VOCES FEMENINAS. En el estudio de Panorama Tucumano, mujeres de distintos ámbitos reflexionaron sobre casos de acoso y femicidios. La Gaceta / Fotos de Diego Aráoz
Anoche, “Panorama Tucumano”, el programa insignia de LG Play conducido por Federico van Mameren, tuvo en su emisión una entrevista que puso en el centro un tema urgente: la violencia de género. En Argentina, los números siguen estremeciendo. En 2024 hubo un femicidio cada 39 horas, y entre enero y junio de 2025 ya se registraron 124 víctimas, lo que equivale a una mujer asesinada cada 35 horas. A una década de la primera marcha bajo la consigna “Ni Una Menos”, las heridas siguen abiertas, pero también crecen las voces que buscan transformar el dolor en acción.
En esta edición, una tribuna de mujeres tomó la palabra para decir basta y construir futuro. Participaron Amelia Campos, docente jubilada y amiga de Paola Tacacho, la profesora de inglés que fue asesinada en la calle por un ex alumno que se había obsesionado con ella; Dolores Remis, abogada especializada en casos de violencia de género; Natalia Trouvé, artista; Carmina Varela, psicóloga; Adriana Guerrero, activista feminista de Ni Una Menos; Mayra Figueroa, referente de Estudiantes Organizados; y Milagros Argañaraz, psicóloga, docente de la Facultad de Psicología de la UNT, investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y activista feminista.
Guerrero inició el debate de la noche exponiendo el problema de los femicidios en la provincia, como un tema que debería tratarse tanto en el ámbito político como en el económico. “La violencia contra las mujeres es un problema estructural. También es sistémico, porque hay un sistema machista y patriarcal, que habilita determinadas actitudes como las desigualdades económicas y políticas” dijo.
Más allá del hogar
Argañaraz sostuvo que la violencia de género ya no puede considerarse un problema de alcoba. “Excede los muros de las casas y requiere también respuestas integrales como las políticas públicas”. La psicóloga destacó que no basta con condenar los hechos sino con entender las raíces sociales y culturales que los sostienen.
Trouvé coincidió con sus compañeras, pero señaló la importancia de sacar la discusión del círculo femenino: “Es un tema para no hablarlo entre nosotras porque es muy común que seamos nuestro propio público y que a los hombres les cueste hablar de esto y normalizarlo”.
SERIEDAD. Los temas fueron tratados con la severidad que ameritan.
“¿Por qué no evolucionamos? No evolucionamos porque falla la política y el sistema judicial. Hay que poner en pantalla la crisis del sistema judicial, cómo es el derrotero de acudir a la Justicia, conocer si están preparados los operadores para trabajar ante una denuncia”, analizó Remis sobre el recorrido judicial de las víctimas.
Mandatos patriarcales
Varela expuso ejemplos cotidianos que revelan la persistencia de los estereotipos machistas. Contó cómo los comentarios misóginos suelen ocultarse bajo el pretexto del humor y cómo desde la infancia se enseña distinto a niñas y niños. “A la niña se le enseña que puede reconocer que algo le duele y lo puede decir, mientras que al niño se le enseña que no hable y que si algo le duele no lo pueda decir. Esos son mandatos patriarcales”, explicó y Argañaraz retomó la reflexión: “Los estereotipos de género son la base de la violencia de género. La violencia no es solo el golpe, que es el acto más visible, o el femicidio, el acto más cruel, sino que son la punta del iceberg. Debajo hay muchas manifestaciones que son sutiles y aparecen invisibilizadas”.
El caso Tacacho
Amelia Campos recordó a su amiga Paola y señaló las falencias judiciales que derivaron en su muerte. “Paola hizo 22 denuncias que fueron desestimadas y la falta de empatía en su caso fue total”, lanzó la mujer. “Muchas personas le recomendaron que se mudara en vez de actuar y ella no contó muchos detalles de sus denuncias por miedo a que la tilden de exagerada”, recordó. “Duele cada vez que se escucha que se cerró la causa por el estipendio que causó. Fue un caso importante para abrir los ojos de la sociedad y de la Justicia”, concluyó.
Violencia y poder
Las panelistas también opinaron sobre el caso de acoso contra la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ocurrido hace una semana. Guerrero sostuvo que si un hombre se sintió con el derecho de manosear a una figura importante, debemos imaginarnos lo que ocurre con la mayoría de las mujeres de México y América latina. “Hay una política para deslegitimar nuestra palabra porque hay miles de comentarios en esta noticia de gente que dice que no es verdad lo que pasó. Se desacredita lo que se ve y lo que dice una presidenta. No sé si ocurriría eso con un hombre”, planteó.
FOCO. Entre otros, se denunció que muchas veces se juzga a la mujer.
Figueroa reflexionó sobre la importancia de abordar el acoso desde la escuela: “Sin importar la edad, es algo que nos pasa a todas. Recibimos piropos en la calle y sentimos miedo. Se debe enseñar en las escuelas a diferenciar piropos, que es algo consentido, del acoso callejero”.
Vidas juzgadas
Sobre el triple femicidio ocurrido en la localidad bonaerense de Florencio Varela hace más de un mes, Guerrero remarcó la dimensión social y económica del caso. “Hay que mirar el aspecto económico que conllevó a las mujeres a dedicarse al narco-crimen por razones de supervivencia. Las vidas juzgadas en este caso fueron solo las de las mujeres”, expresó y Figueroa sostuvo que el tratamiento mediático también reproduce desigualdades. “Se tomó en cuenta la vida personal de las víctimas que fue justificatorio para sus muertes”.
Trouvé cerró con una reflexión humanista. “Como seres humanos debemos cultivar la sensibilidad y entender los contextos de las personas”, concluyó.






















