Leer por placer: una silenciosa medicina para la mente

03 Noviembre 2025

Vivimos en una época paradójica, en la que mientras la cantidad de estímulos disponibles es mayor que nunca la práctica de la lectura por placer -esa lectura libre, sin obligación- está en franco retroceso. Según un reciente informe publicado días atrás por LA GACETA, a lo largo de los últimos 20 años la lectura recreativa cayó más de un 40% en el mundo. Este dato nos convoca a reflexionar: la lectura por placer no es un lujo, sino una práctica clave para la salud mental.

Leer por placer abre ventanas interiores: mejora la concentración, estimula la imaginación y reduce el estrés, en la medida de que ofrece un espacio de desconexión. En niños, en adolescentes, en adultos y en ciudadanos que atraviesan la tercera edad sus efectos se multiplican. Y por ello merece la atención de la comunidad, de las instituciones y del Estado.

Para el caso de la niñez, este tipo de lectura temprana no solo configura competencias cognitivas, sino también una actitud frente al mundo, un escenario emocional en el cual el libro pasa a ser un compañero. En la adolescencia, leer por placer puede ser un ancla en momentos de incertidumbre, una escuela de empatía, un espejo y, a la vez, un refugio. Y en la tercera edad, esta práctica puede funcionar como poderoso catalizador para mantener la mente activa, para reducir la sensación de soledad y para reforzar el bienestar emocional.

Las organizaciones que promueven la lectura tienen un papel fundamental: Fundación Leer, bibliotecas comunitarias, clubes de lectura y proyectos universitarios son actores que generan espacios donde la lectura se comparte, se conversa y se transmite más allá de la formalidad escolar.

Aquí entra también la acción del Estado: resulta imperativo que los gobiernos locales y nacionales impulsen políticas de fomento de la lectura por placer, que vayan más allá de la currícula escolar. Facilitar bibliotecas abiertas, accesibles y móviles; crear programas intergeneracionales de lectura; apoyar editoriales independientes son decisiones que multiplican los beneficios de esta práctica. La lectura recreativa aporta al desarrollo cognitivo, social y emocional de las personas, y por tanto al tejido colectivo: ciudadanos más críticos, más colaborativos, más equilibrados.

En cada franja etaria la lectura recreativa aporta en matices distintos: para un niño es descubrimiento, juego y crecimiento; para un adolescente, identidad, reflexión, sana evasión; para un adulto, pausa, conocimiento, expansión; para una persona mayor, compañía, memoria, vitalidad. Debido a ello no se trata solamente de una cuestión educativa: se trata de salud mental, de calidad de vida. Cuando la sociedad pierde el hábito de leer por placer, pierde también recursos internos que no pueden medirse únicamente en estadísticas.

En definitiva, la lectura por placer es una práctica cultural esencial, con efectos multiplicadores para la mente y el ánimo. No bastan las buenas intenciones: es necesaria una articulación entre la comunidad, las organizaciones que la promueven y el Estado, para que el libro, la palabra, el cuento y la novela vuelvan a ser ventanas abiertas para las personas, en todas las edades. Recuperar el placer de la lectura, contagiarlo en lugar de imponerlo, debería figurar entre nuestras prioridades sociales y culturales.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios