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Los cielos de la Patagonia argentina ofrecieron esta semana un espectáculo tan magnífico como inusual: auroras australes que tiñeron de rosado y rojizo las noches del martes, miércoles y jueves en distintas localidades de Santa Cruz y Tierra del Fuego. Aunque estas luces suelen verse con mayor frecuencia en invierno, esta vez aparecieron en plena primavera, sorprendiendo a residentes y turistas que no dudaron en registrar el fenómeno y compartirlo en redes sociales.
Según informó el portal La Opinión Austral, las auroras se observaron con claridad en Punta Loyola, El Chaltén y el Macizo del Deseado, en Santa Cruz, así como en varios puntos de la Isla Grande de Tierra del Fuego, territorio compartido entre Argentina y Chile. Las imágenes, difundidas ampliamente en redes, mostraron intensos tonos rojizos y rosados que iluminaron el firmamento patagónico.
La causa detrás de este inusual espectáculo está relacionada con la fuerte tormenta solar que golpea a la Tierra desde el lunes. La Agencia Espacial Europea calificó el evento como “severo”, destacando que no solo generó auroras en latitudes insólitamente bajas -como Nueva Zelanda, Australia, México, Chile y Estados Unidos-, sino que también ocasiona interrupciones en comunicaciones satelitales y tensiones en redes eléctricas.
¿Qué son las auroras australes?
Las auroras son fenómenos naturales producidos cuando partículas cargadas provenientes del viento solar chocan contra la atmósfera terrestre. guiadas por el campo magnético del planeta, esas partículas se dirigen hacia los polos y colisionan con átomos de oxígeno y nitrógeno. Esta interacción excita sus electrones, que luego liberan energía en forma de luz. Así nace esta “danza vibrante de colores”, conocida como aurora austral en el hemisferio sur y aurora boreal en el norte.
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Se trata, en esencia, de una “coreografía cósmica” entre el Sol, la Tierra y su campo magnético, capaz de transformar el cielo en un lienzo resplandeciente.
Tormenta solar: efectos y riesgos
La actividad solar de esta semana despertó particular atención por su intensidad. Una tormenta solar implica una serie de eventos que pueden generar múltiples impactos en la Tierra. Todo comienza con una llamarada solar, una explosión que libera tanta energía como mil millones de bombas atómicas. Las ondas electromagnéticas que produce viajan a la velocidad de la luz y llegan a nuestro planeta en apenas ocho minutos, afectando comunicaciones por radio y sistemas de navegación.
Luego, en cuestión de minutos o una hora, arriban partículas altamente energéticas -protones, electrones y partículas alfa- que pueden dañar satélites, naves espaciales e incluso componentes electrónicos en tierra.
También ocurre otra manifestación: una eyección de masa coronal (EMC), que expulsa grandes cantidades de gas ionizado desde la atmósfera exterior del Sol. Cuando una EMC se dirige hacia la Tierra, puede tardar entre 18 horas y varios días en alcanzar nuestro planeta. Al hacerlo, interactúa con el campo magnético terrestre y provoca una tormenta geomagnética, responsable del reciente despliegue de auroras australes.




















