LA FELICIDAD DE LOS CAMPEONES. Gonzalo Díaz Vélez y José María Mercado mostraron un gran nivel para ganar la exigente competencia.
En el Transmontaña de enduro no gana sólo quien acelera más: gana quien sabe leer la montaña, resistir el calor, manejar el cansancio, interpretar cada piedra y, sobre todo, coordinarse con su compañero como si fueran uno solo. En esa carrera contra los cerros, el calor y el propio límite, surgió una dupla que no sólo brilló: hizo historia. José María Mercado y Gonzalo Díaz Vélez conquistaron con autoridad la 34ª edición del Rally, imponiéndose en una jornada que reunió a casi 1.000 pilotos y que, por dureza y exigencia, ya se ganó un lugar entre las más recordadas.
Los vencedores completaron los más de 120 kilómetros en 3h 28m 03s, dejando casi seis minutos atrás a la poderosa dupla integrada por el riojano Diego Llanos y Franco Ayuso. En una carrera donde las diferencias suelen ser mínimas y las contingencias múltiples, ese margen fue un mensaje claro: Mercado y Díaz Vélez corrieron en modo campeón desde que soltaron el embrague.
Para Mercado, de 25 años y nacido en Juan Bautista Alberdi, este triunfo significó mucho más que un resultado. Fue su tercera victoria personal en el Transmontaña, el gran tótem del enduro argentino y una de las competencias más prestigiosas de Sudamérica. “Mi primer Transmontaña lo gané con mi hermano Martín en 2022 y al año siguiente con Luciano Bellone. En 2024 lo ganó Martín. Que el apellido Mercado lo gane por cuarto año consecutivo me llena de orgullo. Cada triunfo tiene un sabor especial”, relató. Y este, admite, tuvo algo distinto: fue su primera vez junto a Gonzalo.
Díaz Vélez, de 27 años y oriundo de Yerba Buena, venía persiguiendo este sueño desde hace tiempo. “Estoy súper feliz. Siempre quise ganar la general y esta vez se me dio. Hicimos una carrera tremenda, con un ritmo muy bueno desde el principio hasta el final. Siempre fuimos juntos, que es fundamental. Y siempre al máximo posible”, resumió. Su emoción tenía sentido: no sólo había ganado, sino que lo había hecho en una de las ediciones más duras que recuerde el enduro tucumano.
A TODA VELOCIDAD. Díaz Vélez ganó por primera vez el Transmontaña.
La clave del triunfo estuvo en la sincronización, pero también en la lectura del terreno. El trazado tuvo subidas interminables, bajadas técnicas, sectores de monte cerrado y senderos donde la vegetación parecía estrecharse a propósito. El calor fue un rival más. “Había muchas partes nuevas que estaban durísimas. Yo creo que el tramo más duro fue el nuevo alargue de Reartes: mucha tierra suelta y mucho desgaste. En un punto sentí la garganta seca y no había agua por ningún lado. Pero había que seguir”, recordó Díaz Vélez.
Mercado coincidió: “Fue una de las ediciones más duras que corrí. El calor, las partes nuevas del circuito, largar atrás de tantas motos… todo era un desafío. Pero nos mentalizamos en hacer un buen trabajo y salió todo bien”. La mentalidad, en el Transmontaña, es una herramienta tan decisiva como la técnica.
Si la carrera fue dura, la sociedad deportiva fue perfecta. La química entre ambos no surgió de un día para otro, pero sí se encendió rápido. “Hace dos meses, en una fecha del Classic Series, charlamos y decidimos correr juntos. Desde ahí, Gonzalo empezó a sacrificarse mucho. Vinimos a entrenar un par de veces al circuito y nos sentimos muy bien. Eso nos dio confianza”, contó Mercado. La dupla fluía con naturalidad: uno marcaba el ritmo, el otro copiaba. Uno descendía firme, el otro lo seguía sin dudar. Esa confianza, intangible pero vital, se transformó en velocidad.
Díaz Vélez lo explicó de manera simple y certera: “No se trata sólo de tener un nivel deportivo parejo. Tenés que tener química. Tenés que confiar al 100%. Yo fui casi todo el tiempo a su rueda, copiándole todos los movimientos”. Y cuando eso sucede, el enduro deja de ser un deporte individual y se convierte en una danza precisa sobre dos motos que avanzan como si compartieran un mismo pulso.
Para Mercado, la moto es más que una pasión: es un legado familiar. “En mi casa todo es moto, moto y moto. Desde mi viejo hasta mis hermanos, todos corrimos. Tenemos un negocio de motos, así que vivimos rodeados de esto. La pasión viene en la sangre. Casi que nací arriba de una moto”, contó entre risas. Su madre, asegura, disfruta cada carrera, cada entrenamiento, cada desafío. Esa familia, que respira enduro, también fue parte del triunfo.
El Transmontaña, año tras año, consolida su identidad: es una prueba donde la técnica importa, pero la fortaleza mental es lo que define la gloria. Mercado y Díaz Vélez lo entendieron desde el primer minuto. No corrieron para llegar: corrieron para dejar huella. Y lo consiguieron. Ganaron una carrera histórica. Domaron un circuito brutal y construyeron una sociedad impecable.





















