Militantes del Clímax no es un grupo como tantos y muchos que existen en el país. Primero, es una big band (con una docena de músicos) que fusiona hip hop, funk, jazz, rock y rap. Segundo: su presentación es lo que literalmente se llama show, con una gran apuesta a lo teatral. Con más de 15 años de trayectoria, se destacan por sus poderosas puestas en escena y ritmos intensos; en definitiva, es una agrupación para escuchar y para ver; y más, para mirar. Desde “Clímax” (2014) llegaron a “Nueva Sangre” (2024). Groove, teatralidad y compromiso político se encuentran en altas dosis.
“Creo que el arte a nosotros mismos nos interpela como una herramienta de transformación de nuestras vidas, de poder hacer una propuesta entre gente que queremos, que nos queremos, entre amigos y amigas. Eso es el primer eslabón, después está el vínculo con el espectador, conmover, sacar sonrisas, que hagan catarsis, que se identifiquen, que empaticen con la propuesta”, responde a una pregunta de LA GACETA el baterista Tomás Sánchez. Y continúa: “creo que el arte y la cultura funciona como algo que puede ser igualador; tiene importancia en la construcción de la cultura, de la identidad y del análisis de lo que sucede y también hasta te diría como en un contexto, en un país donde tan difícil es repartir y compartir a veces porque pocos tienen mucho y muchos tienen nada”, precisa.
Militantes del Clímax se presentará esta noche en Teatro Puerto Libertad (Las Piedras 1.850) desde las 21.30.
- ¿Cómo definirían su estilo para alguien que aún no los escuchó?
- El estilo yo diría que es una fusión medio rara. Cuando me preguntan digo que es rap con banda. Y sería una fusión de funk, rock, elementos del soul, jazz y todo fusionado, porque cada uno tiene sus distintas influencias, ¿viste?
- ¿Y qué influencias musicales los marcaron más al momento de formar la banda?
- Cada uno tenía distintas influencias. No fue que digamos, che, vamos a hacer una banda que suene así, asá. Éramos pendejos, nos juntamos, acabamos de terminar la escuela y no teníamos una idea clara de hacia dónde ir, sino más que nada hacer bases para…para ponerle el rap encima.
- Hay una combinación muy fuerte de vientos, bases rítmicas y lírica. ¿Cómo componen los temas? ¿Empiezan por la letra o por lo musical?
- Mirá, a la hora de componer fue cambiando la manera. Hay temas que ya son una letra y necesitan una base. Hay temas que son una base y se le pone una letra, otros que eran instrumentales, nada más se les puso una letra. Por ejemplo, antes nos juntábamos todos los lunes a ensayar, íbamos zapando y así iban saliendo los temas, se le iba poniendo la letra, etcétera, etcétera. Pero fue “evolucionando”. Por ejemplo en la cuarentena que no nos podíamos juntar yo le mandaba quizá una batería a Simón y él le ponía unas teclas. Y así iba saliendo. Fue cambiando la manera de componer; no te podría decir que hay una sola manera. Y sí, tenemos una línea de vientos espectacular. Cuando podemos, jugamos con trombón, trompeta, saxo y otra trompeta más. Siempre hubo trompeta y saxo.
- Los shows tienen un alto componente teatral, casi performático. ¿Lo piensan como un ritual?
- Tienen un componente teatral por la participación de Franco Versi, que desde un principio estuvo con una propuesta ya más teatral, de monólogos e intervenciones, escenografía, y la verdad que eso se fue convirtiendo cada vez en algo más ceremonial y más ritualesco. Entonces sí, vivimos el show como la manifestación litúrgica de nuestra secta porque somos un poco una secta, la verdad. Para los militantes del clímax es muy importante esa parodia, a veces reinterpretación cuasi religiosa de la propuesta.
- ¿Y qué es el clímax para ustedes?
- El clímax es un término que me parece que es personal y mutante. Es como, por ejemplo, no sé, el éxito. El éxito es personal de cada uno y va mutando también, que es lo que representa para cada uno en la vida. Creo que si le tuviera que dar una definición puntual y teniendo en cuenta el proyecto, sería algo como un portal al encuentro. El clímax es un momento de encuentro, principalmente entre nosotros, que somos la banda, y luego con el público. Por eso es tan importante nuestros recitales en vivo porque es el momento donde realmente se ejecuta de una manera bien tácita y contundente ese momento de clímax que también sucede cuando uno escucha por ejemplo a la banda en su casa pero en el vivo es tangible y es más contundente.
- ¿Qué papel juega el cuerpo, la escenografía, la actuación en cada presentación?
- Es muy importante. No sólo desde la intervención teatral, sino también desde la simbología de nuestro logo, que la replicamos de distintas formas y la vamos resignificando también. Y la ponemos en escena una y otra vez sin parar. Vamos mejorando los vestuarios y encontrando algo que nos hace sentir cómodos y que creemos que conecta con nuestra música y con sus raíces de nuestra. Hay una gran parte de lo que hacemos que entra por los ojos y cuidar esas cosas de vestuario y perfeccionar el tema de la escenografía y de la iluminación, por más que a veces pase un poco más desapercibido, otras veces sea más protagónico, pero la verdad, es una pata del proyecto que cada vez cuidamos más.






















