ALFOMBRA ROJA. El rey Carlos III, Trump y sus esposas, Camila y Melania, en camino al salón del banquete.
WINDSOR, Reino Unido.- El presidente de Estados Unidos, Donald Trump fue agasajado por la monarquía británica con un suntuoso banquete en el castillo de Windsor, en el primer día de la visita de Estado del presidente estadounidense a Reino Unido, lejos de Londres y de las protestas en su contra.
Ante 160 invitados al inicio del fastuoso evento, diseñado para complacer la pasión del líder estadounidense por la pompa y el boato, el rey Carlos III elogió lo que denominó el “compromiso personal” de Trump con la búsqueda de la paz en el mundo.
Trump calificó la visita “uno de los mayores honores” de su vida y describió la relación entre Reino Unido y Estados Unidos como “dos notas en un mismo acorde... cada una hermosa por sí sola, pero realmente destinadas a tocar juntas”.
El menú, escrito en francés, incluía panna cotta de berros y huevo de codorniz sobre galletas de manteca con parmesano, pollo de granja con calabacín y helado de vainilla con centro de frambuesa. El coñac era de 1912, un guiño al año del nacimiento de la madre escocesa de Trump.
Gran admirador de la familia real, Trump rindió homenaje a Carlos y su “fuerza moral”, a su “extraordinario hijo”, el príncipe Guillermo, y a su esposa, la princesa Catalina, “tan radiante” y “tan hermosa”.
Trump y su esposa Melania llegaron en helicóptero a Windsor, donde fueron recibidos por el heredero al trono y su esposa, quienes los acompañaron un corto trecho para encontrarse con los reyes que los esperaban.
Salvas de cañón, procesión en carruaje y ceremonia militar marcaron el inicio de esta segunda visita de Estado del magnate estadounidense, tras la de 2019, en su primer mandato.
Noches en Windsor
Trump pasó revista a una guardia de honor en el patio del castillo, en una ceremonia militar sin precedentes, con 1.300 miembros del ejército británico.
BRINDIS. Los invitados levantan copas para celebrar la visita de Trump.
El presidente estadounidense y la primera dama dormirán las dos últimas noches de su visita en el castillo de Windsor, una de las residencias de la monarquía británica, a 40 km de Londres.
Más tarde, los Trump depositaron flores en la tumba de la reina Isabel II, fallecida en septiembre de 2022, en la capilla de San Jorge del castillo.
El desfile aéreo, que debía combinar aviones de combate británicos y estadounidenses, no pudo realizarse debido a las malas condiciones meteorológicas, por lo que solo voló la patrulla acrobática “Red Arrows”.
Los reyes obsequiaron al presidente estadounidense la bandera británica que ondeaba sobre el Palacio de Buckingham el día de su investidura, el 20 de enero.
Luego, los Trump llevaron a los monarcas una réplica de una espada del presidente estadounidense Dwight D. Eisenhower, en recuerdo de “la asociación histórica decisiva para ganar la Segunda Guerra Mundial”, según la Casa Real.
Descontento
Todos los actos fueron programados a puerta cerrada, lejos de las multitudes y protestas contra la visita. Ayer por la tarde, unas 5.000 personas, según la policía, se manifestaron en el centro de Londres contra Trump.
En algunas de las pancartas se leía: “Los migrantes son bienvenidos, Trump no es bienvenido” y “No al racismo, no a Trump”.
“Tengo miedo por la forma en que el mundo está siendo invadido por hombres realmente malvados”, comentó Jo Williamson, una manifestante de 58 años.
También ayer, decenas de curiosos y manifestantes se acercaron a las calles contiguas al castillo de Windsor.
“Está bien que un presidente venga al Reino Unido, y debemos recibir a Trump”, dijo Charlene Bryan, una empleada de guardería de 40 años. No lejos de ella, un cartel decía “Qué vergüenza para el gobierno, haber invitado al dictador Trump”.
El martes, el grupo “Dirigidos por burros”, que hace campaña para desnudar mentiras de los políticos, proyectó imágenes de Trump junto al criminal sexual Jeffrey Epstein en una torre de Windsor. El caso Epstein lleva semanas empañando la presidencia de Trump, que fue mucho tiempo amigo íntimo del financiero.
Trump tampoco irá a Londres hoy, en la última jornada de su visita. En cambio se reunirá con el primer ministro Keir Starmer en su residencia oficial campestre en Chequers, a unos 70 km de la capital.
El gobierno laborista británico, debilitado en el plano económico y en plena crisis política, busca aprovechar esta visita para multiplicar los anuncios de acuerdos. Entre ellos está una fuerte inversión de 30.000 millones de dólares por la empresa estadounidense Microsoft.
























