ENSAYO. Camila, durante la recreación del modelo UE en la Legislatura.
A sus 23 años, Camila Romano está a punto de cruzar el océano para representar no solo a Tucumán, sino también a una generación de jóvenes latinoamericanos decididos a cambiar el mundo a través del diálogo, la diplomacia y el compromiso social. Fue una de las tres ganadoras del primer Euromodelo Universitario realizado en la provincia, pero la única en recibir la beca para viajar a la Unión Europea. Un premio que no solo corona sus años de esfuerzo, sino que también marca un antes y un después en la historia de estos simulacros de organismos internacionales en el norte argentino.
Pero la historia de Camila no comienza en el Euromodelo ni en la Legislatura, donde en junio pasado se realizó el evento, sino mucho antes. A los 13 años ya se sumergía en el universo de los modelos de simulación, donde jóvenes representan países, debaten problemáticas globales y ensayan soluciones. Su colegio, Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, fue uno de los pocos en Tucumán que organizaba este tipo de actividades. Allí, entre llamados al orden y discursos de apertura, encontró su vocación.
“Siempre soñé con estar en la ONU, en el área financiera”, cuenta a LA GACETA. Por eso estudia Relaciones Internacionales en la Universidad San Pablo-T (está en tercer año de la carrera). Y por eso también, cuando terminó el secundario, decidió no alejarse del mundo que la había formado: se convirtió en voluntaria; y luego en referente de los modelos hasta crear su propia fundación, con la que organiza un modelo de la OTAN junto a otros jóvenes.
Cuando leyó la convocatoria del Euromodelo universitario (se realizó en junio, en la Legislatura), dudó. “Pensé que ya estaba grande para esto. Yo misma organizo modelos... ¿Qué hacía volviendo a ser delegada?”, se preguntó. Pero algo en su interior le dijo que tenía que estar ahí. Y acertó. Ganó la primera distinción junto a su compañero, pero la sorpresa mayor vino después: fue la única seleccionada para viajar a Bruselas, al Parlamento Europeo, a conocer de cerca las instituciones de la UE, conversar con embajadores y compartir su mirada sobre los desafíos de los jóvenes latinoamericanos.
“El programa dura cinco días y será en marzo. Vamos a Bruselas y a Brujas. Vamos a hablar con funcionarios, con representantes de la Embajada Argentina allá y con la delegación de la Unión Europea en Buenos Aires. Es el mejor regalo que podría recibir”, dice con una mezcla de emoción y vértigo.
Camila no llega a Europa como una turista, ni como una simple estudiante. Llega como una líder joven con ideas claras sobre qué necesita su generación. Desde su rol en el Consejo Económico y Social Joven de San Miguel aborda problemáticas como la desigualdad, la salud mental y el uso de la tecnología.
“Lo que más me preocupa de los jóvenes hoy es la salud mental. Todos vamos a terapia, todos hablamos de nuestras ansiedades. Y muchas veces eso no se visibiliza. Además, la tecnología también influye en cómo nos relacionamos y en cómo nos sentimos”, explica.
Modelos que salvan
En sus talleres y actividades con jóvenes, Camila lo ve todos los días: chicos y chicas que llegan con historias de bullying, de violencia familiar, o simplemente con la necesidad urgente de encontrar un espacio donde sentirse escuchados. “Estos modelos los salvan, así como a mí me salvaron. Les dan tres días donde pueden ser ellos mismos, pensar en otra cosa, soñar”, dice. Ella no espera grandes promesas del viaje. Lo que quiere es mirar, escuchar, entender. “Me gustaría saber cómo ven allá nuestras problemáticas, qué soluciones se aplican en otros contextos. Tal vez eso me ayude a mejorar lo que hacemos acá”, agrega.
Más allá del viaje, Camila es una referente de lo que pueden lograr los jóvenes cuando se les da la oportunidad. “Soy la primera tucumana que viaja con este programa, en el primer Euromodelo universitario de Tucumán. Siento que estoy abriendo una puerta para muchos otros”, dice, casi sin creerlo.
Hay una generación decidida a cambiar el mundo, y Camila ya empezó a hacerlo. Desde Tucumán hasta Bruselas, su voz viaja cargada de sueños, ideas y acción. Porque si algo demostró esta joven es que no hay edad para liderar, y que cuando se mezcla la vocación con la empatía, nace no solo una carrera sino más bien un legado.























