Del bajón del Apertura al renacer en el Clausura: la metamorfosis de Atlético Tucumán
El "Decano" muestra otra cara en el Clausura: invicto en casa, con mayor solidez defensiva y un presente que lo ubica en zona de playoffs. También frenó la racha negativa y recuperó la confianza con un triunfo clave ante River en el Monumental.
Atlético mostró muchas mejores en el segundo semestre con respecto a la primera mitad del año. OSVALDO RIPOLL/LA GACETA.
El calendario del fútbol argentino marca apenas la novena fecha del torneo Clausura, pero para Atlético el contraste con el Apertura ya es evidente. Las estadísticas, los rendimientos individuales y el funcionamiento colectivo muestran a un equipo que supo corregir errores y potenciar virtudes. El “Decano” no sólo consiguió mayor regularidad en los resultados, sino que también consolidó un estilo que le permite pelear un lugar en los playoffs y volver a ilusionar a sus hinchas.
En el Clausura, Atlético suma 12 puntos en nueve fechas, con tres triunfos (San Martín de San Juan, Talleres y River), tres empates (Central Córdoba, Rosario Central y Sarmiento) y tres derrotas (contra Riestra, Gimnasia y Newell’s). Este recorrido lo ubica sexto en la zona B, lo que por ahora lo mantiene dentro de los puestos de clasificación.
La diferencia más marcada con el Apertura aparece en el rendimiento de local. El equipo dirigido por Lucas Pusineri se mantiene invicto en casa y ya acumula ocho partidos consecutivos sin derrotas en el Monumental. La última caída fue frente a Vélez, en el primer semestre, y desde entonces Atlético convirtió su estadio en una fortaleza.
La producción ofensiva también mejoró levemente: lleva 10 goles, lo que lo convierte en el cuarto equipo más goleador de su grupo. En el Apertura, a la misma altura del torneo, había convertido 9. La evolución defensiva, sin embargo, es la más notoria: pasó de recibir 13 tantos a sólo ocho, lo que refleja un salto de calidad en la solidez del bloque bajo.
La evolución
El Apertura fue una etapa de transición turbulenta. Facundo Sava inició el ciclo, pero dejó su cargo tras la cuarta fecha frente a Rosario Central, golpeado por los malos resultados y un rendimiento que no convencía. Bajo su conducción, Atlético apenas había ganado un partido -contra San Martín de San Juan-. Con la llegada de Pusineri, el “Decano” goleó 5-0 a Sarmiento y empató ante Talleres en Córdoba, lo que pareció un envión que no duró demasiado: luego encadenó cinco derrotas consecutivas frente a Gimnasia, Newell’s, River, Vélez y Platense.
Ese tramo negativo lo condicionó en la búsqueda del objetivo de clasificación a los playoffs. La gran diferencia del Clausura es que Atlético logró frenar esa irregularidad: venía de dos derrotas seguidas, pero recuperó la confianza nada menos que con un triunfo sobre River en el Monumental, cortando de raíz cualquier fantasma del pasado.
Mejoras defensivas
Uno de los grandes problemas del Apertura había sido la zaga central. Gianluca Ferrari y Miguel Brizuela no lograron complementarse y la vulnerabilidad defensiva fue un síntoma constante. El Clausura trajo caras nuevas y mayor firmeza: la llegada del paraguayo Clever Ferreira y la vuelta de Marcelo Ortiz a la titularidad transformaron la última línea. A su solidez se le sumó la aparición de Matías Mansilla en el arco.
El inicio del año había sido irregular en la portería. Tomás Durso arrancó como titular, pero tras el partido frente a Platense fue reemplazado por el uruguayo Juan González. Ninguno consiguió transmitir la seguridad necesaria, y Atlético se lanzó al mercado en busca de un refuerzo. La incorporación de Mansilla resultó determinante: el arquero le dio jerarquía, seguridad y confianza al equipo, y hoy es una de las piezas más valoradas por los hinchas.
Del medio hacia arriba
El Clausura mostró otra cara también en el mediocampo. Pusineri encontró una base firme con Kevin Ortiz, Lautaro Godoy y Adrián Sánchez. Ortiz se consolidó como el motor de salida limpia y equilibrio; Godoy aportó claridad en el pase y visión de juego; y Sánchez sumó despliegue y sacrificio, incluso cuando debió correrse a la banda. A ellos se sumó Nicolás Laméndola, uno de los jugadores más desequilibrantes, capaz de cambiar el ritmo y darle profundidad al ataque.
El sector ofensivo también mostró mejoras pese a la salida de Mateo Coronel al fútbol mexicano. Su partida obligó a Pusineri a reacomodar piezas, pero Leandro Díaz respondió con jerarquía. Con tres tantos en el Clausura -y otros tres anulados frente a San Martín de San Juan, Rosario Central y River-, el “Loco” se posicionó como referencia de área y principal carta de gol.
La otra cara de la moneda la representan Mateo Bajamich y Lisandro Cabrera, que atraviesan una sequía prolongada y todavía no logran cortar la racha sin goles. Para suplir esa carencia, el DT promovió al juvenil Carlos Abeldaño, goleador de la Reserva con seis conquistas. El delantero ya debutó en Primera frente a River y se perfila como una alternativa fresca para lo que viene.
Un presente distinto
Atlético todavía está lejos de considerarse candidato, pero el contraste con el Apertura es tan grande que invita al optimismo. Hoy, el equipo combina solidez defensiva, equilibrio en el mediocampo y un ataque que, si bien necesita variantes, cuenta con un goleador de peso como Díaz. La clasificación a playoffs es un objetivo realista y alcanzable.
El Apertura había dejado un sabor amargo, marcado por la irregularidad, una racha negra de cinco derrotas seguidas y la salida del técnico. El Clausura, en cambio, muestra a un “Decano” más maduro, sólido y confiado, con un Monumental que volvió a ser una fortaleza y con la ilusión intacta de dar pelea en la fase final del campeonato.





















