Corrió desde los tres años, fue campeón argentino, se bajó del cuatri tras doce operaciones y hoy volvió a lo más alto del cross argentino

Después de más de una década, Gastón Martini volvió a competir y a ganar. Su historia está marcada por la pasión heredada, los golpes, la enfermedad de su padre y la decisión de volver a empezar hasta reencontrarse con su sueño.

VUELTA SOÑADA. Gastón Martini volvió al cross después de once años y volvió a subirse al podio más alto del país. VUELTA SOÑADA. Gastón Martini volvió al cross después de once años y volvió a subirse al podio más alto del país. Gentileza Gastón Martini

A veces el tiempo no apaga la pasión y lo que hace es guardarla y madurarla para convertirla en impulso. Gastón Martini tenía apenas tres años cuando se subió por primera vez a un cuatriciclo y empezó a descubrir que la velocidad podía ser también una forma de vida. Hoy, con 29, vuelve a sentir el mismo cosquilleo en el estómago cuando el motor se prende y deja detrás el polvo del camino recorrido.

Su historia empieza en familia. Gastón creció entre fierros y olor a nafta. Su papá le compró una motocross cuando apenas tenía dos años, y su primo, Marcos, ya se medía en las primeras carreras de cuatriciclo. Él miraba desde afuera, pero con los ojos abiertos de par en par. “Me crié acompañando a mi primo en las competencias; aprendí todo desde chico. Ahí me picó el bicho del cuatri”, recordó. Desde entonces, los fines de semana fueron sinónimo de motores y viajes, con una adrenalina tal que terminó marcándole el rumbo.

Durante su infancia y adolescencia, el cross fue su hogar. Entre los 12 y los 17 años alcanzó su mejor nivel competitivo. Ganó el campeonato tucumano, el del NOA y se consagró campeón argentino a los 14. Viajaba con su familia, con su padre a la cabeza, y con Oscar Margusino, su mecánico, su guía y amigo de toda la vida. “Oscar es como un segundo papá. Siempre estuvo ahí, y hoy sigue estando”, dijo.

TODO EMPEZÓ AHÍ. A los tres años ya se subía a un cuatriciclo y soñaba con competir como su papá y su primo Marcos. TODO EMPEZÓ AHÍ. A los tres años ya se subía a un cuatriciclo y soñaba con competir como su papá y su primo Marcos. Gentileza Gastón Martini

A los 13, dio un salto inusual porque ingresó directamente a la categoría Pro del campeonato argentino, la más exigente del país. “Competir contra los mejores de Argentina siendo tan chico fue algo muy copado”, recordó. En cada carrera, la mezcla de miedo y adrenalina era una lección de madurez.

Pero la vida, como las pistas, también tiene curvas imprevistas. A los 17 años, el cuerpo y la realidad le marcaron un freno. “Tuve muchas lesiones, 12 operaciones, y además mi papá se enfermó”, contó. La situación económica familiar no permitía sostener el ritmo de viajes y mantenimiento del cuatri. “Correr es costoso, y si no tenés el mejor cuatri, o uno competitivo, no tiene sentido. Ahí vienen los golpes, porque querés dar más de lo que podés”, explicó.

Dejó el cross, nunca lo olvidó. Durante once años se dedicó al trabajo y a acompañar a su familia. “Me alejé del deporte porque sufría verlo y no poder competir. Es un estilo de vida”, confesó. Soñaba con volver, aunque parecía imposible. “Siempre pensaba: el día que pueda volver, ojalá esté en forma. Es un deporte exigente, de mucho riesgo”, dijo.

El regreso llegó en silencio, paso a paso, casi como una reparación del alma. Probó con el motocross, pero no sintió lo mismo. “Lo mío es el cuatri”, afirmó. Con esfuerzo ahorró, compró uno y lo fue armando pieza por pieza, hasta dejarlo listo para competir. “Sentí que nunca había dejado de andar. Me subí y parecía que tenía 15 años otra vez”, relató.

El 2025 fue el año de su renacimiento. Lidera el campeonato del NOA y el tucumano, y volvió a subirse al podio en la categoría Pro del Argentino, donde incluso ganó en Córdoba. “Volver a la categoría más grande del país fue tremendo. Sentí que nunca me fui”, expresó. Esa victoria tuvo un sabor especial: en ese mismo circuito se había caído meses antes y roto el cuatri. “Volver, ganar y compartirlo con mi familia fue increíble”, resumió.

EN LO MÁS ALTO. Martini volvió a celebrar en el cross argentino, más de una década después de haberse alejado de las pistas. EN LO MÁS ALTO. Martini volvió a celebrar en el cross argentino, más de una década después de haberse alejado de las pistas. Gentileza Gastón Martini

Hoy, cada carrera es como un reencuentro. Con su hermana, con sus sobrinas y con los amigos que lo acompañan. “Dicen que es un deporte individual, pero hay mucho apoyo detrás. Yo trabajo y me banco solo esto, por eso cada logro vale el doble”, explicó. Su motor también se alimenta de energía familiar. “Somos todos muy fierreros”, dijo entre risas.

En el horizonte lo espera un desafío mayor: el Enduro de Verano, una de las competencias más exigentes e importantes del continente, en la costa argentina. “Es una carrera internacional, una hora en la arena, y requiere mucha preparación. Estamos buscando sponsors para poder correrla y hacer el campeonato argentino completo el año que viene”, comentó. Por ahora cuenta con el apoyo de la Universidad Siglo XXI, pero sabe que cada paso requiere más que voluntad.

El paso del tiempo no le quitó hambre de velocidad, pero sí le dio perspectiva. “Hoy, con casi 30 años, disfruto distinto. Ya no corro solo por mí, sino por lo que significa para todos los que me rodean”, aseguró.

Antes de largar, se toma un momento para respirar, agradecer y conectar con algo más profundo. “Soy muy espiritual. No tengo cábalas, pero sí rituales energéticos que me dan tranquilidad”, contó. Luego, el “brum” del motor cubre todo. Y cuando la tierra vuelve a levantarse detrás de él, se confirma lo que nunca dejó de ser cierto: Gastón nunca se bajó del cuatri. Solo estaba esperando el momento justo para volver a acelerar.

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