Argentina realizó un viaje largo hacia Angola para un partido breve e insípido

La Selección venció 2-0 a Angola en un amistoso sin exigencias, marcado por los debuts y por la fiesta local alrededor de Messi.

Lionel Messi anotó un gol frente a Angola. Lionel Messi anotó un gol frente a Angola. PRENSA AFA.

Hay partidos que no se evalúan por el resultado, sino por los modos que conducen a ese desenlace. Más aún cuando el rival es claramente inferior, casi sin argumentos, y la historia parece escrita antes de empezar. En esos casos, el análisis futbolístico roza lo innecesario. En criollo: ¿cuánto significa el 2-0 de la Selección frente a Angola, un equipo que ni siquiera está clasificado al Mundial 2026? Más allá de los debuts de Kevin Mac Allister, Máximo Perrone, Gianluca Prestianni y Joaquín Panichelli, esta excursión por África quedará apenas como un amistoso extraño, en el que Lionel Messi jugó en Angola. No mucho más. Y, más que una victoria, fue el desperdicio de una oportunidad para medirse con rivales de mayor fuste rumbo a la Copa del Mundo.

Angola, como todo país que recibe a grandes figuras, quiso dar un espectáculo. Chico Banza mostró demasiado ímpetu: condujo el ataque africano y probó con un remate peligroso a los 11’, bien resuelto por Gerónimo Rulli. Estaba feliz, rápido y con ganas de llamar la atención. El resto del equipo angoleño también exhibió algunos gestos de rebeldía, pero fueron apagados enseguida por una Argentina que jugó a media máquina y que nunca pensó en mostrar su versión competitiva. La pérdida de la posesión y la desconexión entre líneas dejaban la sensación de que cualquier resultado era posible.

Recién a los 18’, Argentina hilvanó su primer ataque claro: tras una recuperación alta de Thiago Almada, Lautaro Martínez abrió para Messi, que quedó mano a mano con Hugo Marqués. El “10” sacó un zurdazo cruzado y encontró una atajada sorprendente del arquero, que la mandó al córner y lo festejó como un gol. La fiesta, claramente, era angoleña; cada acción de los locales era motivo de celebración.

20 minutos más tarde -sí, 20-, Argentina recién generaría su segunda jugada de peligro: tras una conexión entre Messi y Almada, el “10” quedó frente al arco, pero lanzó un remate sin dirección. La Selección aceleraba muy poco, y cuando buscaba fluidez en su juego desarmaba por completo a la defensa africana. Las distancias entre ambos planteles eran demasiado amplias, y era de esperar que cuando Argentina apretase los dientes, caería el primero.

Lautaro Martínez sería el encargado de abrir el marcador: tras un pase de Lionel Messi desde la derecha, el “Toro” pateó de primera al primer palo y venció al arquero Marqués. La reacción de Martínez mostraba el estado anímico del partido: apenas se limitó a abrazar a sus compañeros y regresar lentamente a la mitad del campo para reanudar el juego. Y así terminó la primera mitad: con solo tres jugadas generadas por Argentina frente a una de Angola.

En el segundo tiempo, la tónica no se modificó: Messi buscaba su tanto, pero sin efectividad; Lionel Scaloni buscaba respuestas en el banco de suplentes y Angola era un espectador de lujo. Frente a ese panorama, el entrenador empezó a mover el banco para que los debutantes sumaran sus primeros minutos, aunque no había presión alguna por conseguir un resultado favorable. Y Messi, casi sobre el final del partido, encontró por fin el gol que tanto buscaba, para llevarse la ovación y las reverencias del público angoleño.

El 2-0 quedó como una anécdota dentro de un partido que nunca ofreció demasiado. La Selección cumplió, sumó rodaje, dio minutos a los debutantes y permitió que Angola viva su propia fiesta con la presencia de Messi. Pero poco más. Como sucede con estos amistosos de calendario comprimido, el resultado importa menos que la sensación que deja: Argentina ganó sin exigirse y se llevó un triunfo lógico, aunque carente de respuestas reales de cara a lo que viene. El Mundial asoma en el horizonte y, para preparar ese desafío, hará falta algo más que un paseo por Luanda.

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