Martín Pfister, el ex Puma que vive su “Veco” Villegas más especial: entrenar a Tucumán Rugby y a sus propios hijos

Tras la goleada 48-0 frente a Taraguy, el entrenador "verdinegro" habló de la emoción de dirigir a Pablo y Simón, de su legado familiar en el club y de cómo su propia historia como jugador -incluido su paso por Los Pumas- hoy funciona como inspiración para ellos.

Martín y Simón Pfister tras el partido entre Tucumán Rugby y Taraguy. Martín y Simón Pfister tras el partido entre Tucumán Rugby y Taraguy. Analía Jaramillo/LA GACETA.

El 48-0 frente a Taraguy dejó mucho más que un marcador contundente para Tucumán Rugby. Dejó, también, una imagen que trasciende lo deportivo: Martín Pfister, entrenador del “Verdinegro”, caminando la cancha con una mezcla de orgullo, alivio y emoción. No era para menos. No solo dirige al equipo M-19 en el “Veco” Villegas: también dirige a sus hijos, Pablo y Simón, dos de los cuatro Pfister que nacieron en Tucumán y crecieron bajo la bandera “verdinegra”.

La escena es particular, pero también perfectamente coherente con su historia. Pfister, nacido en Salta y formado en Jockey y Tigres, llegó a Tucumán en 1992 para estudiar agronomía. Lo que encontró, sin embargo, fue un hogar. “

La victoria frente a Taraguy fue apenas el marco. Lo verdaderamente fuerte estaba en lo íntimo. “Es un orgullo, un sentimiento lindísimo. Uno comparte esta pasión que tiene y verla en los hijos, vivirla juntos, preparar el torneo. Lo vivimos de una manera especial”, cuenta, con una sonrisa que no disimula nada.

Para él, el “Veco” también es un torneo con peso propio. “Me encanta. Es el torneo más importante que ellos van a jugar hasta aquí. Me hace feliz que lo jueguen, que le pongan las ganas que le ponen, el compromiso con el club. Me encanta verlos así”, dijo.

Aunque dirigió el “Veco” anteriormente -y con éxito-, nunca lo jugó. “Lo hice una vez de entrenador, hace mucho. En 2017, y ganamos. Ojalá se repita”, dice, mitad broma, mitad deseo sincero.

Ser entrenador y ser padre

La doble función no es fácil, y él lo reconoce. “Como entrenador soy crítico en algunas cosas. Lo tomo muy en serio. Y me enojo igual que con cualquier otro chico si algo está mal, si rompemos un acuerdo de cancha. Pero también está esa afinidad… Ese vínculo que se crea ahí”, dijo.

Ese equilibrio -entre el rol técnico y el emocional- se vuelve más visible en un torneo como el “Veco”, donde los chicos viven días intensos y decisivos. “Para nosotros es hermoso acompañarlos así. Y para ellos, creo, también es especial”, señaló.

El paso por Los Pumas

Pfister es una figura histórica del rugby salteño: disputó seis partidos con la camiseta de Los Pumas y marcó dos tries. Su carrera internacional comenzó en 1994, en una gira por Sudáfrica, aunque el camino estuvo lejos de ser lineal.

“A mí me convocaron a un Sudamericano en el ‘93 y me desgarré. No jugué. En el ‘94 debuté en Sudáfrica. No sabés los nervios… Era todo distinto. No había televisión, no había video. Entrabas a la cancha a conocer recién ahí a tus rivales”, recuerda.

Su paso por la selección no solo le marcó la vida: hoy funciona como un faro para sus hijos. “Ojalá eso que me pasó a mí los motive. No sé si llegarán, pero por lo menos que mantengan la pasión, las ganas de progresar, de aprender. Me encantaría”, indicó.

Alto nivel

Tras el triunfo frente a Taraguy, Pfister también analizó el nivel general del torneo. “Está espectacular. Te diría que es el mejor de los últimos años. Los partidos se definen por muy poquito… salvo este. Huirapuca le ganó al campeón de Córdoba, por ejemplo. Está buenísimo”, explicó.

Mientras sus jugadores se retiraban de la cancha, Pablo y Simón incluidos, el entrenador que alguna vez fue Puma los miraba con un orgullo que no necesita exagerarse. No es solo un equipo el que dirige. Es una historia familiar que sigue creciendo en el mismo club que lo adoptó hace más de 30 años. Y después del 48-0, esa historia acaba de sumar otro capítulo.

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