecabezas.

GRITO DE GOL. Juan Cuevas celebró con todo el empate de San Martín en el Centenario. GRITO DE GOL. Juan Cuevas celebró con todo el empate de San Martín en el Centenario. Foto de Ignacio Izaguirre/Especial para La Gaceta.

Como un técnico que finalmente encuentra las piezas que faltaban para que el equipo empiece a tocar como una orquesta afinada, Ariel Martos parece haber dado en la tecla en el triunfo frente a Quilmes. En el Centenario, San Martín no sólo volvió a ganar, algo que no sucedía desde hace dos fechas, sino que también empezó a fluir, a construir juego y a mostrarse como un equipo más consciente de sus fortalezas.

Pero no fue sencillo. En un primer tiempo que se presentó repleto de sobresaltos, con presión alta del rival y salidas apuradas, el “Santo” encontró en Juan Cuevas la pausa que necesitaba. El volante ofensivo, de 35 años, bajó a recibir, pidió todas las pelotas y ofreció alternativas de pase constantemente. Su jerarquía se hizo evidente desde el arranque, y aunque algunos sectores de la hinchada todavía lo miran de reojo, Cuevas volvió a demostrar que no se guarda nada.

En los primeros minutos ya había mostrado su precisión: casi no erró pases -terminaría con 21 de 23 entregas correctas, lo que equivale a un 91 % de precisión- y condujo al equipo en cada avance. No necesitó asistir para ser determinante. Su único centro no encontró destino, tampoco ejecutó pases largos, pero lo suyo fue otra cosa: presencia, control, verticalidad. Cada vez que intentó el uno contra uno, lo ganó: fueron siete regates intentados y siete completados. Y a los 51 minutos, coronó su gran partido con una volea inolvidable, de esas que se replican una y otra vez en las redes sociales. Su gol, que partió de un rebote alto y terminó en la red sin que pique, fue tan exquisito como clave para destrabar el empate parcial.

Cuevas jugó 78 minutos. En ese tiempo, remató tres veces: dos al arco y una apenas desviada. Falló una ocasión clara, perdió nueve pelotas y ganó nueve de los quince duelos en el suelo que disputó. No cometió faltas, recibió dos, y fue interceptado una sola vez. También cayó una vez en fuera de juego. Casi sin errores, casi sin fisuras.

“Ese es el juego que nos conviene y tenemos que empezar a hacerlo más seguido. No estamos en nuestra mejor versión, podemos dar mucho más todavía”, explicó Cuevas en zona mixta, visiblemente conforme con lo mostrado, pero con la claridad de que este San Martín aún tiene margen de mejora.

El desgaste, sumado a un golpe en las costillas, lo obligó a dejar el campo antes del final. Entonces, Martos movió el banco e hizo ingresar a Jesús Soraire. Y en esa pieza que parecía de recambio encontró otra llave para destrabar partidos.

El ex Banfield necesitó apenas un par de minutos para contagiar energía y presencia. Se adelantó unos metros, se ofreció como descarga, buscó asociarse.

No tuvo un rendimiento técnico brillante -sólo acertó cuatro de siete pases (57 %) y no completó el único regate que intentó, pero sí fue inteligente para leer el partido.

En un tiro de Juan Cruz Esquivel que pegó en el palo, la pelota le quedó en el área y él no dudó: controló de pecho y definió cruzado. Gol. El 2-1 definitivo y la explosión de todo el conjunto de Bolívar y Pellegrini en el Centenario.

En sus 16 minutos en cancha, además del gol, Soraire remató una vez al arco y ganó dos de los nueve duelos que jugó en el suelo. Perdió seis pelotas, pero no cometió infracciones, no fue interceptado ni bloqueado.

Su aporte fue breve, pero incisivo. Y su imagen celebrando el gol, con los dientes en el escudo y mirando al cielo, fue la postal del cierre.

Las incógnitas que le aparecen a Martos

Ahora, con Gabriel Hachen suspendido y muy difícil que su sanción de tres fechas se reduzca, la incógnita que se abre para Martos es evidente.

¿Pueden jugar juntos Cuevas y Soraire? ¿O el ex Banfield rinde más como revulsivo desde el banco? ¿Cuál será el plan para el duelo contra San Miguel?

El rompecabezas de Martos, justo sobre el cierre de la primera rueda, empieza a mostrar su forma.

Ya no parece haber piezas sueltas, sino un esquema donde cada ficha encaja con intención. Con Cuevas en modo conductor y Soraire listo para irrumpir, San Martín no sólo lidera la Zona A junto a Atlanta: intenta comenzar a jugar como un equipo que tiene sueños grandes.

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