¿Guardás todas las bolsas del súper? Esto es lo que dice la psicología sobre ese hábito

Una costumbre que podría decir mucho más de lo que parece a simple vista.

¿Guardás todas las bolsas del súper? Esto es lo que dice la psicología sobre ese hábito
29 Junio 2025

Guardar bolsas de plástico luego de hacer las compras es una costumbre tan extendida como subestimada. Muchas personas las reutilizan para sacar la basura, almacenar objetos o simplemente “por si acaso”. Pero, ¿qué revela realmente este hábito sobre quienes lo practican? Según la psicología, podría decir mucho más de lo que parece a simple vista.

El orden del hogar como reflejo del orden mental

Según la organizadora profesional Tamara Calvo, el modo en que organizamos los espacios donde vivimos es una manifestación directa del estado de nuestra mente. “El orden, además de lo que supone en términos de limpieza y armonía para el hogar, tiene una lectura relevante a nivel psicológico: podría considerarse un reflejo de lo que ocurre en nuestra mente”, expresó.

Así, la costumbre de guardar bolsas plásticas puede estar vinculada a características personales como la precaución, el ahorro extremo, el temor al desperdicio o la necesidad de sentirse preparados ante lo imprevisto. En algunos casos, incluso, este comportamiento puede tener raíces emocionales más profundas.

¿A qué responde este hábito?

Desde una mirada psicológica, guardar compulsivamente bolsas (u otros elementos aparentemente inofensivos) puede estar relacionado con:

- Miedo a no tener lo suficiente en el futuro.

- Apego emocional a objetos simples.

- Educación basada en la escasez o el aprovechamiento extremo de recursos.

Aunque en muchos casos se trata de una conducta inofensiva y hasta útil, los especialistas advierten que, si no se controla, puede evolucionar hacia un trastorno de acumulación compulsiva.

¿Cuándo se vuelve un problema?

La Clínica Mayo señala que este trastorno suele desarrollarse en la adultez temprana y se caracteriza por la incapacidad de desprenderse de objetos, incluso si no tienen una función clara o práctica. Entre sus síntomas más comunes están:

- Acumulación de elementos innecesarios.

- Dificultad para tirar cosas por su valor sentimental.

- Desánimo o malestar ante la idea de desechar lo guardado.

- Desorden persistente y dificultades para organizar o tomar decisiones.

Cómo mantener el hábito bajo control

Para evitar que esta práctica se vuelva contraproducente, los especialistas recomiendan algunas acciones simples:

- Establecer un límite claro de bolsas a conservar.

- Revisar y ordenar periódicamente el espacio donde se guardan.

- Usarlas con frecuencia para que no se acumulen sin sentido.

- Tener unas pocas a mano y rechazar las que no se necesitan.

- Compartir o donar las bolsas sobrantes.

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