“Nos cobran $10.000 por destrancar las cloacas”: denuncian abandono en avenida Independencia al 2.800

Los vecinos de la zona conviven desde hace años con basura acumulada y malos olores. Aseguran que el barrio se volvió "irrespirable".

30 Julio 2025

“El olor te parte la cabeza”, advierte a LA GACETA una vecina de avenida Independencia al 2.800, mientras intenta sortear con ladrillos el agua podrida que brota sin parar de las cloacas. Vive allí hace más de 30 años y desde hace dos asegura que el barrio se volvió irrespirable.

En ese punto del sur de San Miguel de Tucumán, el paisaje es desolador: líquidos cloacales recorren varias cuadras, hay basura de todo tipo -desde restos de comida hasta colchones y un televisor- y las paersonas -aseguran- pagan de su bolsillo hasta $10.000 por servicio de desobstrucción.

“Esto es permanente. La cloaca brota día y noche y cuando llamamos a los camiones nos piden $10.000 para destrancar. Ayer llamamos con mi amiga y no vinieron porque no teníamos plata. A veces nos piden $50.000 entre todos los vecinos de la cuadra”, dice Gladys a LG Play. “Vienen, ponen la manguera, aspiran y se van”, agrega.

La denuncuia está, pero no está claro si el servicio que les cobra es municipal, provincial o privado. Lo cierto es que, en la desesperación, los vecinos acceden a pagar. “Creemos que es de la municipalidad o de la SAT. Pero no deberían cobrarnos nada. Esto es vía pública, no un pozo ciego”, insisten.

“Nos cobran $10.000 por destrancar las cloacas”: denuncian abandono en avenida Independencia al 2.800

Esta avenida divide dos barrios: Ernesto Padilla y La Florida. En ambos brota agua permanentemente. “Es una oscuridad total, tiran perros muertos, gallinas, todo lo que encuentran. Yo pongo ladrillos para que mi nieto pueda cruzar y no caiga en el agua sucia”.

Insisten que el barrio es un enorme foco infeccioso. “Acá se tiran residuos orgánicos, plástico, ropa vieja, animales muertos. Y como no hay contenedores, tiran en la calle. Si traen uno, se soluciona parte del problema”.

“Lo ideal sería que pongan a alguien a cuidar, o un patrullero. Porque si no, cada media hora ya está todo lleno de nuevo. La máquina pasa, saca los perros muertos, pero también se lleva la vereda. Ya no tenemos ni por dónde caminar”, remarca Gladys.

El reclamo vecinal lleva mucho tiempo. “Antes no era así. Esto empezó hace dos años. Era más tranquilo, más limpio. Ahora es imposible. En verano, con el calor y la lluvia, el olor es insoportable. Hay que taparse la nariz desde media cuadra”.

“Solo queremos que alguien nos dé una mano”, ruega la mujer.

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