Verrugas y manchas oscuras en el cuello: la señal que podría anticipar una grave enfermedad
Los especialistas advierten que algunos cambios visibles en la piel del cuello podrían funcionar como una alerta temprana frente al desarrollo de diabetes tipo 2 o resistencia a la insulina.
La diabetes tipo 2 avanza silenciosamente, muchas veces sin síntomas evidentes hasta que ya se presentan complicaciones. Sin embargo, el cuerpo puede dar señales antes de que aparezca el diagnóstico. Una de ellas se manifiesta en el cuello, donde ciertos cambios cutáneos podrían revelar alteraciones metabólicas en etapas iniciales.
Signos de la diabetes 2
Entre los signos más comunes se encuentran los acrocordones, pequeñas verrugas blandas que cuelgan de la piel y suelen pasar desapercibidas, y la acantosis nigricans, manchas oscuras y de textura aterciopelada que se localizan en los pliegues del cuello o axilas. Ambas manifestaciones están vinculadas con la resistencia a la insulina, una de las principales antesalas de la diabetes tipo 2.
Además, estudios recientes destacan que la circunferencia del cuello puede ser un indicador importante de riesgo metabólico. Según investigaciones del Framingham Heart Study, cada aumento de tres centímetros en esa medida eleva un 14% las probabilidades de padecer síndrome metabólico. En los hombres, superar los 40 centímetros se asocia con mayor riesgo de apnea del sueño, mientras que en las mujeres, los valores por encima de 36 centímetros se relacionan con mayor resistencia a la insulina.
Los especialistas subrayan que el sobrepeso y el sedentarismo son los principales detonantes de la diabetes tipo 2, una enfermedad prevenible en la mayoría de los casos. Cambios simples en el estilo de vida, como bajar entre un 5 y un 10% del peso corporal o realizar al menos 150 minutos semanales de actividad física, pueden reducir el riesgo hasta en un 58%.
Detección temprana
Finalmente, los expertos coinciden en que la detección temprana y el seguimiento médico son claves. “El diagnóstico precoz cambia el curso de la enfermedad. No se trata solo de medicación, sino de un abordaje integral que incluya buena alimentación, ejercicio y control periódico”, remarcan.
La prevención y la observación del propio cuerpo pueden ser las mejores herramientas para anticiparse a una de las enfermedades más extendidas del siglo XXI.






















