CON MÚSICA LOCAL. El festival busca sensibilizar sobre la conservación y el rol del tapir en el ecosistema. / ARCHIVO LA GACETA
El Festapir, uno de los acontecimientos ambientales más queridos de Tucumán, regresa este año con una propuesta que combina música, conciencia y naturaleza. La cita será el domingo 23 de noviembre a las 18.30 horas en el anfiteatro del Cadillal. El objetivo vuelve a ser el mismo: acompañar el proyecto de reintroducción del tapir, una especie clave de las Yungas que durante décadas estuvo ausente en la provincia.
La organización anunció la grilla completa para la edición 2025: Karma Sudaca, Melina Cabocoto, Mariana Kazakova, Carlos Podazza, Ana Marcilla, Grillo Córdoba, Dúo Tafinando, Mariela Acoto, Lucho Hoyos, José Décima, Kimsajuy y Santiago Caminos. Será una jornada pensada para complacer a públicos con estilos diversos y un fuerte sentido comunitario.
El festival es organizado por la Reserva Experimental Horco Molle, el Ente Tucumán Turismo, la Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo, la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Tucumán y la Comuna de El Cadillal. Cada institución aporta su experiencia para que la propuesta trascienda lo artístico y se convierta en un espacio de sensibilización sobre el cuidado del ambiente.
El tapir, símbolo de una recuperación posible
La reintroducción del tapir impulsada por científicos, equipos técnicos y voluntarios representa un hito ambiental para Tucumán. La especie funciona como un “ingeniero del bosque”: dispersa semillas, abre caminos y mantiene el equilibrio del ecosistema. Su regreso marca un avance científico y social que despierta orgullo y responsabilidad. “Cuidar al tapir es cuidar las Yungas”, dijeron en la organización del festival.
Desde su primera edición, Festapir busca generar un puente entre la ciudadanía y la naturaleza. Cada encuentro invita a tomar conciencia sobre la biodiversidad de las Yungas, el impacto humano en los ecosistemas y las acciones necesarias para proteger a las especies que dependen de ellos. Así fue cómo el festival se convirtió en una herramienta educativa que mezcla música, emoción y reflexión.





















