Boca cerró el Mundial de Clubes con un sabor amargo. El “Xeneize”, que quedó sin chances de avanzar a octavos por el triunfo de Benfica sobre Bayern Múnich, apenas empató 1-1 con Auckland City de Nueva Zelanda. El autor del empate para el conjunto oceánico, Christian Gray, tiene una historia increíble de vida.
El defensor central, de 28 años, puso el 1-1 con un cabezazo potente en un tiro de esquina, tras anticipar a Rodrigo Battaglia. Fue, además, en su primer partido como titular en el torneo: apenas había jugado unos minutos ante Benfica, en la segunda fecha.
Gray llegó a Auckland City en 2022, luego de pasar por otros clubes de Nueva Zelanda: Waitakere United, Hamilton, Birkenhead y Eastern Suburbs, su último equipo antes de llegar al actual campeón de Oceanía.
“Soy de una pequeña ciudad muy lejos de aquí (Gisborne) y muy diferente a este entorno, así que es como un sueño. Estoy un poco sin palabras. Es surrealista, todavía no lo asimilo. Sé lo que significa para el club, y eso lo hace muy especial”, contó Gray tras el partido. Pero, además, reveló que su trabajo principal no es el de futbolista: el defensor es profesor de educación física en la Escuela Intermedia Mount Roskill y en la Escuela Primaria de Auckland.
“Trabajo en la escuela y también estudio a tiempo completo. Ayudo a los iniciantes, así que también hago un poco de coaching”, reveló Gray. “Creo que cuando llegue a casa, tengo algunas tareas esperándome. Eso es a lo que volveré. Todos los chicos volverán a sus trabajos diarios, esa es nuestra realidad”, agregó.
¿De qué trabajan los jugadores de Auckland, el equipo amateur que amargó a Boca en el Mundial de Clubes?
El caso de Gray es uno de los tantos ejemplos que hay dentro del plantel neozelandés: prácticamente todos los jugadores trabajan por aparte del fútbol, y es eso lo que los sustenta en su vida diaria.
De hecho, aunque quisieran, en Nueva Zelanda no podrían vivir del fútbol. La Federación de Nueva Zelanda impuso un tope salarial para mantener el espíritu amateur de su liga: ningún jugador puede cobrar más de 150 dólares neozelandeses por semana, equivalentes a unos 90 dólares estadounidenses.
Mario Ilich, capitán del equipo, trabaja en el departamento de ventas de Coca-Cola junto a otro de sus compañeros, Alfie Rogers, y contó cómo afectó el Mundial de Clubes a su vida diaria. “He tomado todas mis vacaciones anuales para este viaje, así que no iré de vacaciones con mi pareja este año, eso es seguro”, reveló.
Sebastián Ciganda, arquero suplente del equipo, contó que trabaja de “limpiador de piscinas y jacuzzis”. “Me pedí vacaciones en el trabajo o sino renunciaba. No cobré por estos días que estuvimos en Estados Unidos. Me vine sin cobrar un solo dólar, estamos acá luchándola”, contó el uruguayo.
“Llego a la oficina a las 7:30, trabajo, entreno tres o cuatro veces por semana, llego a casa a las 21, me acuesto y otra vez desde el principio”, contó el delantero Angus Kilkolly, que era pintor pero actualmente es asesor en una empresa de herramientas para la construcción.
Entre otros trabajos, el lateral Regont Murati trabaja en logística, el colombiano Jerson Lagos corta el pelo en una barbería de barrio; Adam Bell atiende en una tienda, el arquero Conor Tracey maneja un elevador en el depósito de una fábrica, Dylan Manickum se desempeña como ayudante de ingeniero vial, y el subcapitán Adam Mitchell es agente inmobiliario. Además, el delantero Joseph Lee está en atención al cliente en una empresa de celulares y electrodomésticos, y el español Gerard Garriga se dedica a dar charlas en escuelas para promover el fútbol en el país. Por su parte, el DT Paul Posa es odontólogo.






















