Descubren cómo el cerebro intenta “limpiarse” cuando no dormimos, aunque eso afecte la atención

Este “lavado de emergencia” ayuda a eliminar desechos, pero provoca lapsos de atención y desconexión mental.

. . La Nación
08 Noviembre 2025

Una noche sin dormir o con poco descanso deja secuelas inmediatas: cuesta concentrarse, la mente se siente nublada y la atención se desvanece con facilidad. Ahora, un nuevo estudio del Massachusetts Institute of Technology (MIT) reveló qué sucede realmente en el cerebro durante esos momentos de desconexión.

Los investigadores descubrieron que las pérdidas momentáneas de atención que se producen tras un déficit de sueño coinciden con un proceso de “lavado” cerebral, en el que se expulsa líquido cefalorraquídeo (LCR), un fluido esencial que normalmente circula mientras dormimos para eliminar los desechos neuronales acumulados durante el día.

“Si no dormimos, las ondas del LCR comienzan a invadir el estado de vigilia, donde normalmente no las veríamos. Sin embargo, esto conlleva una contrapartida atencional, ya que la atención falla durante los momentos en que se produce esta onda de flujo de fluido”, explicó Laura Lewis, miembro del Instituto de Ingeniería Médica y Ciencia del MIT y del Laboratorio de Investigación de Electrónica, e integrante del Instituto Picower para el Aprendizaje y la Memoria.

Un intento del cerebro por compensar la falta de descanso

El hallazgo sugiere que el cerebro, al no poder cumplir su ciclo de limpieza durante el sueño, intenta compensar activando estos “mini procesos de mantenimiento” en pleno estado de vigilia. Pero el costo es alto: durante esos segundos, la atención se interrumpe y la persona sufre breves lapsos de desconexión.

“Una forma de entender esos eventos es que, como tu cerebro necesita dormir, intenta por todos los medios entrar en un estado similar al sueño para restaurar algunas funciones cognitivas”, señaló Zinong Yang, primer autor del trabajo. Según explicó, el sistema de fluidos del cerebro fuerza una alternancia entre estados de alta atención y de alta fluidez para intentar restaurar su equilibrio.

El experimento

El equipo del MIT reclutó 26 voluntarios, que fueron examinados en dos ocasiones: una luego de pasar la noche sin dormir en el laboratorio y otra después de haber descansado adecuadamente.

A la mañana siguiente, los participantes realizaron pruebas de atención visual y auditiva mientras los investigadores registraban la actividad cerebral y corporal mediante electroencefalografía (EEG) y resonancia magnética funcional (fMRI) modificada, capaz de medir tanto la oxigenación del cerebro como el movimiento del LCR dentro y fuera de él. También se controlaron el ritmo cardíaco, la respiración y el tamaño de las pupilas.

En las tareas de atención, los voluntarios debían reaccionar ante pequeños cambios visuales o auditivos. Los resultados fueron claros: quienes no habían dormido cometieron más errores, reaccionaron con lentitud y, en algunos casos, ni siquiera detectaron los estímulos.

Durante esos lapsos de atención, los científicos observaron un patrón fisiológico notable: justo cuando la atención fallaba, se producía una expulsión de líquido cefalorraquídeo del cerebro, seguida por su reingreso al recuperarse la concentración. “Los resultados sugieren que en el momento en que falla la atención, este fluido es expulsado hacia fuera del cerebro. Y cuando la atención se recupera, vuelve a entrar”, explicó Lewis.

Un fenómeno que involucra a todo el cuerpo

El estudio también registró cambios corporales asociados a las pérdidas de atención, como la disminución del ritmo cardíaco y respiratorio y la contracción de las pupilas, que comenzaba unos 12 segundos antes de la expulsión del LCR y se revertía cuando la atención regresaba.

Para Lewis, esto indica que no se trata solo de un fenómeno cerebral, sino de un evento sistémico, donde el cuerpo entero responde de manera coordinada. “Cuando la atención falla, lo notamos mentalmente, pero también es una reacción corporal”, señaló.

Los investigadores proponen que podría existir un único circuito que sincroniza las funciones cognitivas y fisiológicas, coordinando el flujo de fluidos, la circulación sanguínea y la contracción de los vasos. Un posible responsable sería el sistema noradrenérgico, que regula múltiples funciones mediante la noradrenalina y que, según estudios previos, presenta oscilaciones similares durante el sueño normal.

El trabajo aporta una nueva visión sobre cómo el cerebro intenta protegerse de los efectos de la privación del sueño, aun a costa de sacrificar breves momentos de lucidez. En otras palabras, cuando no dormimos lo suficiente, el cerebro hace lo imposible por limpiarse y sobrevivir, aunque eso implique que, por instantes, dejemos de prestar atención al mundo.

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