Bailar y divertirse son ingredientes clave para una vida larga, según un estudio

El informe elaborado en España analizó hábitos de ocio y salud, y encontró que el tiempo libre impacta en la longevidad.

ESTUDIO CIENTÍFICO. Dos instituciones españolas elaboraron el informe que vincula al ocio social regular con una mayor esperanza de vida. ESTUDIO CIENTÍFICO. Dos instituciones españolas elaboraron el informe que vincula al ocio social regular con una mayor esperanza de vida. / ARCHIVO LA GACETA

¿Y si una salida con amigos no fuera sólo diversión sino una "pastilla" para vivir más? Un estudio del Instituto de Investigación Biosanitaria de España, en colaboración con la Universidad de Granada, analizó el vínculo entre la vida social activa y la longevidad. Los resultados sorprendieron: una salida cada quince días podría sumar hasta nueve años de vida.

Para jóvenes que lidian con parciales, presiones laborales y ansiedad, la noticia trae alivio: no se trata de renunciar a la fiesta, sino de encontrar una frecuencia saludable que beneficie tanto al cuerpo como a la mente.

Fiesta, salud y equilibrio

Ir a bailar no siempre fue sinónimo de salud. Sin embargo, la investigación liderada por el doctor José Antonio Ruiz Ramos, especialista en medicina preventiva y salud pública, rompe con este prejuicio. Su trabajo, publicado en la plataforma científica The Conversation, plantea que quienes se divierten al menos dos veces al mes —bailando, charlando o participando en actividades recreativas— muestran una mejora notable en la salud cardiovascular y una reducción del estrés.

El estudio introduce el concepto de “ocio activo”, un tipo de tiempo libre con propósito que incluye interacción social y movimiento. “El ocio regular, en especial cuando incluye actividad física y relación con otras personas, puede retrasar el deterioro funcional y mental”, explicó Ruiz Ramos. La frecuencia ideal, según sus conclusiones, es una salida cada quince días.

Los datos también revelan algo importante: quedarse siempre en casa no es necesariamente saludable. La falta de vida social se asocia con mayores niveles de ansiedad, alteraciones del sueño y menor motivación. “El aislamiento es tan perjudicial como algunos malos hábitos alimenticios o el sedentarismo”, advirtieron los investigadores.

Un respiro para la mente

En la Argentina el estudio resuena especialmente entre jóvenes que combinan largas jornadas de estudio, trabajos mal pagos y altos niveles de incertidumbre. La presión es constante y encontrar espacios para la diversión puede ser una herramienta para cuidar la salud emocional.

Bernardita Rodríguez Beltrán, estudiante de Arquitectura de 23 años, sintió en carne propia ese cambio. “Antes me la pasaba encerrada porque tenía que estudiar y pensaba que salir era perder el tiempo. Estaba agotada y siempre de mal humor. Ahora me organizo para ir a un pub o algún bar con mis amigas. A veces no se puede, pero aunque sea tratamos de salir a merendar. Me siento mucho mejor, duermo mejor y hasta me va mejor en la facultad”, relata.

Este testimonio no es aislado. Según la investigación, la sensación subjetiva de disfrute es tan importante como la actividad en sí. No basta con ir a un lugar “por compromiso” o por costumbre: la clave está en elegir planes que realmente generen alegría y desconexión.

Nicolás Torres, un programador de 27 años, también tuvo que aprenderlo. “El año pasado terminé con gastritis por el estrés del trabajo. Un amigo me convenció de salir más seguido, aunque fuera a tomar algo o a escuchar una bandas en directo en algunos bares. Desde que comencé hacerlo me siento más relajado, me río más y hasta estoy mejor en mi laburo”, cuenta.

El equilibrio como regla de oro

La recomendación de los expertos es clara: la clave no está en salir todos los fines de semana, sino en encontrar una frecuencia que equilibre descanso, estudio y trabajo. “La diversión es saludable si no se convierte en exceso”, advirtió Ruiz Ramos. En otras palabras, no es necesario pasar noches enteras sin dormir ni abusar del alcohol para aprovechar los beneficios de la vida social.

El ocio bien planificado puede incluso reducir el riesgo de problemas de salud mental. Varios estudios complementarios señalan que la risa y el baile generan endorfinas, conocidas como las “hormonas de la felicidad”, que actúan como un antídoto contra el estrés y la tristeza.

Bernardita, lo resume con una frase contundente: “cuando salgo con amigas, vuelvo como si hubiera hecho una terapia. Me siento más liviana, como si hubiera dejado los problemas afuera”.

Romper con los mitos

En la Argentina, la vida universitaria suele estar cargada de exigencias, el ocio puede ser una válvula de escape saludable. Nicolás confiesa que al principio le costaba salir porque sentía culpa: “pensaba que cada vez que lo hacía estaba dejando de avanzar en mis objetivos. Ahora entendí que un rato de desconexión me da más energía para rendir mejor”.

La investigación también advierte que quienes no tienen una rutina de ocio activa suelen mostrar más síntomas de agotamiento emocional y menor motivación para realizar actividades cotidianas. Incluso el sistema inmunológico puede verse debilitado por el estrés crónico.

La ciencia ahora respalda lo que muchos intuían: bailar, reír y compartir tiempo con otros es, en definitiva, una forma de cuidarse. El desafío es dejar de ver el ocio como algo accesorio y entenderlo como una parte esencial de la rutina.

Ruiz Ramos lo explica con claridad: “la sensación subjetiva de disfrute es tan importante como la actividad en sí. Si se hace de manera consciente y equilibrada, la diversión prolonga la vida tanto como una buena alimentación o el ejercicio regular”.

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