Comprar en cuotas o pedir un préstamo puede parecer una solución, pero a largo plazo puede traer problemas financieros.
Con la incertidumbre electoral ya superada, el Gobierno apuesta a que el crédito al sector privado recupere protagonismo como motor del consumo interno. La idea es retomar la senda de crecimiento que se interrumpió tras el fallido intento de desarme de las Lefis y la volatilidad financiera que siguió. Pero, según coinciden especialistas, hay tres factores que siguen actuando como freno: ingresos reales deteriorados, tasas de interés aún elevadas y plazos de financiamiento demasiado cortos.
Leonardo Anzalone, economista y director del CEPEC, destacó que tras las elecciones de octubre se observó “una caída progresiva de las tasas de interés”, lo que ya comenzó a reactivar el crédito “sobre todo en líneas comerciales y de consumo”. Sin embargo, advirtió que su capacidad de tracción depende de una condición central: “Los salarios tienen que volver a ganarle a la inflación”, dijo, en diálogo con Ámbito.
“Sin mejora del ingreso real, el crédito crece en volumen nominal, pero no impulsa la actividad”, subrayó. Según el especialista, los datos más recientes muestran que los salarios volvieron a perder frente a la inflación, debilitando la demanda y enfriando el mercado.
Pablo Moldovan, director de C-P Consultores, coincidió en que la relajación monetaria generará una recuperación inicial, pero anticipó luego “un proceso mucho menos dinámico”. El motivo: la morosidad está aumentando y los ingresos siguen bajo presión.
“Los problemas de ingresos vienen impactando en el crecimiento del crédito vía mora e incobrabilidad”, explicó. A esto se suma que, según el Indec, los salarios registrados aumentaron solo 1,3% en septiembre, por debajo de la inflación del mes (2,1%), lo que implicó una caída real del 0,8%.
Crédito estancado y un mercado en alerta
Al cierre de octubre de 2025, los préstamos en pesos al sector privado llegaron a $84,9 billones, un crecimiento mensual real de apenas 0,3% y una suba interanual del 39,4%, según First Capital Group.
Los préstamos personales registraron su primera baja mensual real (-0,3%) desde marzo de 2024, pese a un aumento interanual del 73,3%. Las tarjetas de crédito también retrocedieron (-1% mensual), afectadas por la escasa oferta de cuotas y la falta de actualización de límites.
“Para ver un resurgimiento de las carteras, no solo es clave que las tasas sigan bajando, sino también que se extiendan los plazos de financiación”, sostuvo al mencionado medio Guillermo Barbero, socio de la firma.
El panorama en dólares tampoco es alentador: por primera vez en casi dos años, la cartera retrocedió 2,5% mensual, impulsada por caídas en préstamos comerciales (-3,6%) y una fuerte contracción en tarjetas (-16%). Las expectativas de devaluación desincentivaron el endeudamiento en moneda extranjera.
Para First Capital, el mercado está en “un punto de inflexión”: la baja de tasas y eventuales plazos más largos podrían dinamizar la demanda, pero la morosidad y la incertidumbre cambiaria seguirán condicionando la evolución.
Pymes: expectativas moderadas y cautela extrema
La economista especializada en desarrollo productivo, Agostina Monti, señaló que muchas pymes empiezan a ver “expectativas positivas a futuro”, en parte por la mejora en tasas y por las proyecciones macro del REM: dólar en torno a $1.500 e inflación cercana al 2% mensual en los próximos 12 meses.
Sin embargo, advirtió que ninguna empresa está pensando en endeudarse para ampliar capacidad productiva: “No saben cuándo el mercado va a empezar a consumir más, especialmente quienes dependen del mercado interno”.
En octubre, las ventas minoristas pymes cayeron 1,4% interanual, aunque crecieron 2,8% respecto de septiembre. En el acumulado anual, registran un aumento del 4,2%.
Hogares más endeudados y morosidad en alza
El deterioro del ingreso no solo afecta al crédito productivo: también golpea a las familias.
El estudio del Indec “Estrategias de manutención” reveló que uno de cada cuatro hogares se endeudó en el primer semestre de 2025, cifra que trepa a uno de cada tres en el estrato de ingresos bajos. La tendencia se replica en relevamientos privados.
Un informe de D’Alessio IROL mostró que el 44% de los encuestados se siente más endeudado que el año pasado. La percepción empeora en los sectores medios y bajos: 59% en nivel medio-bajo, 39% en el intermedio y 26% en el medio-alto.
Además, el 40% de los hogares destina más de la mitad de sus ingresos mensuales al pago de deudas.
“La morosidad está subiendo”, advirtió Nora D’Alessio, CEO de la consultora. Un indicador clave es el aumento del uso de pagos en cuotas en supermercados: “Cuando eso crece, lo más probable es que la morosidad también lo haga”.
Según el Indec, el 50,9% de los hogares recurrió a compras en cuotas o al fiado con tarjeta o libreta como estrategia de supervivencia durante el primer semestre.























