Nelson Martínez Llanos anotó el gol de la victoria de Tucumán Central. OSVALDO RIPOLL/LA GACETA.
El campeón no nació en la final. Ni siquiera en las semifinales. Tucumán Central, que levantó el trofeo del Anual en La Ciudadela, se construyó desde enero, desde una pretemporada durísima, desde un vestuario que no bajó la guardia ni un día y desde un plantel que se conocía de memoria. La consagración, tras vencer a Concepción FC, coronó un año completo, trabajado, sostenido y ambicioso. Así lo entienden sus protagonistas.
Franco “Chicho” Flores, uno de los referentes del mediocampo, todavía con la voz cargada de emoción tras el partido, resumió el sentimiento general del plantel. “Se logró el objetivo que planificamos desde que comenzó el torneo”, dijo. Para él, la clave está en la materia prima humana del equipo. “Un plantel muy rico, principalmente de personas. Un grupo bárbaro, con mucha hambre”, indicó. Y el rendimiento numérico del equipo lo respalda. “Si te ponés a ver la tabla general, fuimos el equipo que más goles metió y el que menos goles recibió. El trabajo de todo el año queda reflejado ahora”, explicó.
Flores insistió en que todo es fruto de una estructura sólida. “Hicimos una pretemporada tremenda, que nos liquidó. Trabajo, constancia, nunca dejamos de creer en nosotros”, dijo. Y en medio de la alegría, también marcó la hoja de ruta inmediata. “Ahora dejá que festejemos esto, que es algo histórico para el club. A partir de mañana ya vamos a estar pensando en enero”, señaló.
Quien también vive esta consagración como un cierre emocional es Walter Arrieta, el entrenador que llevó a Tucumán Central al título y quien, después de que el año pasado se le escapara la corona, esta vez no estaba dispuesto a volver con las manos vacías. “Se hizo un buen trabajo desde hace tres años, con inferiores, el Pre Federal y primera. El año pasado se me escapó; hoy no se me podía escapar”, afirmó, consciente de que este ciclo había alcanzado su madurez.
Arrieta está convencido de que la clave del club está en su estructura y en la forma de trabajar: “En Tucumán, creo que Graneros y nosotros somos los clubes que mejor trabajan. Los que brindan de todo, los que no le hacen faltar nada al jugador. Somos los dos equipos que más lo hacen sentir profesional al 100%”, explicó el entrenador.
Para el técnico, su mayor ventaja estuvo siempre en la calidad del plantel. “Soy un bendecido en el lugar donde estoy. Si me dijeran de elegir a los mejores jugadores de Tucumán, creo que los tenía a todos. Esa es la virtud: tenía lo mejor”, destacó. Y explicó por qué apostó por futbolistas experimentados, incluso cuando algunos lo criticaban. “Les decían que eran jugadores grandes, pero yo busqué jugadores que en esta clase de partidos tengan personalidad. Jugadores ganadores, que no les pesen estos partidos y que, a pesar de un error, puedan resurgir y cambiar todo”, describió.
La consagración no marca un final, sino una transición. Arrieta lo tiene claro. “Vamos por partes. Sabíamos que en los dos torneos teníamos que ser competitivos. Ahora festejamos, pero mañana ya tenemos que estar predispuestos pensando en el partido con Graneros del miércoles”, indicó.
Y como siempre que el fútbol toca fibras personales, el técnico no se olvidó de quienes sostienen al club desde abajo. “Pienso en mi familia, que son los que siempre están. En la gente que trabaja para el club, que sin ellos no hubiera sido posible todo esto. Son los que le ponen el pecho al club”, dijo.
Otro referente que vive esta estrella con una carga especial es Patricio Krupoviesa, defensor multicampeón de la Liga Tucumana, quien suma cinco títulos en su trayectoria. Con honestidad, reconoció el desgaste acumulado tras tantos años de competencia. “Lo tengo que pensar. Son muchos años jugando, entrenando todas las tardes… llega un momento en que el cuerpo se cansa. Cuesta entrenar, cuesta levantarte los domingos temprano”, señaló. Pero inmediatamente volvió a la alegría: “Por suerte se nos dio un título increíble, que lo anhelábamos desde el día uno que empezamos a entrenar, allá por enero”, expresó.
Krupoviesa valoró el armado del plantel, compuesto por futbolistas que ya habían ganado antes y que supieron llevar la presión con serenidad. “Es un grupo que ya estaba conformado, con compañeros con los que ya habíamos tenido la suerte de salir campeones en otros clubes. Lo concluimos de la mejor manera”, dijo.
El defensor también destacó la experiencia como un diferencial clave: “Tenemos jugadores de experiencia, un equipo grande si se quiere, con muchos años, pero eso nos permitió manejar situaciones límites de otra manera”. “Ganamos muchísimos partidos de visitante: en Tafí Viejo a los tres equipos, en Lules, en Bella Vista, en Burruyacu. Creo que sí, somos justos campeones: el más goleador, el que menos goles recibió. Fue un año redondo”, agregó.
En la síntesis de Arrieta, en el sacrificio de Flores y en la voz curtida de Krupoviesa aparece un denominador común: Tucumán Central no ganó un campeonato por accidente. Lo ganó porque trabajó como un equipo profesional en un ámbito que pocas veces lo es, porque creyó en un proyecto sostenido y porque tuvo futbolistas capaces de competir en cada cancha. El título no es solo una estrella: es la validación de un camino.





















