Tucumán Central, en el ojo del huracán: tres partidos bajo la lupa y un final que encendió todas las alarmas

Las últimas actuaciones del “Rojo” encendieron sospechas que ya no pueden disimularse. Tres partidos consecutivos marcados por fallos arbitrales polémicos, reclamos encendidos y finales escandalosos dejaron a Tucumán Central en el centro de todas las críticas.

PROBLEMAS. En el cierre de la final contra Concepción FC, hubo una trifulca entre los jugadores de ambos clubes. PROBLEMAS. En el cierre de la final contra Concepción FC, hubo una trifulca entre los jugadores de ambos clubes. LA GACETA / Osvaldo Ripoll
25 Noviembre 2025

Hay clubes que atraviesan torneos, y torneos que atraviesan a los clubes. Y lo que le ocurre hoy a Tucumán Central pertenece al segundo grupo. En apenas tres semanas, el “Rojo” pasó de ser un candidato silencioso a convertirse en el epicentro de un huracán deportivo, arbitral y político del que todos (rivales, árbitros, dirigentes y hinchas) tienen algo para decir.

El caso Famaillá, con "11" jugadores quietos en el campo como símbolo de protesta, no fue el comienzo de la historia. Fue, más bien, el estallido final de una serie de episodios que venían acumulándose como capas de un mismo conflicto.

El día que Ateneo sintió que jugaba contra dos rivales

La primera alarma sonó en los cuartos de final de la Liga Tucumana. Tucumán Central goleó 3 a 0 a Ateneo Parroquial Alderetes, pero la discusión fue el arbitraje. Agustín Marto expulsó a un jugador del “Expreso” antes de que se cumpliera el minuto 10 de partido, ignoró un penal grosero a favor de los de Alderetes y sancionó otro (muy dudoso) para los de Villa Alem.

En las tribunas, la frase más repetida fue una sola: “demasiadas casualidades”. Para los rivales, ese día se instaló la sospecha de que el “Rojo” jugaba con viento a favor. Para Tucumán Central, simplemente fue un trámite.

Graneros perdió el partido y la paciencia

Lo que en cuartos fue fastidio, en semifinales se volvió furia. El choque entre Tucumán Central y Graneros terminó en escándalo, con jugadores del “Cocodrilo” yendo contra la terna arbitral encabezada por Jorge Sosa.

Las protestas no fueron por un solo fallo, sino por un rosario de decisiones discutidas: la expulsión de Matías López por una infracción que, para la visita, no ameritaba ni amarilla, el gol de Diego Velárdez (el que selló la clasificación) en una jugada que Graneros juró que era offside, el empate que le anularon a Jonathan Sandoval por una supuesta falta previa que nadie terminó de ver y un tiempo adicionado que rozó lo absurdo: un minuto y medio en un partido lleno de interrupciones.

Sosa se retiró escoltado, Graneros quedó afuera, y la sensación de que “otra vez pasó lo mismo” empezó a circular con más fuerza.

Concepción FC también apuntó contra el arbitraje

Cuando El "Rojo" levantó el título frente a Concepción FC, nadie negó su contundencia futbolística. Pero tampoco pasaron inadvertidas (una vez más) las decisiones arbitrales.

Al “Cuervo” le anularon un gol por un offside que las cámaras pusieron en duda y sufrió una expulsión que, para su banca, fue severa e innecesaria. En el registro oficial queda el campeón; en el emocional, las sospechas.

El Regional Amateur y la escena que paralizó al fútbol tucumano

Y entonces llegó el último domingo. El 6 a 0 frente a Famaillá en el Regional Federal Amateur tenía rasgos de goleada normal; hasta que dejó de serlo.

En el segundo tiempo Famaillá tomó una decisión que heló el aire: no jugar más. Se quedaron parados, inmóviles, mirando cómo el partido seguía sin ellos.

El recuerdo de San Jorge en 2019 se hizo inevitable. Tucumán, nuevamente, protagonista de un reclamo extremo.

Para Famaillá, la protesta tuvo nombre y apellido: el juez Maximiliano Leal y sus supuestas decisiones “inclinadas”. Para la Liga, hubo abandono y agresión a una asistente. Para Tucumán Central, tres goles más que no pidió pero que cayeron igual.

Un club en el centro del tablero

Tucumán Central está en un momento deportivo formidable: goles, títulos, clasificación en el Regional y potencia ofensiva. Pero la otra cara del éxito es incómoda. Cada partido trae un reclamo nuevo, cada avance viene acompañado de un murmullo y cada victoria despierta una sospecha.

Hoy no sólo juega partidos, sino que también juega contra la percepción pública, la memoria reciente y un ambiente que ya no le cree todo lo que hace en la cancha.

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