La hidratación juega un papel crucial en los niveles de energía.
Todo el mundo lo escuchó como un mantra: ¡bebe agua! Pero convertirlo en un hábito diario puede ser más difícil de lo que parece. La buena noticia es que hidratarte no tiene por qué ser una tortura. Más allá de saciar la sed, una buena hidratación es vital para regular la temperatura, optimizar la digestión, prevenir dolores de cabeza, potenciar la concentración y lucir una piel radiante. ¿Preparado para darle un giro refrescante a tu rutina?
Olvida cargar con la botella a todas partes. Estas estrategias sencillas te ayudarán a beber más agua (y otros líquidos saludables) sin siquiera darte cuenta
1. No todo es agua pura (y está bien)
Aunque el agua es lo más recomendable, no es la única forma de hidratarse. Infusiones como té, mate o caldos (sin exceso de sal) también cuentan. Incluso frutas como la sandía, la naranja o el melón tienen alto contenido de agua y son una buena fuente de hidratación natural.
2. Hidratación por asociación
Un buen truco es vincular el agua a hábitos existentes. Por ejemplo: un vaso cada vez que te lavás los dientes, al regresar a casa o al sentarte a trabajar. Con el tiempo, el cuerpo empieza a pedirlo solo.
3. Usá tecnología a tu favor
Existen apps que te recuerdan tomar agua a lo largo del día y que podés configurar según tu estilo de vida. También hay botellas con marcas horarias que te incentivan a ir tomando a lo largo del día, casi sin pensarlo.
4. Agregale sabor, sin azúcar
Si te cuesta el sabor “a nada” del agua, probá con rodajas de pepino, limón, menta o jengibre. Es una forma natural de aromatizarla y puede volverse un ritual placentero.
5. Botella a la vista
Puede sonar básico, pero funciona: si la botella está cerca, tomás más. Ponela sobre el escritorio, en la mesa del comedor, en la mochila o en la bici. Lo importante es que esté al alcance de la mano.
6. ¿Cuánta agua necesitás realmente?
La cifra varía según el peso, la edad, la actividad física y el clima. Pero una guía simple es observar la orina: si es clara y sin olor fuerte, vas bien. Si es oscura o muy concentrada, podrías necesitar más líquido.
7. El vaso de la mañana
Uno de los hábitos más recomendados por médicos y nutricionistas es arrancar el día con un vaso de agua. Después de tantas horas sin ingerir líquidos, el cuerpo lo agradece. Y no, no hace falta que esté tibia con limón... aunque si te gusta, ¡adelante!





















